Esta es una historia local, de denuncia; podéis pensar que no interesa a los que no son vecinos de la zona, pero también es una historia que demuestra que 'mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo'; es decir, acaba bien y hasta aquí es todo el spoiler que pienso hacer. Lo interesante es lo que han hecho algunos y lo que han dejado de hacer otros, y que toda causa justa debe de ser defendida con uñas y dientes.
La historia transcurre en Parquelagos, urbanización de Galapagar, a 35 kilómetros de Madrid. Somos vistos como los pijos y, la verdad sea dicha, tenemos poco contacto con el pueblo.
A principios de mayo hubo unas obras del Canal de Isabel II y PACSA, la empresa de todas las obras municipales, iban a sustituir unas antiguas tuberías de amianto. Pues bien, el lunes 12 de junio, descubrí que la obra había finalizado y que las tuberías las habían dejado apiladas de cualquier forma, tras unas simples vallas de obra, con una cinta que ponía “riesgo de amianto”. Estaban cubiertas únicamente con unos plásticos negros y a escasos diez metros de una hilera de chalets, cruzando la calle, ¡vaya! Creo que llevaban tiempo así pues el chiringuito de obra se había desmantelado totalmente.
Me pareció demencial y pese a pensar que las tuberías no deberían de haber pasado ni un minuto ahí, no quise matar moscas a cañonazos: sosegada y educadamente lo puse en conocimiento de la Junta de Gobierno de la urbanización.
Tras dos días sin respuesta, contacté con la asociación de vecinos a la que pertenezco para movilizarnos: un compañero llamó a la Policía Local y al Canal de Isabel II, donde nos abrieron una incidencia, era el 14 de junio. Al día siguiente, otra denunció ante el Ayuntamiento de Galapagar a través de Línea Verde, herramienta que nos habilitaron para dar aviso de emergencias medioambientales.
Nos empezamos a movilizar vía redes sociales: en Facebook y Twitter etiquetamos al ayuntamiento, al alcalde, al concejal de Medio Ambiente que, curiosamente, es vecino de la urba (pero reside lejos del amianto) y pertenece a la Junta de Gobierno de la urbanización; y a los cuatro grupos de la oposición.
No somos duchos en esto de las redes sociales, no somos millenials ni influencers, no contamos con community managers, ni somos de estar horas pegados a la pantalla de móvil o PC; de hecho, os confieso, ni siquiera tenemos muchos followers y somos tan pardillos que cada uno utilizó un hastag distinto hasta conseguir unificarlo en #AmiantoEnParquelagos. ¡Pero ES AMIANTO! y llevábamos tres días denunciando por otras vías obteniendo la callada por respuesta. Esto dio un resultado positivo: varias asociaciones anti-amianto se interesaron por nuestro problema y nos asesoraron.
Llegamos al lunes 19 de junio, una semana después de la primera comunicación. Con los ánimos bastante caldeados -debía de ser el estrés térmico y no el convivir durante siete días con amianto- nos marcamos una hoja de ruta: contactamos con Protección Civil y nos personamos en la Guardia Civil.
Allí nos dijeron que ahí no se puede denunciar y nos mandaron al juzgado; allí nos dijeron que primero debemos denunciar ante el SEPRONA y hablando con ellos nos enteramos de que tenemos que denunciar en cualquier cuartelillo de la Guardia Civil.
Estábamos a punto de ebullición y llamamos al concejal de Medio Ambiente; no se puso pero tampoco nos devolvió la llamada… a punto de estallar algunos grupos de la oposición abrieron la espita: nos apoyan y exigen explicaciones al equipo de gobierno, hacen suyas nuestras demandas…
¿Recordáis que empecé diciéndoos que somos los pijos de Galapagar? Incluso, se jactan de que estamos encantados con el partido que nos gobierna (sin siglas, para no hacer 'publicidad gratuita') pues les votamos masivamente.
Pues bien, al lado de los pijos ¿quién se posiciona? Galapagar en Común-IU, Cambiemos Galapagar (Podemos) y una concejala que se presentó bajo las siglas de Sí Se Puede Galapagar… y lo hicieron sin atisbo de pescar votos: faltan dos años para las próximas elecciones y los pijos no les solemos votar... No, no era una zanahoria que se pone al burro con orejeras, era verdadero servicio público: estar al lado de los vecinos cuando necesitan apoyo, sean sus votantes o no.
Entre todos hemos conseguido que, ¡diez días después de la primera movilización! se retirara el amianto. Y estamos seguros de que esta 'rapidez' se ha debido a las acciones de la Asociación de Vecinos de Parquelagos.
También me pedía el cuerpo escribir esto para agradecer a la Asociación de Vecinos de Benahadux (Almería) que conviven con 13 vertederos de amianto, a Todo Amianto, a Stop Amianto y a Víctimas del Amianto por su asesoramiento y apoyo. ¿Qué hacéis la prensa que no salen día sí y día también en los medios?
Moraleja: pequeñas -y pocas- personas, cuando defienden algo justo, consiguen grandes logros y apoyos donde menos te lo esperas.
Moraleja dos: la unión hace la fuerza; únete a tu asociación de vecinos. Somos las pequeñas personas, en pequeños lugares, haciendo pequeñas cosas, las que cambiamos el mundo… o si prefieres: piensa globalmente, actúa localmente. ¡Hay cosas por las que merece la pena luchar!