David Blanco Herrero, @ddad713
La primera semana de mayo de 2016 ha sido de una intensidad inusual para el periodismo. El día 3, martes, se celebraba el Día Mundial de la Libertad de Prensa, un recordatorio anual de la importancia –y por desgracia, la todavía utopía- de unos medios de comunicación libres. El día siguiente el diario El País celebraba el 40 aniversario de su fundación: cuatro décadas de periodismo inevitablemente ligadas a cuatro décadas de democracia en España. Aun hoy, con sus luces y sus sombras, es el diario de referencia en nuestro país. Y a su estela desde hace ya muchos años, un diario valiente que, ese mismo día, por primera vez desde 1994, no salía a la calle. Sus trabajadores convocaban una huelga para protestar por los 224 despidos que el grupo Unidad Editorial tiene planeados. Y para sacarle brillo a la semana, la entrega de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo y el Premio de Novela Fernando Lara, que entregan El País y la Editorial Planeta, respectivamente.
Una celebración internacional, un aniversario, una huelga por un ERE y dos entregas de premios. Analizadas con cierta profundidad sirven para ilustrar la situación del periodismo en nuestro país de una forma bastante acertada: las reivindicaciones pendientes, la necesaria evolución de los soportes, la crisis de empleo y la diversificación y creciente concentración del sector han sido visibles a lo largo de estos días.
Pero la gran alegría llegaba el sábado de forma inesperada. Los periodistas Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre eran liberados tras casi un año secuestrados en Siria. Tres periodistas valientes y comprometidos que, por fin, pueden volver a casa.
En una era en la que la información parece estar al alcance de la mano, son los periodistas que se atreven arriesgar su vida y su libertad, como hicieron Antonio, José Manuel y Ángel, los que nos demuestran que aun necesitamos profesionales que se acerquen a la realidad para contarnos lo que verdaderamente ocurre.
Necesitamos periodistas entregados que lleven a cabo una tarea ingente de análisis para descubrir qué nombres y por qué aparecen en los Papeles de Panamá.
Necesitamos periodistas responsables que sepan anteponer lo que importa, como los bombardeos sobre una campo de refugiados en Siria, frente a lo que vende, como el fútbol. Necesitamos periodistas valientes que realicen sátiras sobre Erdogan aunque eso les enfrente a la justicia de la idealizada Alemania. Necesitamos periodistas comprometidos que, desde la pluralidad, el debate y el respeto, nos proporcionen el análisis e información necesarios para poder tomar las decisiones adecuadas.
Necesitamos, si de verdad queremos democracia y libertad, que el periodismo, como Antonio, José Manuel y Ángel, siga vivo y libre. Y si necesitamos todo esto es porque todavía no lo tenemos. La entrega, la responsabilidad, la valentía y el compromiso son, en estos momentos, valores más escasos de lo que la sociedad necesita.
Pero ahora no toca lamentarse. Toca luchar por todo ello. Y toca, gracias al trabajo de quienes lo hicieron posible, alegrarnos porque tres periodistas están no solo vivos, sino libres. Y con ellos, el periodismo está un poco más vivo. Y es un poco más libre.