Conseguir el reconocimiento de formar parte del callejero es un ejemplo de respeto y admiración. Una humilde receta ha conseguido eso en Alicante. El pleno del Ayuntamiento aprueba dar el nombre de caldero a una de las calles de Tabarca, el lugar en el que surgió esta forma de cocinar el arroz.
"No podía ser más acertado que Tabarca cuente en su callejero con una calle dedicada al caldero", valora la vicealcaldesa Mari Carmen Sánchez. La también responsable de turismo explica que este plato típico surgió a partir de la forma de aprovechar sus recursos los habitantes de la isla habitada más pequeña de España.
"Los marineros empezaron a elaborarlo con la morralla y los pescados pequeños que no tenían venta", indica Sánchez. Y de ser un ejemplo más del saber popular, "se ha convertido en una de las señas de identidad de la isla que cada año actúa como reclamo para cientos de turistas".
"El caldero es una de nuestras joyas gastronómicas", afirma con orgullo Sánchez. De ahí que destaque que "contribuye a mantener vivas las tradiciones ligadas al Mediterráneo por lo que es digno merecedor de dar nombre a una calle en Tabarca".
Su atractivo
El reconocimiento al Caldero de Tabarca certifica de forma oficial el aprecio a una receta en la que el arroz se sirve en un punto que se mueve entre meloso y caldoso. Esta forma es, como explican en el informe que avala la elección de la calle, que comenzaron a elaborar los marineros en sus barcos.
Al igual que la paella, entendida como el utensilio de cocina, ha dado nombre al arroz que con él se prepara, así sucede con el caldero. Este se prepara en una olla de gran tamaño con la que se mantiene el caldo necesario para proporcionar su característico punto.
La propuesta aprobada por la Junta Local eleva también el apoyo a la promoción de Alicante ciudad del arroz. Con esta marca se está potenciando la diferenciación en la forma de cocinarlo para así posicionarlo en el mercado gastronómico nacional. Carlos Corredor lo considera un imprescindible cuando se visita la isla: "Arroces hay muchos, pero cuando se visita Tabarca el que hay que pedir es el caldero tabarquino".
Y eso lo sabe bien una de las mujeres que más calderos sirve, María del Mar Valera. En la isla empezó su familia a trabajar con Mar Azul y cuando se abrió su restaurante en Alicante decidió darle el nombre de este plato al local, "¡qué mejor que el plato típico de la isla!". Su popularidad cuenta que llega hasta Inglaterra, donde los turistas que han visitado Tabarca se recomiendan este plato como uno más de los atractivos.
El gobernador
El otro que recibirá este particular homenaje por parte del Ayuntamiento es Guillaume René de Bailliencourt, que lo recibirá en forma de plaza a su nombre. Fue gobernador militar de Alicante desde 1767 hasta su muerte en 1775. Y como explican desde el Ayuntamiento, Bailliencourt cambió la visión de la isla al transformarla con la mejora de la fortificación de Tabarca y al hacer el primer censo de sus habitantes por encargo de Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda.
De familia noble, nació en 1708 Henao, una provincia de la actual Bélgica. De allí se trasladaron a España, donde hizo su carrera militar y fue ocupando varios puestos políticos. Con ello llegó también el título de conde Bailliencourt.