La reciente DANA que ha azotado a Valencia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de nuestras ciudades y construcciones civiles ante fenómenos climáticos extremos, y ha causado la muerte a más de dos centenares de personas. Durante estas dos últimas semanas las noticias han ido acompañadas de imágenes de calles inundadas y edificios e infraestructuras gravemente dañadas, a lo que hay que añadir el elevado número de damnificados.
La DANA ha sido un recordatorio doloroso de que el cambio climático no es un
problema del futuro, sino una realidad que ya estamos enfrentando. Las lluvias
torrenciales y las inundaciones no solo afectan a la estructura de los edificios, sino que
también ponen en riesgo la vida de las personas. En este contexto, es fundamental
que los arquitectos y urbanistas asuman un papel proactivo en la evaluación y mejora
de las estructuras existentes.
En respuesta a esta situación, desde el Colegio de Arquitectos de Aragón, hemos
creado un listado de arquitectos voluntarios dispuestos a colaborar en la evaluación de
los edificios afectados. Esta iniciativa, llevada a cabo de forma coordinada con el
Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) y con el Colegio de
Arquitectos de Valencia (COAV) busca ofrecer apoyo inmediato en las poblaciones afectadas por la DANA.
La experiencia y el conocimiento de nuestros profesionales son recursos valiosos que permiten identificar riesgos y proponer soluciones efectivas, en caso de ser necesarias. La inspección de las estructuras de los edificios es fundamental para garantizar la seguridad de los ciudadanos, por lo tanto, es imperativo que realicemos un análisis exhaustivo de las construcciones afectadas.
La definición de estrategias y la adopción de medidas, sobre el entorno construido, con
el objeto de garantizar un entorno urbano seguro y sostenible requiere un enfoque
multidisciplinar que integre el conocimiento y la innovación de la arquitectura, la
ingeniería, la planificación urbana, el medioambiente y la gestión de riesgos. Sólo
trabajando de forma conjunta y con un enfoque global podremos diseñar soluciones que no solo respondan a las necesidades inmediatas, sino que también sean sostenibles a largo plazo.
La calidad de la información y el grado de sensibilización de la ciudadanía también
juegan un papel fundamental ante estos eventos. Es vital que los ciudadanos
conozcamos y comprendamos las motivaciones y el alcance de las medidas de
prevención que se adopten, así como los protocolos de actuación en caso de
emergencia. Iniciativas de divulgación, talleres y charlas pueden ayudar a informar a la población sobre cómo pueden contribuir a la resiliencia de sus comunidades.
Además, es importante que las administraciones públicas se comprometan a invertir
en la infraestructura necesaria para afrontar estos retos. Esto no solo incluye la
rehabilitación de edificios dañados, sino que observa la adopción de medidas como la creación de sistemas de drenaje eficientes, la mejora de la red de transporte y la
implementación de tecnologías que permitan una mejor gestión del agua. La inversión en infraestructura resiliente no solo protege a los ciudadanos, sino que también puede
ser un motor de desarrollo económico.
El momento presente obliga a reflexionar sobre nuestras prácticas, mejorar nuestras normativas y hacerlas cumplir. La creación de un listado de arquitectos voluntarios es solo el primer paso en el camino, y la colaboración entre profesionales, la información de la ciudadanía y el compromiso de las administraciones públicas los elementos clave para construir un futuro más seguro y sostenible. No podemos permitir que eventos como la DANA se repitan sin aprender de ellos y sin tomar las medidas necesarias para proteger a las personas y su entorno.