Unas tortas.

Unas tortas. M.H.

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Este es el postre tradicional de la abuela aragonesa, ideal para los días de frío: es saludable y muy rico en fibra

Zaragoza
Publicada

Cuando el frío arrecia, los aromas dulces y cálidos de la repostería nos envuelven como un abrazo. Esta época del año invita a disfrutar de recetas tradicionales, transmitidas de generación en generación, que llenan nuestros hogares de sabores y recuerdos.

En los días de frío apetecen castañas calientes, o un buen chocolate con churros. Sin embargo, en Aragón, también hay otra receta que encanta principalmente en Huesca en el municipio de Ayerbe.

En Aragón, una región rica en tradiciones culinarias, destaca un postre singular: el Refollao. Estas tortas dulces, ideales para acompañar un buen café o una infusión, combinan sencillez y sofisticación, ofreciendo una explosión de texturas que satisfacen tanto el corazón como el paladar. El nombre puede sorprender un poco, pero es que  “folla” en aragonés significa hoja.

Cocina aragonesa

La gastronomía aragonesa es un tesoro culinario. Desde sus guisos contundentes hasta su repostería, cada plato cuenta una historia de arraigo y amor por la tierra. Ayerbe, un pintoresco pueblo de la provincia de Huesca, es conocido por su panadería Ascaso, una referencia obligada para quienes buscan el auténtico sabor tradicional. 

El Refollao es más que un postre; es un homenaje a las manos laboriosas que moldean con mimo cada pliegue de la masa. Su peculiar elaboración, incluye una técnica de plegado única, y si no se tiene mucha maña, algo complicada.

El Refollao de Ayerbe, una receta tradicional aragonesa, se puede adaptar fácilmente para potenciar su contenido en fibra, haciéndolo más saludable sin perder su esencia. El secreto está en elegir harinas integrales o mezclas con cereales ricos en fibra, como la espelta integral o el centeno, que además de aportar un sabor rústico y delicioso, mejoran el valor nutricional del postre.

Para una versión rica en fibra, también puedes incorporar pequeñas cantidades de salvado de trigo o semillas como chía o lino en la masa, ingredientes que complementan la receta original con sus múltiples beneficios.

Receta del Refollao de Ayerbe: un deleite para el frío

A continuación, te compartimos una versión adaptada para hacer en casa este delicioso postre. Con ingredientes accesibles y un proceso que requiere paciencia y cariño, el resultado será un Refollao digno de las mejores mesas aragonesas.

Ingredientes:

  • 300 g de harina blanca de espelta ecológica
  • 170 g de agua
  • 15 g de aceite de oliva virgen extra
  • 60 g de azúcar
  • 1 g de levadura seca de panadería
  • 1 g de sal

Refollau de Ayerbe

Refollau de Ayerbe Huesca la Magia

Elaboración:

  1. Preparar la masa:
    Mezcla todos los ingredientes en un bol hasta que no queden restos de harina seca. Amalgama suavemente y deja reposar la masa durante 10 minutos. Luego, amasa con delicadeza, intercalando pausas para que la espelta, de menor fuerza, pueda relajarse. Tras una hora de fermentación, divide la masa en dos partes de aproximadamente 260 g.

  2. Formar las bases:
    Bolea cada porción y déjala reposar 20 minutos. Luego, estira cada masa en un círculo de unos 40 cm de diámetro, trabajando con pausas para facilitar el estirado.

  3. Dar forma al Refollao:
    Con una aceitera, dibuja una espiral de aceite sobre la masa estirada y espolvorea la mitad del azúcar reservado. Realiza siete pliegues alrededor del centro, ayudándote con las manos para formar la estructura característica del Refollao. Repite con la segunda masa.

  4. Fermentación final:
    Deja que las piezas fermenten durante tres horas, hasta que la masa esté suave y relajada.

  5. Hornear:
    Precalienta el horno a 200 °C con ventilador (230 °C si usas una bandeja tradicional). Antes de hornear, unta las piezas con más aceite y distribuye el azúcar restante sobre la superficie. Hornea de una en una durante 12 minutos, hasta que estén doradas y caramelizadas.

El Refollao de Ayerbe es una muestra de cómo la tradición puede transformar ingredientes simples en una experiencia inolvidable. Sus texturas, que alternan entre lo tierno y lo crujiente, y su equilibrio entre el dulce y el sabor del aceite de oliva, lo convierten en un postre ideal para los días fríos.