"A Sálvame de tarde". Con esta escueta frase aclaraba hace unos años Aramís Fuster por qué había decidido sentarse en el Deluxe tras decir que nunca volvería al programa. Desde entonces, esa hilarante excusa pasó a formar parte de la historia de la televisión y del lenguaje popular. "De tarde" vale para darle la vuelta a cualquier férreo principio. Por ejemplo: Secret Story es un reality de anónimos... de tarde.
Sí, toca hablar del que estaba llamado a ser el exponente del resurgir de la telerrealidad sin famosos en Mediaset. Este miércoles, en un giro no tan inesperado de los acontecimientos, Kiko Rivera fue llamado a entrar en la casa de Guadalix para hospedarse como concursante VIP hasta el domingo, ejerciendo como "padrino" de la prueba semanal, una solución ad hoc para justificar la presencia de un personaje conocido en el reality.
No obstante, la entrada del hijo impío a Guadalix se ha visto frustrada por la vomitiva portada que ha protagonizado este mismo miércoles, en la que asegura que le pegó a su hermana el día que esta quiso cortarse las venas. Uno lee el titular y se pregunta si fue peor la paliza de entonces o el lucro de ahora a costa de Isa P y de su salud mental. En cualquier caso, queda claro que los escrúpulos no son algo que Paquirrín fuera a meter en la maleta para subir hasta 'la casa de los secretos'.
El DJ iba a ser el segundo rostro conocido en aparecer en este formato de anónimos. Ya la semana pasada se pudo ver a Lydia Lozano asaltando varias veces Guadalix. La periodista canaria tiene méritos demostrados para considerarla un talismán para subir la audiencia, aunque sus fugaces visitas al reality no parecen haber surtido mucho efecto sobre sus preocupantes datos.
Por este motivo, Telecinco ha dado un paso más y ha renunciado definitivamente a la máxima de que Secret Story sea un reality de anónimos, confiando en que Kiko Rivera ayude a remontar unas cifras que están por debajo de la edición con famosos y, por tanto, muy lejos de lo que se esperaba de esta apuesta.
Pese a no contar finalmente con Kiko Rivera, el programa se ha sacado otro as de la manga y ha 'metido' en la casa a una de sus famosas de nueva generación. Zoe, una de las grandes protagonistas de la última edición de La isla de las tentaciones. La influencer ha sido una de las personas que ha lanzado un reto a través de TikTok a los concursantes del formato.
Lo cierto es que este reality parecía reunir todos los ingredientes para triunfar: concursantes anónimos por primera vez en años y entregados desde la primera noche, nuevos presentadores, colaboradores poco habituales... Sin embargo, las esperanzas se han ido disipando a medida que pasan las galas y la audiencia cae. Hasta la fecha, el programa firma una media de 1.355.000 espectadores y un 13,1% de cuota, 366.000 espectadores y cuatro puntos menos que en la edición con famosos.
Además, las cifras del reality muestran una tendencia descendente que vaticina que no está captando el interés del público. Sólo se salva de la sangría, de momento, el debate presentado por Toñi Moreno, que este domingo 30 de enero anotaba su máximo, aunque con cifras que siguen sin invitar al optimismo: 1,2 millones de espectadores y un 11,9% de share.