Elche

Poco menos de una semana ha necesitado Francisco Rodríguez para cambiarle la cara y la suerte al Elche. El técnico fue anunciado como entrenador del equipo ilicitano el pasado domingo, horas antes del partido ante Osasuna, donde el conjunto franjiverde frenó su caída en picado con un empate (1-1), a pesar de que el almeriense aún no estaba sentado en el banquillo.

Sin apenas tiempo para trabajar con el grupo, el Elche cumplió el trámite de la Copa en Leioa (0-2) sin alardes, pero sin los problemas de otros años en este tipo de escenarios incómodos, y afrontó la final de la permanencia ante el Cádiz, rival directo, con un valentía, alegría y descaro como hacía tiempo que no se veía en el Martínez Valero.

De estar hundido en la zona de descenso a tener un margen de tres puntos (dos si esta noche vence el Getafe) sobre el descenso, rompiendo por el camino una racha de siete partidos consecutivos sin ganar en el campeonato de Liga. La inapelable victoria (3-1) deja datos para el optimismo, aunque siempre desde la prudencia. El Elche, acostumbrado a vivir en los mínimos ofensivos durante años, anotó tres goles como local en un partido de Primera seis años después.

Pero es que su producción ofensiva, incomparable con la del pasado reciente, pudo ser mucho mayor, ya que dos balones golpearon en los palos y se erraron, sobre todo en el tramo final, opciones muy claras por falta de finura en el último pase.

Además de la intensidad y la actitud, que siempre repuntan con un relevo en el banquillo, se apreció un equipo vertical, profundo y ofensivo. “Se trata de no cometer errores atrás y de aprovechar los muy buenos delanteros que tenemos en la plantilla”, había anunciado el técnico en la previa. 

“Somos un equipo para jugar en campo contrario”, asegura como declaración de intenciones, en un mensaje que sorprende porque implica querer dominar y someter a los rivales desde el control del balón.

Segunda oportunidad

Otra de las virtudes del nuevo entrenador ha sido recuperar para la causa jugadores que parecían ya abandonados a su suerte, como el argentino Iván Marcone y, sobre todo, Tete Morente, autor de uno de los tantos ante el Cádiz. 

“El entrenador es una persona muy intensa, con mentalidad ganadora. Quiere que haya mucha intensidad en los entrenamientos y eso es algo que ha cogido el equipo desde el primer día. Hemos cambiado la forma de presionar y es algo que nos va a venir muy bien”, explica Morente, renacido con el cambio de aires en el banquillo.

Francisco, que ha caído de pie en el vestuario y el club por la ambición y alegría que transmite, mantiene la prudencia, porque su etapa no ha hecho nada más que empezar, pero de momento solo tiene palabras de agradecimiento para su plantilla. “A partir de este compromiso que tenemos vamos a crecer porque tenemos muy buenos jugadores”, defiende el almeriense.

El técnico también señala las debilidades del Elche, que debe mejorar “esas fases del juego en las que nos toque tener la posesión”. Elegante en su discurso, Francisco siempre tiene un recuerdo para el trabajo de su predecesor, Fran Escribá, a quien reconoce muchos buenos hábitos tácticos del Elche.

Tras la primera victoria liguera, ahora toca refrendar la mejoría en un escenario mítico como Mestalla, al que el Elche acudirá sin complejos y sin mirar de reojo la clasificación. “Vamos a intentar armar un buen equipo, independientemente de que estemos más o menos acertados. Y a partir de ahí tendremos buenos resultados. Yo ni miré la clasificación antes de firmar por el Elche, ni tampoco ahora”, sentenció.

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