Una pequeña villa poblada por irreductibles biarenses resiste al invasor fotovoltaico.
Así podría empezar el famoso cómic francés, pero atribuyéndolo a una pequeña población del interior de Alicante, a Biar, donde los vecinos se unen, incluida su alcaldesa, para luchar contra el imperio fotovoltaico y sus multinacionales explotadoras.
Todo nació de una iniciativa de la asociación naturalista El Reconco y del centro excursionista de Biar, que decidieron hacer frente común para luchar contra el intento de ocupación invasora de unas multinacionales, todas de capital extranjero y explotador, que han presentado proyectos para cubrir medio termino municipal de placas solares, aprovechando que el suelo es más barato que en la costa, para llevarse luego la luz a esas zonas turísticas.
Esto que en principio puede parecer bueno, hecho sin organización y de manera avasalladora, lo único que puede conseguir es cargarse el medioambiente, la agricultura, el turismo rural y por lo tanto la economía sostenible que han tratado de tener en la población.
Estas dos asociaciones consiguieron acoplar en su lucha a asociaciones de agricultores, almazara agrícola, otros colectivos e incluso a su ayuntamiento, encabezado por su alcaldesa que también entendió que el futuro de la pequeña villa podría peligrar ante el acoso de estas empresas.
Esta pequeña villa tiene a su favor que ostenta el orgullo de tener una cooperativa eléctrica que abastece la electricidad a todos los vecinos desde hace 100 años, comprando la energía en conjunto y distribuyéndola en cooperativa a todos, lo que ahora se ha dado en llamar comunidades energéticas y que ellos ya disfrutan, como he dicho, desde hace 100 años y que ahora lleva tiempo tratando de conseguir fabricar sus propios kilovatios solares para no depender de un mercado controlado por grandes empresas.
Una población que durante muchos años ha cumplido su trabajo ejemplarizante de organizarse en cooperativa para conseguir mejores precios para sus ciudadanos y reinvertir las ganancias de esa cooperativa en la misma población, ayudando a entidades sociales, educativas, deportivas y culturales de Biar a tener una forma de subvención para los proyectos propios y que de otra manera se hubieran ido a beneficio de accionistas y gerentes de esas multinacionales.
Ahora ven peligrar su entorno y así lo hacen saber a los vecinos, explicando en asambleas cuales serían las consecuencias climáticas, ambientales, paisajísticas, sociales, económicas y un largo etc., para lo cual se han preocupado de traer a ingenieros agrónomos, catedráticos, empresarios e incluso la misma alcaldesa para que respondan a las preguntas que se hacen los vecinos sobre que puede acarrear esto a corto, medio y largo plazo.
También es cierto que la cosa no depende en su mayoría del ayuntamiento y sus vecinos, ya que quien autoriza las instalaciones es la Conselleria de la Generalitat o el mismo Ministerio del gobierno cuando son grandes. Pero esto no les para y están organizados y preparados para luchar contra el invasor.
Para esta lucha cuentan con su "poción mágica", que es la responsabilidad ambiental y social que acumulan de años de trabajo conjunto y unos políticos responsables con sus vecinos.