Sabelotodo es una persona que presume de sabia sin serlo. Todos conocemos a alguien. Ahora, a los sabelotodo les dicen cuñados. Son modas.

Algunos sabelotodo padecen un trastorno de personalidad conocida como narcisismo. El problema no es que sobreestimen su propia valía, sino que subestiman a los demás. Los narcisistas habitan un mundo de fantasía. Admitir cualquier error pondría en tela de juicio su propia identidad. Así que, para defender este mundo tan vulnerable, son capaces de recurrir a cualquier cosa, pues como seres superiores se consideran con derecho a todo.

Los narcisistas acaban solos. Insistir en ser siempre el único en tener la razón lleva al aislamiento, a romper relaciones. Amigos y familiares tienen un límite.

Lo reconozco. Estoy pensando en los partidos políticos. Y no se salva ninguno.

Hace tiempo que la política se enfrenta a este fenómeno, pero está alcanzado el límite: los partidos padecen trastorno de la personalidad narcisista.

Se han convertido en grupos de incondicionales que defienden ciegamente a los suyos y atacan sin piedad al contrario. Da igual lo que hagan unos y otros. Da igual incluso que todos hayan hecho en algún momento.

Defienden a sus corruptos mientras atacan a los ajenos. Hacen nombramientos que defienden como lógicos, pero que vistos en el contrario resultan absolutamente inadmisibles. Y cerrar un congreso sin críticas es una muestra de unanimidad y fortaleza propia, pero es hacerlo a la “búlgara” cuando son los rivales.

El narcisismo político tiene consecuencias para la sociedad: polarización, desafección y ausencia de debate útil y constructivo. Prepara el terreno a la anti política y al crecimiento de movimientos totalitarios.

Los ciudadanos pierden la confianza en la democracia. Ven a los partidos como entidades que solo buscan el poder a cualquier precio.

Y así los ciudadanos son menos propensos a participar en las elecciones y a respetar las decisiones de los gobiernos democráticamente elegidos. Se llama crisis de legitimidad. Los partidos, con sus excesos verbales, ponen en riesgo al conjunto de la sociedad de la que forma parte esencial.

Según diversos estudios, la desafección política en España aumenta debido a la percepción de que los partidos están más interesados en atacar a sus oponentes que en resolver los problemas del país. Los ciudadanos creen que todos los políticos son corruptos y que sus votos no tienen impacto. Si todos son iguales, ¿para qué votar?

La ausencia de política en el sentido más profundo del término. No existe diálogo constructivo sobre cómo mejorar la sociedad. El debate político queda reducido a un intercambio de insultos y descalificaciones.

Este ruido excesivo oculta las propuestas, que las hay, y la ausencia de un debate político constructivo impide la formulación de políticas públicas efectivas. Sin un diálogo abierto y honesto sobre problemas y soluciones, los gobiernos no pueden tomar decisiones informadas y sólidas. Esto resulta en políticas ineficaces que no abordan las necesidades reales de la sociedad.

Y se abona la radicalización y la violencia política. Cuando los ciudadanos ven a sus oponentes como enemigos, están más dispuestos a justificar el uso de la violencia para defender sus posiciones.

Se hace necesario promover una cultura política basada en el respeto y el diálogo. Los líderes políticos deberían dar ejemplo, evitando el lenguaje incendiario y fomentando el debate constructivo.

Los medios de comunicación deberían ser responsables y transmitir a los ciudadanos la importancia de la participación política y el valor del pluralismo. En lugar de convertirse en meras cajas de resonancia y agitar las más sangrientas luchas, harían bien en promover una ciudadanía crítica y que valore la diversidad de opiniones. Los medios también se están quedando solos, por cierto.

Los partidos deben reaccionar, darse cuenta de la importancia de discutir en el ágora pública y reorientar el debate hacia los temas que realmente importan a los ciudadanos: la falta de vivienda, el precio de los alimentos, la pérdida del poder adquisitivo de quienes vivimos de nuestro trabajo o la adaptación a los fenómenos climáticos extremos. Escriban ustedes su propia lista.