El 7 de diciembre de 2011 el Banco de España adjudicó la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) al Banco Sabadell. Fue la única entidad que había pujado en firme por la que en su día había sido la cuarta caja de ahorros de España, con 6.500 empleados, 1.000 oficinas y hasta 70.000 millones en activos. Se completaba así el proceso iniciado meses antes, en julio, cuando el Banco de España intervino la CAM y dio el pistoletazo de salida al fin de una era en el sector.
La desaparición de la histórica caja supuso un mazazo sentimental para Alicante, que vio como se apagaba uno de sus principales símbolos económicos. La CAM era una entidad sistémica para el tejido social y económico de la provincia, y había tocado techo durante los años del boom previo a la crisis del ladrillo, en una historia de éxitos y fracasos que supone el ADN de una época de excesos que hoy se antoja irrepetible.
Fue, por ejemplo, la primera y única caja de ahorros en cotizar en bolsa de la historia de España, apenas dos meses antes de la caída de Lehman Brothers. Pero sobre todo se convirtió en un paradigma de la politización de estas entidades, con nombramientos consensuados entre los partidos políticos de personas, como el de su último presidente, Modesto Crespo, un empresario del sector del automóvil que no tenían ninguna experiencia en el sector bancario pero era amigo personal del entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps.
La fecha clave para la caja alicantina fue el 21 de julio de 2011. Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura habían roto con la entidad al descubrir que el déficit de capitalización de la CAM era mayor de lo que se les había informado, y además acababa de suspender los test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea. El consejo de administración celebrado ese día recibió un ultimátum del entonces director de la sucursal del Banco de España en Alicante, Luis Expósito, quien instaba a los directivos a entregar un plan de recapitalización para hacer viable la entidad. Tardaron un día en tirar la toalla y dar el visto bueno a la intervención.
A partir de ahí, el agujero no dejó de hacerse más grande. Entre julio y diciembre el Fondo de Garantía de Depósitos tuvo que destinar casi 12.400 millones de euros a cubrir las pérdidas de la liquidación de los préstamos y negocios (la mayor parte inmobiliarios) que tenía la entidad. A esto se le sumaron 3.880 millones de provisiones de la CAM y los 1.786 millones que asumió directamente el Sabadell (el 20% del esquema de protección de activos). Un total de 18.066 millones de euros en pérdidas.
Tras el traspaso, el negocio financiero de Caja Mediterráneo desapareció poco después, en 2015. En medio queda un reguero constante de titulares relacionados con las presuntas irregularidades que los responsables de la extinta caja habían cometido durante los años dorados: caso CAM, negocios en el Caribe, Hansa Urbana, cobro de dietas... En este último caso el Supremo confirmó el pasado mes de abril la condena para exdirectivos de la entidad por los sobresueldos de 600.000 euros que cobraba Modesto Crespo.
La Audiencia Nacional también falló en 2017 contra cuatro exdirectivos por delito societario continuado de falsedad contable y delito de falsedad en la información a inversores, con penas que oscilan entre los dos años, nueve meses y un día hasta cuatro años de prisión. De nuevo, el retrato de una época de excesos que permanece en el imaginario colectivo vinculado al crecimiento del sector inmobiliario, las promociones en la costa y el urbanismo a la carta.
Así se ejecutó la operación
Tras la intervención en julio, la Comisión Ejecutiva del Banco de España aprobó en diciembre de 2011 el plan de reestructuración de Banco CAM formulada por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). La Comisión Gestora del Fondo de Garantía de Depósitos de Entidades de Crédito (FGD) comprometió los apoyos financieros necesarios para la reestructuración ordenada de Banco CAM.
Así, el FGD se hizo con todo el capital de este banco mediante la suscripción de ampliaciones de capital por un importe total de 5.249 millones de euros, que posteriormente transmitió a Banco Sabadell por el precio de solo un euro.
En estos 5.249 millones de euros estaban incluidos los 2.800 millones aportados por el FROB durante la intervención que se hizo en julio, y que pasaron a ser asumidos por el FGD antes de su venta al Sabadell.
Desde entonces el espíritu de la CAM ha intentado permanecer en la Fundación Mediterráneo, una asociación sin ánimo de lucro centrada en actividades culturales y relacionadas con el patrimonio. Pero la herida en la autoestima permanece en el tiempo y conforma el primer capítulo de lo que más tarde sería el desmantelamiento del sistema de cajas de ahorros en nuestro país.