Alicante

Hace unos días, una usuaria de Twitter preguntó si existía en Madrid un gimnasio solo para mujeres ante la "ansiedad" que le producía estar en uno mixto, donde se ha sentido "acosada". En cuestión de minutos, esta red social sirvió para poner en evidencia dos cosas: que el machismo sigue muy presente -no hay más que ver las respuestas que recibió- y que muchas personas desconocían la existencia de gimnasios femeninos. 

Lo cierto es que existen y cada vez son más en una tendencia propia de estos tiempos. En un momento en el que la nueva normalidad ha vuelto a reabrir los gimnasios, especialmente golpeados por las restricciones para frenar Covid, ponemos el foco en la Comunidad Valenciana, donde existe una decena de gimnasios no mixtos, algunos tan antiguos como el gimnasio femenino de l'Art, en el centro de Valencia. También conocido como estudio de pilates, lleva 25 años abierto, siendo uno de los primeros en toda la región que apostó por dar servicio solo a las mujeres. 

"Tenemos un perfil de clientas muy interesante", explica Luis Gil, su directora deportiva. "La gente puede pensar que tenemos solo a gente más mayor, pero en verdad tenemos todas las edades, desde 15 a 85 años y muchas llevan viniendo aquí toda la vida", afirma por teléfono. "Las más adolescentes es porque a sus madres les viene bien que vengan para estar más tranquilas de lo que estarían en uno de esos macrogimnasios mixtos", aduce. 

La ausencia de hombres

Entramos de lleno en la cuestión principal, la ausencia de varones. "Una de las frases que más me repiten las nuevas clientas es: 'vengo aquí para evitar las interferencias de los hombres", reconoce Luisa, quien se refiere a algunos de ellos que frecuentan los gimnasios mixtos como "los moscones de turno que los tiene todo el rato encima".

"Nunca me ha disgustado estar con hombres en el gimnasio, pero algunas veces te sientes observada y aquí solo se viene a hacer ejercicio", añade Julia Bravo, la gerente de Curves en Elche, una franquicia internacional de clubes de fitness para mujeres con medio centenar de establecimientos repartidos por toda España. 

"Mi hija, por ejemplo, cuando no viene a este gimnasio va a uno mixto y se queja siempre de lo mismo, que detrás alguien no para de mirarla y a lo mejor se quiere poner un top o unas mallas pero no lo hace", asegura Julia. 

No quieren hacer músculo

El caso de Julia es curioso, ya que empezó como clienta en 2012, cuando abrió el centro, y luego pasó a ser una de las tres socias societarias que existen en la actualidad. Con un ambiente rompedor con los gimnasios habituales, en Curves no hay espejos, "solo en el aseo", matiza la responsable. Al no haberlos, explica, "no te sientes tan observada" y, de paso, se aborta el tan manido "postureo" que suele proliferar en los espacios deportivos.

Otras de las diferencias es que "las máquinas están diseñadas para mujeres, son hidráulicas, por lo que no llevan pesas específicas", señala. Porque el objetivo último "no es crearte músculos", sino "mejorar tu salud y sentirte bien", apostilla Julia. 

En esta filosofía coincide también l'Art: "En nuestro espacio tenemos clientas de una franja de edad, de 24 a 35 podrían, que podrían ir a gimnasios mixtos para buscar relaciones sociales, pero se sienten más cómodas aquí porque no hay interferencias. La gente que no quiere hacer deporte, y sí quiere exhibirse, no le interesa nuestro espacio", dice Julia.

En ambos casos, insisten en destacar que no existe un rechazo a los hombres "en absoluto". De hecho, en el gimnasio l'Art los chicos pueden acceder al servicio de quiromasaje y pilates, aunque para ello deben acceder por una entrada que no da acceso al gimnasio principal, donde están las mujeres. Al final, una clienta habitual de Curves Elche normaliza la polémica al responder que es socia "por la comodidad y porque me gusta, no porque sea femenino". 

Clientas musulmanas

Estas empresarias de Valencia y Elche también recuerdan que en sus gimnasios acuden "numerosas" mujeres musulmanas "que si no existieran estos tipos de gimnasios exclusivos, no podrían ir a otro", señala Julia. "Vienen aquí porque pueden destaparse sin el problema de sentirse observadas", incide Luisa.

Lo cierto es que la religión musulmana, desde países más cercanos como Marruecos a más lejanos como Arabia Saudí, tiene una especial fijación en evitar que la mujer muestre su cuerpo ante los hombres, logrando imponer en espacios comunes como la playa el burkini como alternativa para que se puedan bañar.

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