Castillo de Montearagón.

Castillo de Montearagón. ADOBE STOCK

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Esta fortaleza medieval de un pueblo de Huesca esconde siglos de historia: fue clave en la reconquista de Aragón

Zaragoza
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Aragón es una tierra llena de monumentos defensivos que narran los episodios más intensos de su historia y consolidación del territorio. Las fortalezas aragonesas, que se alzan majestuosas sobre colinas y montañas, no solo defendían el paso de ejércitos enemigos, sino que también funcionaban como centros administrativos y religiosos. Construidas en ubicaciones estratégicas, estas fortalezas servían para controlar caminos y vigilar las fronteras. Hoy, muchas de ellas se conservan como auténticas joyas arquitectónicas, testigos de siglos de historia, y se han convertido en destinos turísticos que capturan la esencia del pasado medieval de Aragón.

El arte de las fortalezas aragonesas destaca por una mezcla de estilos arquitectónicos debido a las diversas influencias culturales que han pasado por la región. Desde torres y murallas construidas bajo la influencia islámica hasta imponentes castillos de estilo románico y gótico, cada fortificación refleja las manos de quienes las diseñaron y habitaron.

De Loarre a Sos del Rey Católico, pasando por las murallas de Alquézar y las torres de Aínsa, cada una tiene su propia historia de batallas, alianzas y leyendas. Sin embargo, hay una que cayó en el olvido y desde hace relativamente poco el Gobierno de Aragón trabaja en su restauración y en su promoción con visitas guiadas y recreaciones teatrales en los meses de verano. Se trata del castillo de Montearagón.

Montearagón: la fortaleza de Sancho Ramírez

En lo alto de una colina que domina la ciudad de Huesca se alza el imponente Castillo de Montearagón, una joya histórica y arquitectónica que, aunque menos conocida que otras fortalezas aragonesas, tiene una relevancia única en la historia de España.

Este castillo fue levantado en 1085 bajo las órdenes del rey Sancho Ramírez, con el objetivo estratégico de servir como base para la reconquista de la ciudad musulmana de Wasqa, hoy conocida como Huesca. La fortaleza cumplió su misión una década después, convirtiéndose en un símbolo de la expansión cristiana en la región.

Pocos años después de la conquista de Huesca, el rey decidió fundar en Montearagón una canónica bajo la regla de San Agustín, lo que dio lugar a la creación de la Capilla Real de Aragón.

Esta canónica no solo añadió un valor religioso a la fortaleza, sino que la convirtió en un lugar con una estrecha vinculación a la realeza aragonesa. Tanto es así que, en 1134, el castillo pasó a ser el Panteón Real, donde descansaron miembros de la nobleza y clérigos de alta cuna.

Un castillo con una historia de renacimientos y restauraciones

Con el paso de los siglos, Montearagón sufrió distintos avatares que lo llevaron de su época de esplendor al abandono. En el siglo XVI, el rey Felipe II decidió extinguir la vida monástica en la fortaleza, lo que inició un período de deterioro. Sin embargo, la actividad monástica se reanudó, aunque en un edificio debilitado.

Tres siglos después, un incendio causó graves daños en la fortaleza, que entonces pertenecía a manos privadas. Finalmente, su propietario devolvió el castillo al Estado, lo que permitió iniciar labores de reparación en su iglesia, restaurándola en estilo barroco para devolverle su esplendor.

A pesar de estos esfuerzos, el castillo volvió a sufrir daños durante la Guerra Civil, que dejó su estructura aún más debilitada. Fue necesario esperar hasta el siglo XXI para que se iniciaran trabajos de restauración que finalmente permitieron su reapertura al público. Actualmente, el castillo de Montearagón cuenta con visitas guiadas y recreaciones históricas, lo que permite a los visitantes sumergirse en su rica historia.

Para quienes buscan adentrarse en la historia de Aragón y conocer una fortaleza que, aunque no tan conocida como el Castillo de Loarre, conserva un encanto propio y una importancia histórica indiscutible, el Castillo de Montearagón es una opción excepcional.