El Elche, como suele ser tradición desde la llegada al club del empresario argentino Christian Bragarnik, cerró el mercado de invierno con una nueva contrarreloj, aunque en esta ocasión los deberes estaban prácticamente hechos desde hace días. El club, sin las urgencias de otros tiempos, tuvo tiempo para planificar y no ha provocado ninguna revolución en su plantilla, consciente de que las cosas marchan razonablemente bien y que no había necesidad de interferir más allá de algunos detalles.
En realidad, el Elche ha cambiado cromos durante el mercado de invierno. Se han ido tres jugadores de campo y el tercer portero, cuyo rol era testimonial, y han llegado tres futbolistas, dos de ellos que clonan posiciones. El grupo se queda con 24 futbolistas profesionales, dos jugadores por puesto. Todo muy razonable.
El conjunto ilicitano ha abierto la puerta de salida al central/lateral Josema Sánchez, cedido al Valladolid, al delantero Darío Benedetto, vendido a Boca Juniors, al portero Axel Werner, que regresa a Argentina a préstamo al Arsenal de Sarandí, y al atacante Lucas Pérez, vendido al Cádiz.
El club ha prescindido de jugadores sin protagonismo y con un rol casi marginal, a excepción de Lucas Pérez, traspasado a un rival directo de los ilicitanos en la lucha por la permanencia. El gallego, ahora en plena sequía goleadora, había disputado 18 jornadas de Liga y anotado dos tantos que habían dado a su equipo tres puntos.
Los refuerzos
Lucas Olaza, lateral izquierdo uruguayo que procede del Valladolid, el delantero argentino Ezequiel Ponce, del Spartak de Moscú, y el centrocampista Kike Pérez, también del conjunto pucelano, son las tres altas del equipo. Con los dos primeros se cubren las ausencias de Josema y de Benedetto, mientras que la llegada de Kike García, suplente habitual en el Valladolid, refuerza la medular pese a sacrificar un atacante más en la plantilla.
La gran prioridad era contar con un lateral izquierdo que pueda dar competencia a Johan Mojica, quien no tenía relevo natural en su posición. La temporada del colombiano es perfecta, pero al desgaste de la competición española suma su presencia habitual con la selección, lo que aumenta el riesgo de lesión o agotamiento por acumulación de partidos. Con Olaza, un jugador competitivo, se garantiza un recambio de garantías.
Ponce es un delantero diferente a Boyé y a Carrillo, por lo que le puede venir bien a Francisco, mientras Kike Pérez es un futbolista con un perfil distinto a los otros centrocampistas de la plantilla.
Los tres fichajes llegan a la entidad en calidad de cedidos, pero con una opción de compra. Bragarnik no se quiere pillar los dedos, por lo que los jugadores deberán demostrar su mejor nivel en Elche si quieren seguir en la entidad.
Una de las evidencias que deja el mercado de invierno es la conexión existente entre Elche y Valladolid. El club ilicitano ha abierto una vía de doble sentido con el nuevo equipo de Pacheta, el viejo héroe, ya que dos de los tres fichajes proceden del conjunto pucelano. El Elche ha añadido en este mercado las salidas de varios de sus canteranos más prometedores, como Jony Álamo, cedido a la Cultural Leonesa.
Más allá de altas y bajas, la mejor noticia para el Elche ha sido, posiblemente la continuidad en el grupo de su delantero y gran referente goleador, Lucas Boyé. El argentino había despertado el interés de varios clubes españoles y europeos, pero al final nadie se atrevió a poner sobre la mesa los 25 millones de su cláusula de rescisión. Elche puede respirar tranquilo hasta el verano.
En teoría, todos los nuevos llegan en perfectas condiciones, por lo que estarán en condiciones de ser alineados este sábado ante el Deportivo Alavés en un partido, no conviene olvidarlo, que puede valer media permanencia.