Por José Manuel Flomesta Abenza
Este año se cumplen 400 años de la muerte del más grande escritor que han dado las letras españolas: Miguel de Cervantes Saavedra. Un autor que, en muchas ocasiones, ha quedado transfigurado en favor de su creación quijotesca. Sin embargo, es de justicia resaltar su obra literaria más allá del universo dibujado en Don Quijote de la Mancha.
Los diferentes azares de su vida se plasmaron en muchas de sus obras, desde Rinconete y Cortadillo hasta El licenciado Vidriera. Fue incluso soldado en la Batalla de Argel, y, de aquella época, han quedado reflejos en obras como Los tratos de Argel. Además del mítico apodo de El manco de Lepanto, algo que se demostró que no fue así. Únicamente perdió la sensibilidad en su brazo izquierdo, a consecuencia de varios disparos de arcabuz, pero en ningún momento perdió la extremidad, como erróneamente se cree.
Evidentemente, la producción literaria de Cervantes es muy extensa, y, aunque la cumbre aparece con Don Quijote de la Mancha, sería injusto no recordar también su obra dramática o su obra poética, a pesar de que ésta no sea ni demasiado extensa ni tan relevante como las otras dos.
Cervantes representa el máximo exponente de las letras españolas, sus obras han sido traducidas a multitud de idiomas y, lamentablemente, hoy, en España, únicamente es recordado en determinadas fechas. Recordando otra obra capital, como es el Poema de Mio Çid, podría decirse aquello de "¡Dios, que buen vassalo! ¡Si oviesse buen señor!".