El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez/Emilio Naranjo/EFE

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La fractura del PSOE

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Por Mario Martín Lucas

La quiebra del bipartidismo en España quedó patente el 20-D, con notables perdidas de votos y escaños, tanto por el PP, como por parte del PSOE, lo cual ya se vislumbraba en los últimos años, especialmente desde que los efectos más perniciosos de la crisis llegaron a los hogares de los españoles. Pero como nada une tanto como el poder, mientras la izquierda, en su conjunto de viejos y nuevos partidos, aparece divida en diferentes formaciones; la derecha, a pesar de todo, mantiene sus posiciones, silente, aun tensa, en torno al PP, solo acuciada por la fuga de votos de los más identificados en otras formas y en la regeneración, vestida de liberalismo en lo económico, que defiende Ciudadanos.

Ante el nuevo proceso electoral del 26-J, las posiciones más tradicionales de derecha e izquierda han encontrado acomodo en la bipolarización “PP vs. Podemos”, con la aquiescencia de sus respectivas direcciones. Mientras en el PSOE, sus propios errores, su cierta inconcrecion en materias muy sensibles e, incluso, sus propias políticas de pactos a nivel municipal y autónomo, en comparación con el llamado pacto de “El abrazo” con Ciudadanos, durante el proceso de intento de investidura de Pedro Sánchez, le han situado en una posición de indefinición. Enmarca en su propio interior la fractura política en la que se divide la sociedad española, más allá de derecha o izquierda: políticas liberales o socialdemocracia, más privatizaciones o defensa de lo público. Esa división atraviesa al PSOE, y ello no ocurre con el resto de partidos, cuyos mensajes llegan más nítidos. ¿Cuáles son sus distinciones en materias como la reforma de las instituciones del Estado, modernización del modelo productivo, lucha contra la desigualdad, mercado laboral (especialmente respecto a los efectos de la última reforma), política fiscal, pensiones, sanidad, educación, etc?Porque si sobre ello preguntáramos a varios de sus "barones" territoriales tendríamos respuestas muy diferentes, bastaría solo con hacer un test entre Susana Díaz, Fernández Vara o Ximo Puig …por poner algunos ejemplos.

El PSOE en las pasadas elecciones del 20-D solo venció en una capital de provincia, en lo que podríamos definir como las concentraciones de voto urbano. Ocurrió en Huelva, y es necesario que reflexione sobre sus causas. Para ello quizás le sirviera el argumento empleado por Joaquin Costa, en 1901, quien identificó que el régimen oligárquico que entonces se daba en España, conocido como “caciquismo”, se estructuraba en tres niveles: un primero donde se situaban los notables, agrupados en las Cortes, las instituciones del Estado, los ministerios y las estructuras de cada partido político; un segundo que agrupaba a los “caciques” de cada territorio; y un tercero controlado por los gobernadores civiles. Esos “caciques” de entonces podrían ser hoy quienes controlan las autonomías, y la perseverancia de los usos y costumbres de aquel “caciquismo”, con el voto agradecido y un cierto servilismo, podrían haberse mantenido en las estructuras territoriales del PSOE, quizás también del PP, impidiendo la conexión con el voto urbano, que es donde primero aparecen las tendencias sociológicas del próximo tiempo. No parece baladí que la mitad del millón y medio de votos socialistas perdidos el 20-D se concentraran en las 62 ciudades que superan los 100.00 habitantes y en las 15 capitales de provincia que no alcanzan ese tamaño.

El PSOE se enfrenta a una interesante paradoja. Mientras la mayoría social de los españoles se sienten políticamente ubicados en el centro izquierda, que es el espacio político histórico de ese partido, sus resultados desde el 2011 se van sucediendo a peor. Seguramente tenga su origen en Rodriguez Zapatero, en su gestión en el inicio de la crisis y en la quiebra de la confianza que supuso la reforma constitucional que propició el 23 de agosto de 2011, apoyada entusiásticamente por el PP, ya que el sentido de la misma fue totalmente contrario al programa electoral con que se presentó a las elecciones ante los españoles, engendrando en aquel desencanto la mayoría absoluta electoral de Rajoy en 2011, de tan dolorosas consecuencias. Debió dimitir, explicar la situación creada, convocar nuevas elecciones y, de considerarlo necesario, volver a presentarse con el programa adecuado al momento o retirarse. De aquellos polvos, estos lodos …aunque no los únicos.

El PSOE debe identificar su proyecto, con suficiente claridad, no se puede estar en dos sitios a la misma vez, como dice el refrán español: “…soplar y sorber, no pueden juntos ser”.

Con seguridad, el próximo Gobierno se formará desde la negociación y el pacto, pero las condiciones en las que se llegue a él serán determinantes y por medio hay unas elecciones y el suelo electoral del PSOE corre el riesgo de seguir batiendo récords. No es momento ni de jaulas de grillos, ni de reinos de taifas, es la hora de la definición.

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