El líder del PSOE Pedro Sánchez/EFE/Zipi

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Una guerra de desgaste con fecha de caducidad

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Por Miguel Lázaro Caballero

A los Éforos de Esparta había que rendirles tributo. Su función teórica era salvaguardar el cumplimiento de las leyes tradicionales, acumulaban el poder legislativo, aunque desde las sombras eran los verdaderos déspotas que movían las fichas del tablero, sirviéndose de las leyes en modus fariseo.

Nadie quiere morir y menos el bipartidismo, que se resiste en su bicefalia representada por Rajoy y por Sánchez a desaparecer. Ninguno de los dos quiere o ha querido suscribir nada, que no vaya enmarcado bajo el membrete de las siglas de su partido. Se habla de Sentido de Estado, pero a este paso Albert Rivera de C’s, va a tener que clonarse o sacarse un doble replicante para poder ganar dos o tres horas de sueño al día.

El tiempo se agota y Rajoy y su vieja guardia no se bajan del burro. Hay que ir a verlos para rendirles el tributo, pedirles permiso y hablarles de todo menos de regeneración y de democratizar su estructura de partido: paso necesario ante la obviedad. Rajoy es el Éforo supremo del PP, que junto a Cospedal los domingos, Rafael Hernando entre semana y Martínez-Maíllo, recitan mantras monolíticos que su militancia y votantes, tienen que creerse sí o sí, repitiéndolos una y otra vez.

Por lo visto, todo es culpa de los demás, menos de ellos: los elegidos del Olimpo. Me pregunto :¿Dónde está Soraya? ¿Ya no la quieren? ¿Se la están guardando para después? Parece que Soraya Sáenz de Santamaría está desaparecida después de la campaña. ¿La estarán reservando para un inesperado golpe de efecto? ¿La habrán quitado de en medio como la única capaz de sustituir al líder supremo Rajoy?

A Sánchez, que sí ha tomado el relevo y sí ha firmado un pacto, realmente no le ha quedado más remedio. Avanza sobre sí mismo, porque sabe que no tendrá una segunda oportunidad dentro de su propia casa. Aguanta el tipo ante un Albert Rivera muy seguro de lo que quiere para el país. Al líder de C’s no le ha temblado el pulso para firmar, porque sabe que Pedro Sánchez, no es que quiera decir que sí… es que no puede decir que no.

El PSOE se ha puesto a sí mismo la etiqueta de “partido líder del cambio”. Quizás por no darse por aludido, que como viejo partido necesita refundarse tanto o más que su oponente Popular. Por eso Sánchez tiene que hablar hasta con su vecino de arriba, por eso Rivera ha podido colocar el 80% del programa de C’s en el acuerdo. Mientras tanto, Pablo Iglesias 2.0 sigue actuando como si tuviera mayoría absoluta; Alberto Garzón sigue imitando el discurso de Albert Rivera en modo “solo izquierda”… le copia, pero no quiere hablar nada con él.

Nadie quiere morir, pero probablemente con un Partido Popular sin “vieja guardia”, y con un PSOE sin un ego macroscópico de “17 veces no”, ya tendríamos un aceptable acuerdo para un gobierno institucional de reformas, con C’s como argamasa de unión. A eso si podríamos llamarlo Segunda Transición: eso sería Sentido de Estado.

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