Sobre la de La Granadella, el autor de la publicación deja claro que "es una de las más bonitas de España y sin duda una de las más bellas de Alicante y de la Comunidad Valenciana". "Caminar temprano por esta playa alicantina abrazada por montañas, escuchando el rumor de las olas y el crujir de los guijarros bajo los pies, produce una grata sensación", se puede leer.
Sobre la de Tabarca, la asemeja a aquellas "playas como las que se veían en el pasado en el Mediterráneo", en alusión a su aspecto: "Más piedra que arena, pero con un mar impecable, ya que la isla está rodeada de una extensa pradera de Posidonia oceánica". Asimismo, se destaca que es "un lugar delicioso donde darse un buen chapuzón lejos del barullo de la costa valenciana" y, prueba de ello, es el "imprescindible caldero tabarquino" que la revista aconseja tomar.
En ambos casos, y dado la singularidad ambiental de estas playas, National Geographic recuerda que el entorno de la isla habitada más pequeña de España está considerada como Reserva Marina de interés pesquero desde 1986. Pese a ello, y dado que cada verano se llena por completo de turistas que llegan tanto en las populares tabarqueras como en embarcaciones privadas, colectivos proteccionistas y partidos como Compromís han pedido que se limite la entrada.
Con respecto a la masificación que sufre La Granadella, el Ayuntamiento de Xàbia estuvo cerca de poner una tasa de 9 euros al día para el verano pasado, en un pago único, por aparcar en el entorno en una medida que también afectaría a la cala de Portixol. Sin embargo, tuvo que echar marcha atrás al quedar desierta la licitación para contratar una empresa que se encargara de su aplicación, según reconoció el consistorio.
Esta circunstancia no evitó que, desde dos años atrás, el equipo de Gobierno local implementara un sistema de regulación en los accesos a estas dos calas que consiste en una barrera en las vías de entrada a las playas, que se baja cuando el aparcamiento está completo.