Conchi Espejo es Encarna en 'Valenciana', de Jordi Núñez.

Conchi Espejo es Encarna en 'Valenciana', de Jordi Núñez.

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La salvaje Comunitat Valenciana de los 90 vuelve con la película que retrata el cambio de España

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España se transformó en los 90 y el cambio nació a orillas del Mediterráneo. Y lo hizo con la ruta de la música electrónica, la telerrealidad a partir del crimen de Alcàsser y la nueva política desde Benidorm. Esas son las bases que muestra la película Valenciana.

Jordi Núñez, su director y guionista, cuenta que se enamoró de esta historia cuando vio la obra teatral del reconocido autor de Jauría o Ruz-Bárcenas, Jordi Casanovas: "Me pareció un reto que quería asumir y que, de repente, fue posible".

Su rodaje y ahora su estreno coincidieron con la vuelta a las portadas, ahora digitales, de los protagonistas que aparecen en la película. "Ha puesto de relevancia que está más de actualidad que nunca lo que cuenta", afirma, "no me podía imaginar esas sincronías".

Y todo lo dirige un joven de 33 años porque "pensaba que esta historia tenía mi nombre: nací en el 91 al lado del epicentro de la ruta del bakalao, Spook, y toda la estela que han dejado las tres tramas me han acompañado".

La quema de la paja del arroz que se suele hacer cada temporada es la primera imagen de la película. Un ejemplo que tuvo claro que le servía para hablar "de la tierra quemada y de un momento de ciclo vital" que tantas veces había visto a su abuelo.  

Las actrices Conchi Espejo, Tània Fortea y Ángela Cervantes encarnan a tres amigas cuyos rumbos vitales retratan ese momento de cambio que desde Valencia llega a todo el país, en lo cultural y en lo político.

Así aparecen como la asesora de un ambicioso político que gana la Generalitat rompiendo el ciclo anterior, la periodista que conduce el true crime diario que fue el juicio del caso Alcàsser y la artista que se sube a la ola de la electrónica que se expandió por el país.

"Empatizo mucho con ellas y con la historia de un sistema que las arrastra, que las niega y no les permite ser ellas mismas", razona, "tienen que luchar para guardar su integridad y dignidad, con distintas formas de hacerlo: desde la negación, la huida y quien claudica".

Todo eso lo ha querido presentar "sin juzgarlas, dejando espacio al espectador para que saque sus propias conclusiones", asegura. Del mismo modo que utiliza el lenguaje dejando que "las dinámicas idiomáticas hablen mucho de los personajes y de las relaciones de poder".

Los hombres

Y para que eso les pase, están los hombres. Unos dirigiendo ese camino, como hace Fernando Guallar como alcalde de Benidorm que gana la Generalitat, y otros por coincidir con ellas, como José Manuel Casany de padre de una de las víctimas de Alcàsser, aunque en la película se usa el nombre ficticio de Alcanyar.

"Cada personaje ocupa un espacio del relato en ese engranaje de relojería que es y cada uno tiene que funcionar dentro de ese espacio. Cada uno está increíble aunque algunos puedan llamar más la atención, pero aportan una perspectiva en esa mirada poliédrica", destaca orgulloso el director.

Y en ella hay momentos delirantes, como el candidato agarrándose de los genitales en su primera intervención o cantando Mi tierra de Nino Bravo en una feria de turismo de Moscú, que le sirve de homenaje a los Huevos de oro que rodó Bigas Luna en 1993.

Pero ¿cómo se recibirá ahora esta mirada tres décadas después? "Espero que la gente se emocione y la disfrute, pasando un rato entretenido y después reflexione, no quiero que sea una película que sermonee".

"Hay mucho complejo en Valencia a mirarnos a nosotros mismos, con luces y sombras, sin dulcificarnos. Habrá quien la rechace, pero estoy muy orgulloso de decir que es la primera vez que veo esta energía valenciana en pantalla", concluye.