Opinión

Keir Starmer o cómo vencer siendo de centroizquierda en 2024

El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, junto a su esposa, a su llegada al 10 de Downing Street de Londres el pasado viernes.

El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, junto a su esposa, a su llegada al 10 de Downing Street de Londres el pasado viernes. Efe

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Desde su fundación en 1900, el Partido Laborista británico ha tenido solo siete primeros ministros. El más reciente de ellos, Keir Starmer, asumió el cargo el pasado viernes, 5 de julio, marcando un hito histórico. El líder de centroizquierda se convierte en uno de los cuatro primeros ministros que llegaron al poder tras obtener una mayoría clara en unas elecciones generales. Los otros tres fueron Tony Blair en 1997, Harold Wilson en 1966 y Clement Attlee, que puso fin al Gobierno de Winston Churchill en 1945.

Además de estos líderes, hubo otros tres primeros ministros laboristas: Gordon Brown reemplazó a Blair después de 10 años en el poder. James Callaghan sucedió a Wilson en 1976 y luego perdió ante la conservadora, Margaret Thatcher, en 1979. James Ramsay MacDonald, por su parte, gobernó durante solo nueve meses en 1924, y nuevamente en 1929 antes de que su Gobierno fuera arrastrado por los efectos de la Gran Depresión.

El logro de Starmer al derrotar al Partido Conservador, solo cinco años después de que este devastara a la izquierda en las elecciones de 2019, es aún más significativo en el contexto de la pérdida de apoyo de sus homólogos en gran parte de Europa, donde sigue acechando la ola populista. Curiosamente, esta tendencia comenzó hace ocho años en el Reino Unido con el voto a favor del Brexit, unos meses antes de la victoria de Trump en Estados Unidos.

¿Qué ha hecho el político inglés para lograr esta hazaña? Hay diversos factores que contribuyen a su éxito y, a continuación, enumero algunos de ellos:

1. El voto castigo: Después de 8 años en los que se ha hablado de poco más que el Brexit y la pandemia de Covid, el Partido Conservador ha cambiado de líder en cinco ocasiones, pero no ha logrado enfrentar los principales retos del país. El sistema nacional de salud, muy querido por la población, está completamente quebrantado, y el mal estado de las infraestructuras de transporte son solo algunas de las causas del malestar general por la situación económica.

2. El sistema electoral británico: Aunque globalmente Keir Starmer solo ha ganado el 36% de los votos, en unas cuantas circunscripciones que no han cambiado de azul al rojo ha surgido el color amarillo de los Liberal-Demócratas. Además, la división del voto entre los conservadores y el nuevo partido, Reform, liderado por el arquitecto del Brexit, Nigel Farage, ha permitido que los candidatos laboristas se alzaran como los más votados en otros tantos escaños. En un sistema uninominal como el británico, el voto táctico es muy extendido y un voto por el laborismo no es siempre la mejor forma de derrotar al candidato conservador. Pero donde lo es, lo es, y el mensaje de "cambio" ha sido más importante que el aspecto ideológico.

3. El propio Brexit: Mientras el euroescepticismo afecta a los partidos tradicionales en los países comunitarios, los británicos han dado por zanjado el debate sobre la Unión Europea. Han salido de la UE y Starmer no tiene intención de reabrir el melón. Ser pro o antieuropeo ya no tiene relevancia en el debate político británico y Starmer ha podido centrarse en cuestiones más de peso que la identitaria.

4. La derrota de Corbyn: Tras las elecciones del pasado jueves, líderes de la izquierda radical española como Ione Belarra o Irene Montero han felicitado al exlíder laborista por haber ganado un escaño como candidato independiente. Sin embargo, Jeremy Corbyn, quien transformó al Partido Laborista en algo similar a Podemos, ahora es persona non grata en una organización que ha dado grandes pasos hacia el centro, y ha adoptado posiciones pragmáticas sobre las grandes cuestiones de Estado. Starmer, casado con una judía practicante, se distancia aún más de los postulados de su antecesor, quien no supo hacer frente al antisemitismo en su partido.

En definitiva, el Partido Laborista, al igual que durante los tres mandatos de Blair, se ha convertido nuevamente en moderado. Starmer comprende que es imposible ganar elecciones generales con políticas contrarias al sentido común económico, postulados woke sobre cuestiones de género, o promesas de inmigración descontrolada. La brecha entre el socialismo español y el laborismo británico es evidente y, entre ambos, no hay comparación.