No acabo de adivinar qué motivos llevan al PP alicantino a desentrañar sus orígenes menos amables con el recurso ante la Justicia que ha acabado finalmente en una sentencia judicial que obliga a reponer al nombre de las calles franquistas retiradas del callejero de Alicante, con repercusión en los medios nacionales. Se apoyan para sacar adelante esta estrategia en un defecto de forma del tripartito de izquierdas alicantino, que debería haber aprobado la moción que instaba a la retira de las misma en el pleno y no en la Junta Local del Gobierno municipal.
Pero más allá de las formas, subyacen los fondos, que son siempre el indicador más fiable de la cuestión. El PP alicantino se posiciona con esta acción a favor de la reposición de calles con nombres franquistas y fascistas, muchos con un elevado número de asesinatos a su cargo en el contexto de la Guerra Civil y represión de vencedores sobre vencidos: véase el caso de Felipe Bergé, de los falangistas López de Osaba, del camarada César Elguezábal o del camarada Romeu Palazuelos.
Destaca insisto con esta acción, que el Partido Popular alicantino, con el beneplácito de su dirección nacional, retorna a sus principios menos simpáticos desde la fundación de su partido por un ministro de Franco. En esta tesitura se sitúa el portavoz popular Luis Barcala, dejando atrás los tiempos más templados en busca del Centro político que Aznar no pudo encontrar porque no quiso más allá de una campaña electoral y Adolfo Suárez no pudo porque no le dejaron los partidarios del búnker y al mismo tiempos en contra de la Ley de Memoria Histórica promulgada por los gobiernos de Zapatero que sigue en vigor.
Decía Baltasar Garzón en 2013 a propósito de la muerte del dictador Videla en prisión que: “En Argentina hay justicia, aquí homenajes a la División Azul”. Y es realmente así. Porque la reposición de una placa de la División Azul representa lo más hiriente de nuestra reciente Historia y lo más dañino para la reconciliación. Homenaje a 50.000 soldados españoles, en su mayoría voluntarios que participaron en diversas batallas, fundamentalmente relacionadas con el sitio de Leningrado, junto al ejército Nazi, los mismos que torturaron y encarcelaron a tantos españoles en campos de concentración como el Mauthausen, como fue el caso del ex-ministro socialista Jorge Semprún, combatiente entre los partisanos de la Resistencia, quien sobrevivió al horror del Holocausto, pasaje del que dejó huella indeleble en su indispensable Autobiografía de Federico Sánchez, lectura recomendada, en especial para los dirigentes del Partido Popular.