La música atrona el vehículo familiar de Jesús y “Sofi”, los López, camino de la boda de su hijo mayor, Pablo, que hace varios años que vive en Inglaterra; Mari Tere y Josete hacen frente común a sus padres, ningún hijo elige la familia en la que nace y los reproches de éstos a aquellos se suceden. A doscientos metros, gire a la derecha; papá ya te has pasado, ¿dónde estamos?, en ninguna parte, responde el GPS.
Pablo Canosales vuelve a sorprendernos con el texto de su nueva y esperada obra, 'La boda de tus muertos', en la que utiliza el surrealismo, la ironía, el sarcasmo e, incluso, el absurdo para abordar el fenómeno de las relaciones familiares construyendo un intenso drama de soledades, desencanto y frustración a través de escenarios por todos conocidos en algún rincón de nuestras experiencias y recuerdos, propios o ajenos.
Las primeras lineas escritas describen el inicio del espectáculo representado como una ágil coreografía en la que cada movimiento está medido y los cuatro protagonistas se afanan, de manera uniforme, en la composición de un solo cuerpo visual. Escena con la que ganan nuestra atención, como publico, marcando uno de los puntos álgidos de la obra.
Ya en el salón de bodas la familia protagonista descubre que el novio no les ha sentado a su mesa, sino en la número trece, al final del salón, alejada de él, lo cual, desaire aparte, les servirá para ir enfrentando, y ajustando, sus cuentas pendientes, para ello contarán con la inestimable colaboración de un camarero/coach, Aurelio, quien con su reloj eternamente parado a las 7 de la tarde, les irá enfrentando, a través de preguntas inteligentes, a los temas que, como familia, pero también como seres humanos, llevan demasiado tiempo sin abordar, sin hablar, invitándoles a romper su silencio.
El banquete se sucederá desde el brindis inicial: primer plato, segundo plato, sorbete de limón… y barra libre, poniendo el foco en cada una de esas fases a uno de los miembros de la familia López, con un ritmo marcado por Aurelio, convertido en un personaje a medio camino entre el conejo blanco de “Alicia en la país de la maravillas” y uno de los de Jardiel.
La puesta en escena está muy cuidada, con una acertada elección cromática en tonos blancos y crudos, que afecta tanto al vestuario, como a la escenografía, ambas facetas responsabilidad de Tania Tajadura, y una iluminación de Carlos Marcos que termina por convertirse en un protagonista más, evolucionando desde las luces de la fiesta a lo tenebroso de la tormenta a la que la familia termina por ser expuesta, en una potente alegoría.
Muy buen trabajo de interpretación de los cincos actores protagonistas, destacando de manera especial Lucia Bravo (Sofi, la madre) excelente durante toda la trama, quien, además, borda, el mejor momento del espectáculo a través del monólogo en el que enuncia las cosas que le gustan de las bodas: “…Los sobres con dinero. Los sobres sin dinero …esos sobres tienen intriga. Otros decepción. Y otros ruina. Los tacones imposibles para las bodas. Los trajes incómodos para las bodas. Los cambios de zapatos en las bodas. Los perfumes de las bodas. Los maquillajes y peinados para las bodas. Las corbatas y pajaritas absurdas de las bodas …”
Mauricio Bautista da una consistente réplica a Bravo, en el rol de padre desencantado y superado por los escenarios a los que le abocan sus hijos y su mujer “…Imposible es lo que hago yo. Y lo hago. Tener un bar para manteneros a todos y que no peguéis un palo”. Victor Nacarino y Sara Mata componen una creíble pareja de hermanos, refugiados, él en la libreta en la que va anotando todo lo que sucede, o al menos lo que él interpreta que ocurre; mientras ella juzga, sin perdón, desde su atalaya, a la familia cuyo día a día abandonó hace cinco años, componiendo con el personaje de su madre una evocadora escena, de aires almodovarianos, con silencios y palabras entrecruzados, enmarcada en una potente versión del tema musical de “Resistiré”. César Sánchez construye de forma acertada, el enigmático personaje de Aurelio, más coach, que camarero.
Tras los personalísimos proyectos de “La necesidad del náufrago" y “Que se esconde tras la puerta”, Pablo Canosales nos vuelve a dar una muestra de su innegable talento teatral, componiendo un relato actual e innovador, sobre situaciones que llevan formando parte de la cotidianidad de cada familia desde siempre, tratadas desde la exageración y el esperpento, o quizás no tanto, componiendo un sugerente espectáculo, de calidad, que supera las costuras del formato en el que se nos muestra. Lo mejor que pueden hacer es colarse en esta boda, disfrutar de ella …¡y que vivan los novios!