Paco Sánchez en El Picadillo.

Paco Sánchez en El Picadillo.

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Paco Sánchez dice adiós al histórico bar El Picadillo: "Ver que has hecho felices a tantas personas te da mucha alegría"

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Este lunes 30 de diciembre será la última vez que Paco Sánchez lleve los cafés a las mesas de El Picadillo (Zaragoza), que sirva una cerveza o entregue varias tapas detrás de la barra. Será el día en el que dirá adiós a su gran pasión, a una de las piezas más importantes de su vida, su querido bar.

El Picadillo forma parte de la historia de Zaragoza. Ubicado en la calle Manifestación, 13, es uno de los lugares más míticos de la capital, famoso por sus tapas o raciones en un ambiente acogedor y con un servicio entregado al cliente. Gracias a todo ello cada vez ha fidelizado a más gente y encontrar una mesa vacía se convierte a veces en una tarea complicada.

El 2 de agosto de 1985, hace casi 40 años, comenzó la aventura de El Picadillo con Paco Sánchez y Antonio Córdoba como emprendedores de la época. Durante la mayor parte del tiempo ambos fueron los dueños, pero desde la jubilación del segundo hace tres años y medio, Sánchez se quedó como único responsable.

Aunque la idea era traspasarlo entonces, Paco Sánchez no quería cerrar todavía esa etapa. Sin embargo, ahora sí ha llegado la hora. A sus 67 años, el aragonés se jubila y a partir del 1 de enero, serán otros quienes se hagan cargo de su querido Picadillo.

“Lo cogen tres chicos de aquí, profesionales, majos y jóvenes”, cuenta Paco, que espera que esta nueva etapa sea igual, o mejor. Además, asegura que todo seguirá siendo como hasta ahora, con el mismo nombre y el mismo personal.

Exterior del bar en la calle Manifestación.

Exterior del bar en la calle Manifestación. E.E.

Un cambio complicado

Paco Sánchez es el ejemplo de entrega, de amor por el trabajo y de pasión. “Hago lo que me gusta”, señala el propietario justificando la tristeza de su jubilación: “Hay gente a la que se le ve muy feliz cuando se jubila. Para nada es mi caso, preferiría que me faltaran otros 20 años”, confiesa.

De esta forma, reconoce que si por él fuera no se jubilaría, pero sabe cuáles son sus limitaciones: “Hay que asumir la realidad, que el tiempo ha pasado y hay que tomar decisiones. Es una etapa que ya se ha quemado y hay que empezar otra nueva vida”, reflexiona. “Llega el tiempo de decir adiós”, añade con pena.

Además, Paco Sánchez se acuerda de lo feliz que ha sido tras esa barra y dentro de esas paredes decoradas con bufandas y fotografías del Real Zaragoza, copas o imágenes del Numancia. No es para menos, sobre todo viendo su cercana relación con sus clientes, el cariño y el aprecio que se palpa entre ambas partes.

Barra de El Picadillo.

Barra de El Picadillo.

Tras tantos años compartiendo casi el día a día, esas personas se consideran ya de la familia. “Ver que has hecho feliz a tanta gente te da mucha alegría. Ese cariño es lo más bonito que hay. Es lo que te llevas. Todos trabajamos por el dinero porque es necesario para vivir, pero el cariño y el saber que todo el mundo, como yo a ellos, te respeta y te quiere, no está pagado con ningún dinero”, afirma.

En especial, se queda con los recuerdos compartidos con las personas mayores, por el cariño que siente hacia ellos. Incluso, cuenta, algunos se han echado a llorar. Además, su crecimiento personal va ligado con el bar, pues desde esa inauguración hasta ahora, Paco ha podido vivir el nacimiento de una hija y de una nieta.

Sin embargo, como en cualquier etapa, también se viven momentos más delicados. Para Paco han sido pocos y únicamente habla de la pandemia: “Fue un año duro, porque veías clientes que cogían la Covid, alguno murió. Sentimentalmente fue complicado”.

Clientes en el local.

Clientes en el local. E.E.

Después de 40 años y con 67 a sus espaldas, Paco no pierde la sonrisa, la alegría y las ganas de dar el mejor servicio posible a cada cliente que entre por su puerta. Desde luego, puede sentirse orgullo, porque su figura será recordada durante mucho tiempo.

El Picadillo seguirá vivo, pero para todos aquellos que quieran acudir antes del traspaso, el cierre al público será el lunes 30 de diciembre. El martes 31, Paco todavía acudirá a su local, pero será para hacer una despedida más íntima con el personal. Sin duda, un día de emociones, de cerrar una etapa muy feliz.

Por último, aunque El Picadillo ya no sea de su propiedad, siempre formará parte de él y siempre será su hogar.