La "izquierda" nacionalista, y lo pongo entre comillas porque los chicos y chicas del Bloc Nacionalista Valencià son de izquierdas desde hace dos días, como quien dice, ha vuelto a estallar en su complejo de inferioridad frente a Madrid.
Por cierto, nunca me cansaré de recordar que el nacionalismo es incompatible con la izquierda, que en sus orígenes es "internacionalista" por definición. El miope apego al terruño es todo lo contrario a la "lucha de clases". Claro que los nuevos progresistas pueden esgrimir que la izquierda ya no es un movimiento en favor de los trabajadores sino un coctel feminista, ecologista, antifascista... como si todo eso no lo pudiese suscribir la derecha liberal.
A estas alturas no me asombran, más bien me dan lástima, las reacciones de los nacionalistas alicantinos de Compromís al acuerdo de promoción turística conjunta entre las ciudades de Madrid y Alicante en Fitur. Todo ello después de un tuit de hace semanas por parte de Cs en el que calificaba a la ciudad como "la playa de Madrid". Una frase que finalmente fue retirada ante la furibunda reacción de la izquierda alicantina en la red social.
Es curioso: Lisboa quiere venderse como "la playa de Madrid" para atraer turistas a su litoral y algunos aquí -en mi opinión, por fortuna pocos y ruidosos-, donde los datos todos los años corroboran que la Costa Blanca es el lugar de vacaciones preferido de las familias madrileñas, arremeten contra ese "relato". A falta de argumentos los nacionalistas son muy de "relatos" y de sentimientos. Y de estos últimos tenemos todos.
Desde luego que no soy imparcial en esto, ya que nací en el barrio de Chamberí y durante mis primeros 26 años de vida venía una y tres veces al año a Alicante, hasta que en 2000 me establecí definitivamente en la terreta. Desde hace 21 años, por tanto, soy un orgulloso ciudadano alicantino sin por ello renunciar al mismo orgullo que me provoca mi ciudad de nacimiento.
Por eso, cuando leo al portavoz de Compromís Alicante, Natxo Bellido, describir una campaña promocional conjunta de ambas ciudades como "la coentor i el sucursalime en grau màxim" ("el cutrerío y el sucursalismo en grado máximo"), no salgo de mi estupefacción. ¿Cutrerío?
La frase publicada en la red estaba precedida con una referencia al tuit anteriormente aludido, esta vez en castellano: "De 'somos la playa de Madrid' al 'los alicantinos somos madrileños' de Barcala en Fitur. Solo le ha faltado decir que Almeida es el alcalde de Alicante". Y el portavoz nacionalista finalizaba con un pulla al presidente provincial del PP y de paso a los madrileños sin venir a cuento: "No sé si Mazon, que mira a la Generalitat, comparte este madrileñismo trasnochado".
La provocación, de parte de quien viene, no debería tener mayor trascendencia por muchos comentarios que haya suscitado en la red social. Pero creo que ese antimadrileñismo no beneficia en nada una ciudad como Alicante que cada año, desde hace más de un siglo, acoge a miles de madrileños que vienen a pasar sus vacaciones. Madrileños, castellanos, extremeños, vascos... quienes han salvado la última campaña turística en plena pandemia. Allá Bellido y los suyos.
El verdadero problema de Compromís no está en Madrid, sino en la propia ciudad de Alicante. En 2019 apenas consiguieron unos residuales 9.000 votos, un 6,7% del censo. Bastante tienen con lo suyo. Lo que sí es verdaderamente preocupante es lo mucho que mandan en la Comunidad Valenciana para lo poquito que son y que representan, donde no llegan al 16,5%. Con esa exigua fuerza son capaces de imponer sus políticas y complejos al resto.
Me pregunto si los dirigentes, militantes y simpatizantes de Compromís dirían lo mismo de los catalanes si éste fuese su tradicional lugar de veraneo o de segunda residencia. Pero los catalanes ni siquiera les tienen en consideración. Hablarían de lazos históricos y culturales, de naciones, de la llengua... en suma, de sus matracas.
Meterse con Madrid les sale gratis, incluso productivo entre su parroquia. No van a tener ninguna contestación por parte de los madrileños, acostumbrados a ser el blanco de los complejos de inferioridad de cualquier región agraviada por su centralismo, por su política fiscal o incluso por su chulería, que también existe en algunos casos. Incluso cuando los que critican disfruten de exclusivos "cupos" fiscales o pretendan lograr algo similar, montando incluso una secesión para conseguirlo.
Pero los nacionalistas alicantinos, tan defensores como se creen de todas las causas propias, flaco favor le hacen a la ciudad y a la provincia sacando de paseo sus complejos. Porque los madrileños van a los restaurantes, bares, hoteles, campings, apartamentos, mercados y supermercados, cines, heladerías, farmacias, bancos, tiendas, museos, etc., de Alicante cuando vienen. Y que yo sepa, eso genera riqueza para esta ciudad y esta provincia y no tiene nada de cutre.