Hace ya tres semanas arrancaba en Atresmedia Drag Race España, la versión nacional del fenómeno internacional RuPaul’s Drag Race. Un talent show cuyo objetivo es encontrar la mejor drag queen de un nutrido grupo de participantes.
Esta versión española había sido muy demandada por todos amantes del universo Drag Race. Pronto generó muchas conversaciones en redes sociales, con claras reinas favoritas, y otras que no causaban tanta simpatía.
En los últimos siete días la cosa se ha ido de madre. Las participantes han establecido una línea a veces bastante fina entre lo que se considera una opinión o crítica de lo que se considera un ataque o un mensaje de acoso. Algunas, como Arantxa Castilla-LaMancha incluso han denunciado amenazas.
La mayoría de las participantes han hecho una gran alianza entre sí, defendiéndose las unas de las otras, rebatiendo opiniones que no son positivas, lanzando a sus seguidores en contra de cualquier usuario que se considere que se está haciendo un mal espectáculo.
Algunos creadores de contenido (youtubers, podcasters) incluso han anunciado que dejarán de comentar el programa, pues no están dispuestos a aguantar tantos mensajes en contra.
“En las redes sociales hay toxicidad y ante eso hay que ser radical, pero algunas están demostrando una beligerancia excesiva y desproporcionada. Creo que están confundiendo críticas negativas con insultos”, opina Juan Naranjo, escritor y youtuber que cada semana comenta el capítulo de Drag Race España en un vídeo. Y añade: "Algunas participantes con más tablas o más años lo están llevando todo con mano izquierda y mucho saber estar; otras están de garras y hacen que el ambiente se enrarezca, a pesar de que reciben mucho más amor que hate, todas".
"La gente se ha venido muy arriba pagando sus frustraciones en redes, y Drag Race está siendo un ejemplo de eso", indica por su parte La Caneli, responsable del podcast Canelis y Dragonas, dedicado también a desglosar todo que pasa en el universo Drag Race. “Cuando las ves en tu casa piensas que las queens son tuyas, que puedes comentar lo que sea, pero eso se ha hecho siempre. Con los tróspidos de Quién quiere casarse con mi hijo, con Supervivientes, con MasterChef. Todos tienen que aguantar ese tipo de situaciones”, añade.
Tanto La Caneli como Juan Naranjo coinciden en que no se pueden permitir los mensajes de odio, pero que muchas veces adaptan sus mensajes para que no resulten hirientes. “El hecho de que varias le estén dando demasiada importancia a todo este asunto han creado un clima en el que están enardeciendo a la gente. Parece el primer talent show que da pavor comentar, porque no sabes qué va a sentar mal, se va a sacar de contexto y te van a echar a un montón de gente encima” apunta Naranjo, que apunta que algunas cuentas de las concursantes se está convirtiendo en “un ring de boxeo”.
“En el capítulo de la semana pasada de Drag Race Down Under una de las concursantes le preguntó a Raven, finalista de la temporada 2, cuál sería su consejo para afrontar la vida fuera del programa. Y Raven les respondió 'no leer los comentarios'. Las concursantes tienen que entender que han subido un escalón, que no son fans, que ya son parte de ese universo de afortunadas. Han ido libremente al programa, e ir al programa conlleva exposición pública y que mucha gente diga cosas de ti, no todas buenas. Pero también te van a decir cosas bonitas, te van a hacer fan arts que te van a encantar y tenían que haber sido conscientes de esto”.
“Algunas concursantes deberían aceptar que un usuario de una red social vertiese una opinión positiva o negativa sobre su desempeño en una prueba, una broma o incluso un meme” indica Juan Rodríguez, Social Media Manager especializado en televisión y colaborador de Bluper.
“Esto no significa que deban tolerar insultos, amenazas o vejaciones que, por supuesto, nunca están justificadas y deberían ser denunciadas en sus redes sociales y, si fuera necesario, a través de la vía legal. Sin embargo, si todo se mezcla, muchos comentarios que no caen en la falta de respeto pueden ser interpretados de forma negativa y provocar que los fans se lancen contra el usuario que los publica, algo contraproducente para las concursantes y para el programa” continúa explicando Rodríguez.
¿Cómo debe un concursante de un talent show gestionar sus redes?
“El fenómeno Drag Race siempre genera expectación. Algo que se ha visto potenciado por el enorme poder de las redes sociales. En particular, el caso español pone de manifiesto la necesidad de hacer un uso profesionalizado de estas plataformas independiente de quién sea el personaje y cuál sea el programa”, comenta por su parte Eduardo Villena, profesor del departamento de publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad de Málaga.
“A mí me tiene totalmente enganchada, tanto el programa como sus redes” reconoce por su parte Lucía Moreno, que trabaja de Social Content Specialist para una gran empresa de telecomunicaciones, quien aplaude cómo se está mostrando “un gran compañerismo entre las concursantes”.
Moreno reconoce que es muy difícil gestionar las críticas “y más como en su caso las están viendo en directo, no es como en Operación Triunfo que estaban encerrados en la academia”. “¿Mi recomendación? Que se queden con todo lo positivo y el fandom que tienen, que es mucho mayor que los haters. Y cuando una situación les hace sufrir mucho o se pasa de la raya la expongan para denunciar. Pero si al final se convierte en un perfil que sólo se queja tampoco es positivo para la concursante. Cada persona tiene un pasado, y los haters pueden hacer aflorar muchos recuerdos y psicológicamente no es nada sencillo de gestionar”.
“Es lícito protestar ante las críticas, y puedo entender que si abres tu feed y lo tienes lleno de ataques, acabes explotando, pero en Redes existe el ‘don´t feed the troll’. A veces el contestar, es darle mayor importancia. Es como cuando haces un retweet con mención a un tuit que te indigna, le estás generando más alcance al tuit y haciéndolo más visible”, reflexiona por su parte el Social Media Manager Jon Jiménez.
¿Debería el programa controlar todo lo que están viviendo las participantes? “Entiendo que el primer paso sería cuantificar el ruido negativo en torno al programa y la temática de los comentarios. Es cierto que muchas veces el porcentaje es bajo, pero hace mucho ruido. Yo no entraría como programa a debatir, seguiría ampliando y apoyando los mensajes positivos. Me viene a la mente la campaña de ‘OT no es odio’ que generó el equipo de Operación Triunfo ante una situación parecida en la última edición”, apunta Jiménez.
“Capar las redes no creo que sea la solución. Se ha decidido (y creo que apropiadamente) que las concursantes usen sus propias redes. Pero un acompañamiento y asesoramiento durante la emisión del programa creo que es necesario. Desde el cariño y empatía, y no como imposición de la cadena” destaca por parte Lucía Moreno.
Para Juan Rodríguez, “al final el sentimiento negativo en redes sociales puede permear en la reputación del formato e incluso en la de ATRESplayer. Por otro lado, hay gente que puede sentirse coartada a la hora de participar en la conversación social si percibe que el ambiente es hostil o se siente incómoda”.
Para Rodríguez, “cualquier tipo de polémica favorece las cifras al aumentar el número de tweets, interacciones y autores únicos implicados. Sin embargo, para un programa así es conveniente generar un ambiente positivo, aún más si se considera que es un escaparate idóneo para realidades que deberían tener más aceptación social y que quedan opacadas por discusiones”.
Eduardo Villena, por su parte, cree que “actualmente, resulta fundamental formar a cualquier concursante en la gestión de redes sociales. No sólo porque los social media son ahora una herramienta fundamental para el desarrollo de cualquier concurso, sino porque hay que dotar de herramientas a esas personas neófitas para que se puedan producir sin mayor problema en las distintas plataformas”.