Durante los últimos meses se suceden en toda España, pero sobre todo en Aragón, un sinfín de anuncios de inversiones en “centros de datos” al calor del boom de la Inteligencia Artificial.
En Aragón, al igual que sucedió con las renovables, apenas ha habido debate público ni político en este sentido. Lejos de ello, el Gobierno de Aragón se ha apresurado en los anuncios de PIGA (Planes y Proyectos de Interés General de Aragón). Tengo la sensación de que no ha habido semana en que el presidente de Aragón no haya presentado con gran despliegue de pantallas, ante una audiencia complaciente, el enésimo centro de datos que se instala en esta comunidad.
El pasado 7 de marzo un periódico nacional de gran audiencia publicó el artículo “La sed de la oscura nube de Amazon” que intenta dar luz sobre sus consumos energéticos y de agua, revelando la dificultad manifiesta de encontrar esos datos, y los escollos y omisiones que distintas administraciones manejan. En Aragón el sector ha levantado un muro casi impenetrable, con cláusulas de privacidad para no dar datos reales ni fiables, incluso argumentan que la agricultura gasta mucha más agua. ¿Señores, se olvidan de que la agricultura nos da de comer?
Asistimos a una dejación de funciones de políticas públicas de libro, volcadas en los grandes anuncios de inversiones, amplificados por cierta prensa “creyente”. La administración aragonesa debería adoptar un perfil mucho más neutral (o al menos parecerlo), y no dar por buenas todas las iniciativas que surgen de fondos de inversión o grandes empresas que denota un nivel de populismo y cortoplacismo político absoluto. En este sentido, son idénticas las políticas de los presidentes Lambán y de Azcón.
Estamos ante un tema extremadamente serio. Jugamos con los escasos y tensionados recursos hídricos de Aragón y la energía eléctrica de origen renovable que ha sacrificado todo, cuyo máximo impulso se ha dado con un plan energético caducado desde 2020, creando malestar en muchos territorios y que ocupa más del 50% de los municipios de Aragón.
El consumo excesivo de agua de los centros de datos y plantas de hidrógeno ni siquiera se ha tenido en cuenta en los Planes de Cuenca de la mayoría de las confederaciones hidrográficas y sin embargo las peticiones de suministro no paran. Es inaudito.
En Aragón lo único claro es que no hay plan y no quieren que lo haya. Ni de ordenación de las energías renovables ni de nada que tenga que ver con el sector energético; es evidente que su plan sigue siendo poner la alfombra roja sin límites ni control.
Por otro lado, el INAGA no para de sorprender. A la retahíla de expedientes de renovables favorables de los últimos años se suma ahora el del centro de datos situado en Huesca, con un consumo estimado de 35.000 m3 (según resolución del INAGA de 27 de julio de 2020, firmada por el señor exdirector del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga), Jesús Lobera) y cuyo consumo real, según un medio nacional, ascendería al doble. ¿La información recogida en dichos expedientes es real? ¿Se está cumpliendo con los requisitos ambientales? ¿Qué seguimiento hace el INAGA de las autorizaciones otorgadas?
Asistimos al penúltimo capítulo del desenfreno. De cómo el cambio climático se ha utilizado como herramienta de presión y de emergencia para dar por buenos cientos de instalaciones renovables con miles de MW, y ahora intentar a la desesperada dar cobijo al boom de esa electricidad en un modelo de negocio que nada tiene que ver con la mitigación del cambio climático, ni con la electrificación de la economía.
La burbuja de generación se prevé tan gigantesca ya que vamos a tener que “gastar” electricidad como sea para no poner en riesgo, no sólo miles de millones de euros de promociones renovables, sino la propia estabilidad del sistema eléctrico nacional. Un asunto que la propia ministra no ha dudado en tildar de “Burbuja de Centros de Datos” y que seguro tendrá una implicación tremenda en el bolsillo del ciudadano el día de mañana, porque es evidente que los centros de datos necesitan muchísima energía de forma constante, y no pueden alimentarse solo invadiendo más todavía el medio rural con renovables.
Se necesitará mucha más energía producida con gas, y con ello más emisiones de CO2 y más cara la factura de la luz. Lo que es más que evidente es que tanto PP como PSOE coinciden en Aragón con su política errática del "todo vale", permitiendo el expolio de nuestros recursos en favor de una especulación que no genera apenas empleos ni desarrollo.