La obra de Aurelio Ayela parte de la religión, la ciencia y un reto que podría ser viral para reflexionar sobre el medioambiente.

La obra de Aurelio Ayela parte de la religión, la ciencia y un reto que podría ser viral para reflexionar sobre el medioambiente.

Exposiciones ARTE

Aurelio Ayela presenta el funeral flúor por las especies extinguidas en el Museo de Aguas de Alicante

La última obra del artista trata el abuso medioambiental desde las perspectivas de la religión, la ciencia y el derrumbe de una civilización.

18 octubre, 2021 01:07
Alicante

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Religión, ciencia y el que podría ser un reto viral. Estas son tres de las formas en las que el artista Aurelio Ayela presenta su exposición Hipogea, el hueco interior. Con sus obras en el Museo de Aguas de Alicante, M2A, vuelve el ciclo dedicado a arte y medioambiente.

Los pozos de Garrigós, excavados en el monte Benacantil, son el espacio único que albergará durante tres meses estas piezas creadas específicamente para el lugar. Y Ayela no oculta su satisfacción mientras recorre las tres salas con que participa en este ciclo. "Creo que es uno de los espacios de modo natural más potentes de Alicante", cuenta en el encuentro ante los medios.

Las formas de cada sala, que impiden ver lo que hay en la siguiente, potencia el efecto sorpresa con el que quiere llegar al espectador. Y lo hace primero acentuando la oscuridad del lugar. 

El recorrido empieza a oscuras con una luz negra que hace que brillen unas ramas y un círculo. Son la representación del sándalo de Juan Fernández. Como explica, el uso ornamental de esta planta se convierte en un retrato de "cómo la religión marca la desaparición de una especie". Esta especie endémica de un archipiélago chileno cuando se descubrió se empezó a tallar masivamente para crear imágenes de santos y vírgenes.

Funeral flúor

"Una especie que existió durante millones de años desapareció en siglo y medio de sobreexplotación", lamenta sobre el caso de este sándalo. Y a ello le dedica el particular funeral que recibe a oscuras al visitante para resaltar los colores flúor. En el centro de la sala dispone la recreación de una rama que corona con las hojas de la propia planta.

Esta bella representación de la muerte se cuela en la siguiente sala. Ayela aprovecha las marcas en la pared que se hicieron para controlar el nivel del agua para pintarlas también con el mismo color fluorescente. Esta escenifica una grieta sangrante, representación de la descomposición del cuerpo a cuyo funeral hemos asistido, da paso al monumento sobre la ciencia.

Ciencia patafísica

Una gran pieza de cuatro metros de altura aprovecha la forma abovedada de los pozos para epatar al espectador igual que las catedrales lo hacían en el medievo a los fieles. La apropiación de las formas místicas es la de "la ciencia que nos salvará frente a la caída de los valores religiosos". 

La patafísica, la corriente artística francesa de origen surrealista que parodiaba los valores científicos, es la base de esta propuesta. Las "soluciones imposibles y problemas relativos" de esta le guiaron en la construcción de un depósito de agua en altura con condensadores a su alrededor hechos a la manera de los molinillos de oración budista.

Hecha para que el espectador juegue con ella, la escultura funde "el misticismo con el humor absurdo" por "la idea de ser capaz de ver otras cosas en la realidad". Y así, añade, probar que "la ciencia sabe que no hay respuestas sino más preguntas".

Aurelio Ayela ante la proyección de la última sala, con la columna de platos.

Aurelio Ayela ante la proyección de la última sala, con la columna de platos.

El derrumbe

En la última sala del M2A, la proyección de un vídeo retrata una civilización perdida, la nuestra. Y lo hace presentando el tipo de acción que podría ser un reto viral, ¿se puede mantener erguida una columna de platos bajo el agua? El simbolismo de las columnas en la cultura clásica como recuerdo de grandes gestas, explica, se transforma en ejemplo de dejadez, como la pila en el fregadero.

Ayela se fue hasta el cabo de Palos en Cartagena para grabar el fondo submarino en el que presenta el centenar de platos que fue pidiendo a amigos y conocidos para recrear lo que podrían ser restos arqueológicos. En la sala se escucha el sonido del agua, pero la que circula por un lavavajillas, para acentuar el efecto de cómo está tratando la humanidad el mar como un vertedero

"Creo que los objetos son muy sugerentes y tienen sus secretos y, sobre todo, el mensaje de la reconciliación del hombre con la naturaleza. Aparte de lo ecológico o me interesa esa relación íntima de cómo hemos llegado aquí", recalca. Ayela concluye que este trabajo que ha tardado año y medio en presentar debido a la crisis de la pandemia "nos plantea nuestro lugar en el mundo con la naturaleza y el ecosistema".