Ignacio González y Esperanza Aguirre.

Ignacio González y Esperanza Aguirre. EFE

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Uno de los nuestros

César Sampedro Sánchez
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Lo vivido estos días en torno a la Operación Lezo que investiga a los implicados en la operación de saqueo del Canal de Isabel II, empresa pública que abastece de agua potable a los madrileños, da para muchos artículos y distintos análisis sosegados, pero de momento tendremos que conformarnos con una primera impresión. El expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González se nos asemeja a aquel personaje principal de la historia de gánsteres llevada al cine por Martin Scorsese, basada en la historia real de Henry Hill, Uno de los nuestros.

Ignacio González, otrora hombre de la máxima confianza de Esperanza Aguirre, está ya en prisión provisional, pero el reguero que he dejado en torno a lo que se asemeja a una organización criminal es tan escandaloso que ya no puede hablarse de un caso puntual de corrupción, sino de un modo sistémico de funcionamiento donde quedan implicadas las más altas instituciones del Estado.

Tal vez no haya nada novedosos en el modus operandi de González con la creación de filiales fantasma con sede en América Latina o los sobrecostes en la empresa, como forma de saqueo, sino que son mucho más escandalosas las presuntas complicidades en torno a toda esta operación.

Desde todo un secretario de Estado que se presta a visitar al hermano de González, no se sabe todavía muy bien para qué, suponemos que para escuchar sus penas. Hasta la aparición de todo un grupo de comunicación que actúa en connivencia con el ahora reo y que al más puro estilo gansteril, alerta en una grabación entre González y Zaplana (de nuevo Zaplana y las grabaciones) en las que una magistrada “amiga de la Casa” le había “llamado” para informarle de que la Guardia Civil les estaba grabando. Se trata del conocido y muy bien retratado por este diario (a quien pretende intimidar el citado grupo mediático) como príncipe de las tinieblas, Mauricio Casals, presidente de La Razón.

Casals y Francisco Marhuenda, director del mismo diario, serían al parecer los adalides de una campaña mediática que implicaría varios medios contra quien al parecer destapara el escándalo del Canal, Cristina Cifuentes, llegando el célebre tertuliano Marhuenda, a llamar “zorra” a una de la secretarías de prensa de la actual presidenta de la Comunidad. ¡Qué lenguaje para quien presume de persona culta desde las televisiones donde sienta cátedra contra corruptos y corruptores! Tal vez la máxima de Casals y Marhuenda para con Cifuentes estaría en la vieja expresión con nuestro personaje protagonista refiere en la película de Scorsese: "Nunca traiciones a un amigo y mantén siempre la boca cerrada".

Si a todo este entramado sumamos la aparición en escena de nuevo de unos SMS ( de nuevo los SMS persiguen a Rajoy) que comprometerían al ministro de Interior consolando al González con que “pronto terminarían estos líos”, daría para una estupenda “trama” que dirían los dirigentes del círculo morado, cinematográfica o no, superaría con mucho a la ficción. Ignacio González era, como Henry Hill, uno de los nuestros.

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