Hace unos días, un hombre fue con su hija menor al centro de salud de Casetas. Una médica atendió y examinó a la chica. El padre quería que le recetaran antibiótico, pero la profesional consideró que no era necesario. Él reaccionó de forma violenta, le insultó (“me cago en tus muertos”), le tiró un paraguas y se abalanzó sobre ella. El centro cuenta con vigilante de seguridad, que intervino para defender a la médica. Éste es sólo uno de los aproximadamente 800 casos de agresiones a sanitarios denunciadas este año en Aragón. Es un problema creciente y que nos preocupa mucho.

El número de agresiones al personal del ámbito sanitario se ha disparado en Aragón en los últimos años. Y éste va tristemente camino de batirse el récord. En 2023 se registraron 722 y en este 2024 pueden superar los 800, según los últimos datos del Salud. Nueve de cada diez víctimas de las agresiones son mujeres, sobre todo enfermeras, médicas y técnicos de cuidados auxiliares (TCAES). La mayoría de las agresiones se producen en centros de atención primaria por parte de pacientes o familiares.

¿Cómo hemos pasado de los aplausos a las agresiones? Qué lejos quedan ahora los aplausos al personal sanitario cada día a las ocho de la tarde durante la pandemia. Aquel movimiento ciudadano espontáneo fue muy emocionante y gratificante para nosotros. Casi cinco años después, los profesionales sanitarios nos sentimos agotados, desbordados, olvidados, agredidos e indefensos. Pedimos algo básico: medidas de seguridad para poder trabajar con tranquilidad y poder prestar la asistencia sanitaria que necesitan nuestros pacientes.

Ahora que llega el final de año, hacemos balance y enumeramos nuestros propósitos de año nuevo. Deseamos que ojalá el 2025 sea un punto de inflexión y se ponga freno a las agresiones a los sanitarios. Para ello tenemos todos mucho trabajo por delante. Desde nuestro sindicato vamos a seguir apoyando a los profesionales, animándoles a denunciar cualquier agresión física o verbal que sufran. Queremos que se sientan seguros y sepan que no están solos. Y, a la vez, vamos a continuar denunciando y reclamando a la Administración para que se pongan todas las medidas necesarias.

Es cierto que se han dado pasos, que la Administración está tomando medidas, pero éstas resultan insuficientes y llegan muy despacio. En 2018 el Salud creó la Mesa Técnica de Agresiones y desde entonces nos reunimos varias veces al año con la Administración y los sindicatos. Vemos voluntad por parte del Salud para afrontar este problema, pero falta coordinación, falta presupuesto y faltan medidas más ambiciosas para tratar este problema creciente.

Desde CSIF reclamamos vigilantes de seguridad en todos los centros (ahora sólo hay en una treintena). Y pedimos que su presencia se amplíe, no que se reduzca o se suprima si bajan las agresiones en un centro, como ha ocurrido en el de La Almunia. Otra medida de seguridad es el llamado botón del pánico, un dispositivo de alerta en los ordenadores para que los trabajadores puedan avisar en caso de agresión. Los 124 centros de salud de Aragón disponen de botón del pánico, pero hay cerca de un millar de consultorios rurales que carecen de él. Para visitas domiciliarias existe un sistema de geolocalización. En la Mesa Técnica se aprobó que todos los profesionales dispongan de él, pero su implantación va muy lenta. También pedimos el endurecimiento de las sanciones cuando hay una agresión. Y la publicación de un nuevo protocolo de violencia externa adaptado a las necesidades actuales. Hay muchos deberes pendientes.

Y estos datos nos deben llevar a una reflexión más profunda. ¿Por qué hay agresiones a sanitarios? ¿Por qué están aumentando? ¿Qué podemos hacer? Hay claramente un problema de educación. Vivimos en una sociedad cada vez más crispada e individualista. Queremos todo y lo queremos ya. Tal vez también influye que nuestra sanidad está cada vez más tensionada: faltan profesionales, las plantillas están saturadas, han aumentado las esperas, no se puede atender correctamente a los pacientes. No hay soluciones mágicas a este problema, pero sí una suma de soluciones: mejoras organizativas, más medidas de seguridad, más medios, más educación.

Aportamos nuestras propuestas y reflexiones. Y deseamos un feliz (y seguro) año nuevo.