Por Víctor Llano
Fernando Múgica no sólo era una gran persona. Como periodista era incansable, valiente, brillante, libre… Creía en lo que hacía. Con la grandeza de los grandes, humilde, sabía escuchar y valorar lo que otros podían aportarle.
Perdió muchos admiradores por no conformarse con la versión oficial del 11-M. Y sin duda le dolió, pero siguió adelante. No se conformó. Con su primer “agujero negro” sobre la masacre de Madrid dejó bien claro que sólo respondería ante su conciencia. Así murió, como mueren los hombres libres.
No coincidimos sobre la autoría de la masacre, pero si algo sé del 11-M lo sé por él. Lo que muchos, incluso hoy le critican, fue su pasión. Su última gran pasión.
Dios bendiga a Fernando Múgica. Un hombre libre.