Allá por mayo del año pasado el Ayuntamiento de Barcelona retiró a Rodolfo Martín Villa la Medalla de Oro de Barcelona que le había concedido en 1976 cuando era ministro del Interior.
El motivo, el 40º aniversario de los sucesos de Vitoria en los que murieron cinco personas por la acción de la policía en los disturbios ocurridos en una huelga de las que se estilaban entonces.
Que, con razón o sin ella, se retire una distinción a alguien por la participación de sus subordinados en hechos lamentables me suscita tres reflexiones: 1) Mejor no se la hubieran concedido; 2) Si los hechos tuvieron relación con la capacidad y responsabilidad del concernido y 3) Si la segunda reflexión tiene respuesta afirmativa, bien decidido, aunque tarde.
Pero la realidad es tozuda y resulta que aquellos sucesos acontecieron el 3 de marzo, cuando el ministro del Interior lo era Manuel Fraga, que se encontraba en viaje oficial -creo- en Alemania. Martín Villa le sustituyó en julio y ostentó el cargo hasta 1979. En su periodo se produjeron otros casos conflictivos, pero el de Vitoria no.
Que el Ayuntamiento que preside Ada Colau haya retirado la distinción al ex ministro está entre sus facultades, pero es exigible que la razón que se esgrima no sea imposible. De lo contrario resultaría más lógica la aducida por la CUP para proponer que se retiren todas las medallas concedidas entre 1939 y 1979 por haberlo sido “en un régimen fascista”.
Parece que la izquierda extrema ha constituido a Martín Villa en su bestia negra.
Ahora es Podemos el que protesta airadamente por su asistencia a los actos oficiales de conmemoración de la democracia, la que ha procurado impedir por todos los medios a su alcance.
Me quedo con la foto de hoy de El Mundo en la que Martín Villa aparece arropado por Enrique Múgica y la de ABC en la que “el arropador” es Javier Solana. La Transición fue un éxito porque todos cedieron, todos perdieron y ninguno inventó historias falsas.