Alicante

En la tierra que llamaba California europea, Luis García Berlanga tenía un sueño: hacer una escuela de cine. Aquella idea se transformaría en los estudios Ciudad de la Luz. Ubicados en la partida de Agua Amarga, aquel sería el sabor que se quedaría en un proyecto que nació para deslumbrar y que ahora vuelve para ser el foco del pujante interés de la industria audiovisual en Alicante.

Dos de los responsables de aquel proyecto en sus inicios, Gema Amor y José María Rodríguez Galant, recuerdan para El Español la relación del director valenciano. Ambos tienen buenas palabras para el que definen como "autor espiritual" de este proyecto surgido en 2000 como parte de la Sociedad Parque Temático de Alicante y que se inauguraría en 2005.

Una joven Gema Amor de 28 años conoció en 2000 a la que llama otra "mente joven, transgresora, divertida, ácida y con las ideas muy claras", Luis García Berlanga. El director tenía 79 años y, quizá recordando el éxito de Cifesa en Valencia, apoyó la idea de construir unos estudios cinematográficos. La política benidormí se encargaría de verlo con él desde su cargo como directora de grandes proyectos de la Generalitat.

Galant cuenta que "la primera idea suya era hacerlo en Madrid". Por lo que Berlanga se reúne con Joaquín Leguina, presidente socialista de la Comunidad de Madrid, para plantearlo, "pero le dice que no y el siguiente paso es en su tierra". Aquí le escuchará Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat.

Arranque

Amor cuenta que de aquellas reuniones iniciales entre ambas partes, "Eduardo ve que se puede convertir en el Hollywood europeo". El proyecto de los estudios venía acompañado por varios productores, indica, entre ellos José Antonio Sáinz de Vicuña y José Luis Olaizola, "que iban de la mano de Berlanga".

¿Dónde construir un proyecto así? Entre las diversas opciones que se pusieron sobre la mesa, cuenta Galant, que "viendo con Eduardo al final decidieron que fuera Alicante". Las ventajas eran la "buena comunicación, mejor que otros sitios, y que la provincia tenía todo: mar, montaña y desierto en 40 kilómetros". A eso, añade Amor, "con 320 días de sol al año" y "por la extensión de suelo necesaria, Alicante encajaba con ese proyecto".

Esos factores Berlanga los valoraba porque, como explica Galant, "había rodado mucho en exterior y sabía que siempre es muy importante el presupuesto y que si tienes una localización a veinte kilómetros no se te va el dinero". Amor destaca también el otro gran atractivo que se buscaba, el tanque de agua que les diferenciaría de los otros grandes estudios de Europa.

Amor explica que "cuando vio el espacio se quedó fascinado y dijo que este era el sitio", lugar del que valoró la extensión del terreno, más de trescientos mil metros cuadrados. Y para los que "se empeñó" en contratar a un arquitecto con toda la experiencia en la construcción de los estudios de cine. El elegido fue Gary L. Bastien, cuyo despacho había trabajado en grandes proyectos para la industria americana como el Área 51 de NBC Universal y los de Manhattan Beach.

Aquellos agitados años, Amor apunta que trabajaba con él con quien "permanentemente teníamos reuniones en Valencia". Eran los años en los que se debían definir las necesidades para encargar el proyecto. Y "el objeto de deseo, la niña bonita, era hacer una escuela de cine". Una en la que se formara en todos los perfiles técnicos "porque había un déficit muy grande en España y había que salir fuera". Así que "se firmó un acuerdo con Educación para ponerla en marcha en las propias instalaciones".

"Berlanga tenía esa visión de cine industrial, de dar ese paso que el cine no daba", apunta Galant sobre el mercado nacional. Por eso insistía en que "faltaba técnica" para ese desarrollo del cine español "porque no es lo mismo rodar en un almacén y que se te cuelen los sonidos, que en un sitio con un sonido perfecto".

Aquello es lo que les quisieron montar con Ciudad de la Luz. "Decía que voy a contribuir con que haya una generación de técnicos que le den continuidad", destaca Amor, quien recalca que para el director que "aquello se hiciera realidad, sobre todo con la escuela, era una satisfacción plena".

El fin

Galant, convertido ya en 2004 en director de los estudios, tenía que asumir el convertir aquello en rodajes. Un área que reconoce que era más complicada y en la que critica que "había un grupo de personas cercanas a él que no le dejaban acercarse más". Como explica, "un Luis más participativo haría que tuviera más películas y hubiera venido más el cine español a rodar porque costó mucho que el cine español filmara".

De aquellos prometedores inicios a los tempranos problemas se acabó en una millonaria multa europea y la prohibición de rodar durante años y que este verano termina. "Si levantara la cabeza y viera lo ocurrido se volvía a morir", concluye Amor. "Es una lástima que no haya tenido un final feliz", concede Galant.

Fue de tirar por tierra todo.

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