Este lunes he disfrutado como un niño con zapatos nuevos viendo el debate de La isla de las tentaciones. Normalmente, venden más humo que sustancia, pero este lunes sí que ha estado cargado el espacio de imágenes inéditas, de contenido jugoso y, lo más importante, ¡Sandra Barneda (45 años) ha entrevistado en directo a Lucía y Manuel después de su trepidante hoguera de confrontación que acabó con ambos haciendo las maletas y retornando a España! Por separado y sin querer saber nada el uno del otro. Me quedé pegado entonces a la tele y lo he vuelto a hacer con este debate: Lucía es hipnótica, tiene un discurso cargado de verdad y se puede decir que ha condenado a muerte a Manuel.
El chico ha quedado defenestrado, tocado y hundido, con su imagen pública por los suelos y si tuviera un poco de decencia abandonaría la televisión. Qué digo: ¡el país! Este lunes tenía una oportunidad, por mínima que pareciera, de enmendar algo su error, resarcirse, y lo que ha conseguido es ganarse el odio de todo un país cuando, en un afán por hacerse la víctima, ha asegurado, al comienzo de la entrevista, que lo pasó mal con aquella mítica frase de 'Manué, la manita relajá': "Para la gente puede ser un momento cómico, pero yo estaba bastante acostumbrado a que me pegara esos cortes delante de la gente. Hice lo que sentía en cada momento. Fui yo, actué con el corazón y me dejé llevar, con mis defectos y mis virtudes".
¡Encima pretende dejar a Lucía como una malvada ante España! Menos mal que ella, totalmente empoderada, ha enamorado a todos. Su discurso en la hoguera deja al de Meghan Markle (39) con Oprah en un juicio de faltas, como tan sabiamente ha asegurado Kiko Matamoros (64) desde plató. Lucía, ¡la Reina de España! Cada frase que entonó me la quiero tatuar. ¡Diva, diosa, heroína! El programa de este lunes ha comenzado con Barneda desvelando que el próximo miércoles se avecinan curvas: tendrá lugar la primera hoguera de los solteros. Así, los concursantes podrán preguntarles a los solteros cosas sobre sus parejas.
Ya están promocionando el encuentro entre Jesús e Isaac, el lobo. ¡Las caras de ambos hablan por sí solas! En realidad, es el único cara a cara que me interesa. No sé, los demás como que son un bluf. ¿Acaso le interesa a alguien lo que tengan que contarse o reprocharse Raúl y Toni? En fin, pero mientras esto llega, ¡vámonos con las imágenes inéditas! 20 minutos de la hoguera de confrontación entre Lucía y Manuel. Ella, magnánima y gigante y todopoderosa, comienza con sus frases para enmarcar: "Aquí me he dado cuenta de que la suerte la tenías tú de tenerme a mí. Te quería a ti por encima de mí y eso no me lo voy a permitir nunca más".
¡No se puede ser más grande! Así hablaba Lucía minutos antes del cara a cara, sin saber si Manuel haría acto de presencia. "Tengo incluso dudas de que se presente, puede ser que no lo haga. Si se presenta, y todavía queda algo de él, vendrá con la cabeza agachada y pidiendo perdón. O puede que venga como un chulito. Si no se presenta, es muy cobarde y demostraría que no es un hombre". Y no se esconde, en el clímax de su grandeza: "Quererlo lo quiero, pero no sé si llego al punto de enamoramiento que yo pensaba que tenía. Me duelen más sus palabras que los actos. Él se va a dar cuenta cuando salga y se va a arrepentir mucho".
Y se encara a Manuel, que, hecho un guiñapo de (falsas) lágrimas y arrepentimiento, aguanta el chaparrón: "Has sido un egoísta, como toda tu vida. ¿Qué hiciste con el collar, la pulsera y el anillo? Pues te los quedas tú porque yo no quiero nada tuyo. Si no te quitas el tatuaje, el hipócrita eres tú. Las cosas se demuestran, no se tatúan ni se regalan. Lo que tú has hecho no tiene nombre, no lo ha hecho nadie, ni Jesús, que tiene motivos para hacerlo". Él intenta arreglar su imagen, y la hunde aún más: "Ella ha hecho muchas cosas por mí, yo también por ella. Y se me remueven muchas cosas. Aquí me he dado cuenta de que cada uno tiene que coger su camino. Me arrepiento de haberle hecho daño, pero las cosas que he hecho las he hecho porque me han salido. Si lo sé, no vengo".
Manuel es de esas personas que son su peor enemigo, que el silencio los favorece siempre y que se ha cavado su propia tumba. No se puede ser más torpe. Y mientras él se enfanga y destruye, Lucía se crece y engrandece. Sostiene en la entrevista que no sintió nada en la hoguera: "Sorprendentemente para mí también, por dentro estaba como por fuera. Yo misma me sorprendí, que ni frío ni calor. No sentía nada". Mientras Manuel se hace la víctima, Lucía se corona: "El concurso me ha servido para darme cuenta de que todos los hombres no son iguales". Dato importante: me ha gustado muy mucho que Lucía no cargue las tintas contra Fiama: "Aquí el culpable eres tú, no vengo a hablar de ella". ¡Bravo! Eso se llama sentido común y sororidad.
Uno de los momentos más emotivos para mí es cuando Lucía se emociona hablando de lo mal que lo han pasado sus padres, ¡ese hondo dolor!: "Manuel ha significado todo, se lo he dado todo. Me he quitado cosas para dárselas a él. Pero una tiene un límite, yo sabía que tú seguías siendo el mismo y no lo quería ver. Ahora me quiero yo más, me siento fuerte. Lo que yo tenía a diario de 'qué estará haciendo', no me dejaba vivir. Me ha humillado delante de todo, y lo que más me duele es mi madre y mi padre". Ahora, sostiene Lucía, que se siente mejor que nunca. Y lo cierto es que se le nota, ¡está excelsa!
Madura, serena, fuerte. Reconoce que su peor momento en la isla fue "cuando escuché de la boca de Manuel que no estaba enamorado de mí. Él siempre me había dicho que estaba loco por mí. Me derrumbé cuando escuché eso". Bien sabe Dios lo que me he alegrado de que Lucía no le diera ese abrazo de despedida a Manuel. Coherente y sensata hasta el final. "La quiero y la voy a querer siempre. No se me caen los anillos de pedir perdón. Fui egoísta y no estoy orgulloso", ha asegurado Manuel. Lo siento, pero no te creo nada.
Un 46 por ciento de las votaciones que se han llevado a cabo este lunes han querido ver un avance del cara a cara entre Jesús e Isaac, ¡como no podía ser de otro modo! Ahí está lo verdaderamente mollar. Qué pena que solo hayamos podido ver un minuto de lo que pasará el miércoles. El avance, como ya imaginaba, no dice nada, tan solo a un Jesús nervioso mirando cómo hace su entrada estelar Isaac en la hoguera. Ese momento en el que Isaac, con ademanes de chuleta de barrio, llega al encuentro y dice en voz alta "¡esas caras, que ya está aquí papá!". Madre mía de mi vida, yo no me lo pierdo el miércoles. ¿Llegarán a la manos?
[Más información: Sexo sin control: los jadeos de Manuel y el edredoning fogoso de Lola, ¡arde Tentaciones!]