La llegada de Pedro Sánchez Pérez-Castejón a la Presidencia del Gobierno supuso una sorpresa. En primer lugar, para él mismo, según dijo; la rapidez en el debate de la moción de censura, no dio tiempo a negociar los diferentes proyectos. Tenemos en el Gobierno a dirigentes y gestores que no tienen claro hacer o desarrollar un programa de legislatura, más allá de la dialéctica.
El día 25 de mayo afirmó los objetivos de su gobierno: recuperar la normalidad política e institucional, regenerar la vida democrática, y poner en marcha un agenda social que atienda a las urgencias sociales. ¿A que sonaba bonito? Tanto como falso. Anunciaba la convocatoria de elecciones “cuanto antes”. Mentía, ya que, en su primera entrevista a un medio de comunicación ha manifestado la intención de agotar la legislatura y celebrara comicios en el año 2020: los adverbios de tiempo, tampoco son lo suyo.
La Generalidad de Cataluña, con el Presidente Joaquin Torra, alias “Quim”, ha ordenado abrir de nuevo las embajadas desperdigadas por el planeta de esa comunidad autónoma. Sus viajes a Alemania para conversar con el ciudadano Puigdemont, fugado de la Justicia española, son frecuentes y con cargo al erario público. Sí, también hace eso el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, acarreando los mismos paganinis sus cuitas para reunirse con presuntos delincuentes, cobardemente huidos de España.
La “normalidad” se ha recuperado en aquella comunidad, donde siguen haciendo afrentas al resto de españoles, ninguneando a S.M. El Rey Felipe VI de España, sus fotografías y bandera de todos incluidas. Se siembran de cruces las playas, dañando la imagen para atraer turistas. Esa escalada de odio a nivel institucional se confirma con las declaraciones de “romper relaciones con al Corona”. Al tiempo anuncia que ningún miembro del gobierno autónomo asistirá a actos organizados por la Casa Real. Es decir que, odian a toda España y a los ciudadanos que no piensan como ellos. Pero no renuncian al sueldo, prebendas, beneficios, inversiones y euros que llegan del resto de las buenas gentes de este país.
Esa “normalidad” que desea Pedro Sánchez Pérez-Castejón conlleva trasladar a establecimientos penitenciarios situados en la Comunidad Autónoma de Cataluña a internos en prisión preventiva por los delitos de Sedición, Rebelión, Malversación de Fondos Públicos; allí, una vez bajo el paraguas de la transferencia de la competencia, ¿cuánto tiempo tardarían en obtener beneficios penitenciarios?
La “normalidad” sigue instalada en las Comunidades Autónomas Vasca y Navarra. Allí, los partidos gobernantes, que han apoyado a Sánchez Pérez-Castejón, vuelven a reclamara el traslado de los presos de la banda terrorista ETA a sus inmediaciones. Desde el PNV a Bildu, pasando por los palmeros de Geroa Bai o las acémilas “Podemitas” -quien cabalgan bajo sus contradicciones- son parte del apoyo a la moción de censura. Quien más, quien menos, se ha informado que el tratamiento de los internos ha de ser individualizado. Sin embargo, pese a todo, puede que resulte más infame aún que la Vía Nanclares del penúltimo gobierno socialista, si liberan a los presos, en lugar de acercarlos. ¿Cómo lo harán? Ni idea. Aunque habremos de recordar al actual Ministro de Interior, antes Juez en la Audiencia Nacional, quien fue favorable a la puesta en libertad del asesino y secuestrador Bolinaga; ese sujeto, sin haber cumplido la condena ni colaborado con la Justicia, en contra del dictamen de la Forense, salió a la calle por estar a punto de morir; hecho que se produjo más de dos años después.
Una vez nombrados los ministros han salido a la luz varios casos polémicos, de ésos que acusaban antes a otros dirigentes del Partido Popular, aunque fueran alcaldes de provincias. Hay un ministro imputado en diligencias judiciales; otro hubo de dimitir tras conocerse que había sido condenado por obtener beneficios irregulares en el pago de impuestos y, más aún, realizar manifestaciones en redes sociales contra otros defraudadores fiscales. El culmen ha sido conocer los diversos cargos atribuidos en el “currículum vitae” de Pedro Sánchez Pérez-Castejón: jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia durante la Guerra de Bosnia, cuando sólo era un “miembro” más; del mismo modo figura en alguna web como Director de Relaciones Internacionales de la OCU, cuando en realidad era un técnico de asuntos europeos, dependiente del Departamento de Relaciones Institucionales. Parece que los master y estudios universitarios, en lugar de realizarse en Universidades Públicas, se hicieron -los que se realizaron- en institutos privados. ¿Cuántas voces de esa formación se levantaron contra Cristina Cifuentes y Pablo Casado?