El río Ebro, en una de sus últimas avenidas extraordinarias a su paso por el recinto Expo.

El río Ebro, en una de sus últimas avenidas extraordinarias a su paso por el recinto Expo. DGA

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Aragón pedirá a Marlaska un gran simulacro de emergencia nacional sobre una riada del Ebro de dimensiones históricas

Zaragoza
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¿Cómo reaccionaría Aragón ante una riada extraordinaria del Ebro de magnitudes nunca vistas? ¿Estarían preparados los municipios de la ribera? ¿Cuál sería la cadena de mando? Son preguntas que, vistas las trágicas consecuencias de la DANA en la Comunidad Valenciana, Aragón no puede obviar. Y más en un contexto de cambio climático y con unas avenidas cada vez más dañinas con menos caudal por la suciedad acumulada en el cauce del río. Por eso, el Gobierno de Jorge Azcón pedirá al Ministerio del Interior un simulacro de emergencia nacional que tenga al Ebro como protagonista.

En 2019 ya se probó qué ocurriría si Aragón tuviera que activar el nivel 3 de emergencia. En ese caso, no obstante, el foco se puso en el Pirineo, siendo La Jacetania, el Alto Gállego y la Hoya de Huesca las comarcas que tuvieron un papel más especial con una alerta roja de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) por fuertes nevadas. Tal fue la magnitud del ejercicio que implicó a 3.500 efectivos y la colaboración de 50 instituciones y organismos civiles y militares, públicos y privados, de carácter local, regional, nacional e internacional.

El escenario era absolutamente caótico, con ríos desbordados, aludes, infraestructuras dañadas y edificios en situación de colapso, y fue capaz de poner a prueba tanto a la DGA como a los mandos nacionales. El presidente de Aragón, Jorge Azcón, está convencido de que, tras la devastadora DANA de Valencia, la Comunidad necesita un simulacro de estas características. Así lo anunció este jueves en las Cortes de Aragón y así se lo trasladará al Ejecutivo de Pedro Sánchez.

El ejercicio permitiría comprobar si la planificación teórica que se tiene para una catástrofe de esa magnitud se ajustaría realmente a las necesidades o si, por el contrario, convendría reforzar los protocolos para mejorar la coordinación entre instituciones y garantizar la seguridad de los vecinos de la ribera. En este escenario, Aragón transferiría el mando al Estado, al contrario de lo que ha sucedido en Valencia.

En 2021, Pradilla y Boquiñeni estuvieron a punto de ser evacuadas prácticamente por estas fechas. La punta entró en Novillas con cerca de 3.000 metros cúbicos por segundo e hizo que muchos se temieran lo peor. Por suerte, las mejoras ejecutadas en los últimos años desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), las limpiezas de las riberas impulsadas por el Gobierno de Aragón y la experiencia acumulada por vecinos e instituciones públicas hicieron que el problema no fuese a mayores.

Fue el último gran 'aviso' del Ebro, que cada año, o como mucho cada dos, está arruinando cosechas enteras en la Ribera Alta, la Comarca Central y la Ribera Baja. Lo saben bien en municipios como Alfajarín, Nuez de Ebro, Villafranca, Osera o Quinto, donde el río se ha convertido en un vecino más que incómodo.

De hecho, Aragón ha tenido que recurrir a la Unidad Militar de Emergencias (UME) en varias ocasiones en las dos últimas décadas por este motivo. También ha sido una Comunidad 'pionera' en hacer llegar alertas a través de los teléfonos móviles. La primera, tras la histórica riada de Parque Venecia y la segunda, por una nube tóxica en Utebo como consecuencia del incendio en una empresa de productos químicos.

Ha de tenerse en cuenta que en las riadas más graves, aquellas que se calcula que suceden una vez cada 100 o cada 500 años, el río engulliría hectáreas de cultivo que normalmente no se ven afectadas y amenazaría a no pocos cascos urbanos de la ribera. También tendría importantes afecciones en Zaragoza capital y aguas abajo.

En la crecida de 1643, el Ebro fue capaz de romper dos arcadas del puente de Piedra e inundar el antiguo convento de Predicadores, situado en el paseo de Echegaray y Caballero. En 1871, otro episodio llevó el agua hasta la Estación del Norte, y 1961, con nada menos que 4.130 metros cúbicos por segundo, el desbordamiento duró varios días. Las últimas tampoco se quedan atrás, como prueban los 2.448 metros cúbicos por segundo de 2015, los 2.237 de 2003 o los 2.037 de 2018.

Antecedentes como estos obligan a la Comunidad a estar preparada, de ahí que Azcón también insistiese ayer en el Parlamento autonómico en la necesidad de limpiar el cauce de los ríos y acabar las infraestructuras hidráulicas pendientes. En especial el recrecimiento de Yesa, que acumula años de retrasos y sobrecostes.