Los resultados de las elecciones europeas del 9-J nos deben servir a los ciudadanos de la Unión Europea para reflexionar. Aunque las fuerzas proeuropeas conserven una amplia mayoría en la Eurocámara, los resultados nacionales de la extrema derecha en importantes países miembros pueden resultar preocupantes.
El Parlamento Europeo parece estar a salvo todavía de la extrema derecha. Si bien los dos grupos de extrema derecha han aumentado su representación, esta no es tan significativa como para bloquear las decisiones de la institución. Los resultados a nivel nacional reflejan la posibilidad de que sí lo consigan en el otro colegislador de la UE, el Consejo de la Unión Europea.
El Consejo de la Unión Europea está formado por los gobiernos de los Estados miembros. En la mayoría de asuntos decide por un sistema de doble mayorías para favorecer la toma de decisiones sin quedar expuestos al bloqueo del gobierno de un solo Estado miembro. Los resultados en países como Francia o Austria, que además tendrán elecciones generales en los próximos meses, pueden resultar preocupantes si los gobiernos de estos países pasan a manos de la extrema derecha. Además, en otros países miembros como Alemania donde han quedado en segundo lugar, pueden convertirse en alternativa de gobierno en el medio/largo plazo.
Los partidos de la extrema derecha, al ser nacionalistas, tienen diferencias y planteamientos que les impiden constituir un proyecto alternativo común para Europa. Sin embargo, aunque los ultras europeos no tengan un proyecto conjunto para Europa, pueden ponerse de acuerdo para bloquear políticas europeas o forzar a que estas sean más acordes con sus planteamientos xenófobos y populistas, dificultando los consensos en las instituciones europeas.
Las decisiones en las instituciones europeas, al no haber nunca una fuerza política que tenga la mayoría para tomar las decisiones en solitario, se han tomado siempre por consenso. Consensos que han mejorado el bienestar y los derechos de los europeos en todas estas décadas desde la fundación de la UE.
Por esto, la extrema derecha en Europa sigue siendo una amenaza. Se hace necesario reflexionar si queremos seguir con una política de consenso que nos siga aportando bienestar o hacer caso a la demagogia de la extrema derecha y propiciar el bloqueo del desarrollo de la Unión Europea.