El segundo episodio de Drag Race España, temporada 2, arrancó fuertecito ayer por la tarde domingo. Tras la primera eliminación, en la que cayó Marisa Prisa, todas las dragonas (me encanta que este término haya llegado al programa) parecían enseñar un poco el cuchillo a las demás, a modo de amenaza. A Samantha Ballentines la llamaron Mister Potato, y ella se lo tomó un poco regular, pero el chiste tuvo su gracia, porque realmente se desmontó por piezas la semana anterior en el lipsync.
Con la llegada de un nuevo día al taller las reinas se chivaron de que entre los concursantes hay una carpeta. Un rollito, un idilio, como lo prefieran llamar. Se trata de Onyx y Sethlas, tal como ya se dejó intuir en algún confesionario del primer día, donde la chispa quedó en el aire. En todas las ediciones el único flechazo que vivimos fue el de Booke Lynn Hytes y Miss Vanjie en la temporada 11, y ambas acabaron midiéndose en un playback a muerte a las puertas de la final. ¿Pasará lo mismo con nuestras dragonas ibéricas? Pensando en el propio espectáculo del programa, ojalá, aunque sería una pena porque las dos tienen potencial para ser finalistas.
El mini reto de la semana fue el de lectura, esto es, usar unas gafas y hacer una crítica mordaz y divertida al resto de participantes. Me decepcionó mucho Samantha Ballentines, quien suele ser muy rápida en el taller, y Jota Carajota estaba más perdida que un pulpo en un garaje. No encontraba el tono, se había dejado la gracia en Cádiz.
Hubo muchas lecturas que tenían una respuesta de vuelta, casi mejor que el ataque, y a veces hasta mejoraban el chiste. A Marina le intentaron atacar como persona con escasa personalidad, y ahí discrepo cual María Isabel en Tu cara me suena. La pasada semana Marina llevó a la pasarela el espíritu del pintor José Pérez Ocaña, y eso ya demuestra tener unas raíces y unos referentes que otros quisieran para sí. La ganadora fue Sharonne, que estuvo francamente brillante.
Por sacar algún defecto, creo que era demasiado pronto para hacer esta pequeña prueba; todavía no conocemos demasiado a las reinas y eso es fundamental para hacer chistes sobre ellas. Del mismo modo, había 11 dragonas leyendo, demasiadas, y esta es una prueba para ver con tiempo y masticar cada dardo que se lanza.
El reto de la semana fue el Supremme Eleganza Talent Extravaganza. Un concurso de variedades en el que cada cual puede hacer lo que mejor sepa: humor, cantar, bailar… Esta prueba se instauró en la edición 2 de RuPaul’s Drag Race All Stars, y al principio se desarrollaba únicamente en temporadas de antiguas concursantes, pero poco a poco se ha abierto paso en las temporadas regulares.
Como seguidor y amante del formato original, puedo afirmar con buenos argumentos que ha sido el mejor capítulo del concurso de talentos de toda la herstory. El número que se pueda considerar más flojo de los 11 que vimos (que cada cual elija en suyo) habría sido una propuesta válida para salvarse en las ediciones de Estados Unidos.
Mientras elegían qué número llevar a cabo, Ariel Rec (a la que bautizaron como la Reina del Pop, porque lo hace todo bien como la protagonista de la canción homónima) confesó que tiene problemas de ansiedad e hizo un alegato a favor de la salud mental, algo en lo que encontró el apoyo de Onyx. “Pedir ayudas es de fuerte” dijo la madrileña a los espectadores, y seguro que más de uno en su casa la agradeció.
Drag Sethlas, por su parte, recordó cómo en 2017 ganó la gala drag de Las Palmas emulando a Jesucristo Crucificado y a la Virgen María, y que eso le valió una denuncia de la asociación Abogados Cristianos y le situó en el ojo del huracán. Recordemos que Televisión Española borró su actuación incluso de los archivos de su web. Sin embargo, la reina canaria encontró también mucho cariño entre aquellos que veían injusta la denuncia, pues en su show se utilizaba la religión como un referente de la cultura popular, sin ridiculizarla.
Llegamos al Supremme Eleganza Talent Extravaganza. El encargado de romper el hielo fue Sethlas, que empezó el show convertido en un coche (literalmente) y cual Transformer se levantaba y hacía un show muy de drag canario prácticamente impecable. Me encantaría saber qué pensaban ante este espectáculo los espectadores de Drag Race de Estados Unidos, porque nunca se ha visto allí nada parecido. Estuvo sobresaliente y se convirtió en un grandísimo embajador del drag canario.
En el Meet the Queens Jota Carajota me enamoró, pero tras lo visto en el primer episodio y el reto de la lectura su futuro en el programa me hacía tener más dudas que Los Panchos. Con su número de variedades me calló la boca: sacó sus raíces andaluzas y cantó en directo un tema sobre sí misma y con guiños al jurado. Me dio la esencia de Lola Flores cantando ‘Catalina Fernández la lotera’. Ha entrado en su zona de confort, se ha encontrado a sí misma y se ha lucido. Bravo.
Ariel Rec decidía hacer lipsync de una canción propia llamada ‘Tarántula’, para lo cual montó una coreografía con los chicos del pit crew. Fue correcto, con un baile con cintas que salían de su cintura; como luego sabríamos, fue de los números peor valorados de la noche, pero no era malo como tal. Quizá insuficiente si lo comparamos como el resto, pero si recordamos otros números de esta prueba en la versión estadounidense (PhiPhi O’Hara cantando en directo, el número de Ongina en un cochecito de juguete, aquel despropósito de Coco Montrese, Farrah Moan cayéndose de culo, las fallidas imitaciones de Derrick Barry, el monólogo sin gracia de Jasmine Masters…) Ariel hizo un número más que digno.
Ya sabíamos, gracias al Meet The Queens, que Juriji Der Klee cantaba lírico. Anoche lo demostró, dando un número lleno de elegancia, demostrando que el arte drag es un lienzo en blanco con el que cada cual hace el dibujo que le apetece. Fue brillante y muy fino, y demostró que tiene mucho que ofrecer sobre un escenario.
Tenía ganas de saber qué haría Samantha Ballentines en la prueba, pues su fuerte es el micrófono. Pero optó por hacer un número cómico en el que dibujaba a un maromo en un cuatro, y finalmente resultó que trazaba un pene que aparecía revelado tras echarle purpurina. Supo a poco, y como Javier Ambrossi le dijo, recordó al número de Manila Luzon en All Stars, solo que mal ejecutado.
La dragona de Elche Venedita Von Däsh trajo un número de raíces españolas: comenzó con una procesión similar a la de una virgen, luego se volvió flamenca y terminó haciendo un estriptis. No me enloqueció demasiado.
La ganadora de la pasada semana, Onyx, nos llevó a la nave Nostromo con su número. Salió vestida similar a un alien de dentro de un huevo, y acabó pariendo un bebé extraterrestre en mitad del escenario. La ejecución no fue perfecta (sobre todo en el parto cósmico), pero lo compré por completo. Fue una marcianada, y nunca mejor dicho, nunca se había visto algo así en esta prueba, y Onyx demuestra tener un sello muy particular y auténtico. ¿Alguien más se preguntó que cómo un ser que nace de un huevo puede a su vez parir?
La reina barcelonesa Marina se había tomado mal que la acusasen de no tener personalidad, así que había un interés especial en saber qué tenía que ofrecer. Empezó con un número de baile prácticamente perfecto, y terminó haciendo una canción propia. Ojo con esta reina, que tiene mucha madera de finalista; yo al menos no esperaba que fuese tan buena bailando, y seguro que en su chistera tiene un montón de trucos que todavía no nos ha enseñado.
Estrella Xtravaganza apostó por parodiarse a sí misma con una canción que hablaba de comida basura, con un traje muy absurdo y teatral, bien traído, con referencias a las patatas fritas del McDonalds y a las hamburguesas. Ese sujetador que echaba salsa en el último momento fue para aplaudir. Las chicas de esta temporada están demostrando, una a una, que en el universo de Drag Race no está todo inventado.
El canto fue el talento que exhibió Sharonne. Salió acompañada de una marioneta de un saxofonista al escenario, y cantó con voz femenina como Sharonne y masculina cuando el que cantaba era el títere. Fue un derroche de calidad, un número que cualquiera querría ver en una sala de fiestas.
Y Diamante Marybrown fue la encargada de cerrar el espectáculo, con una canción propia que le permitió moverse como pocas sobre el escenario, y en la que hasta había un verso dedicado a Santiago Abascal. Su salto final fue un broche excelente para la prueba.
En la pasarela, la categoría fue El día de la bestia, como la película de Álex de la Iglesia, y cada cual lo interpretó como quiso. Jota Carajota sorprendió sacando un look alien que nadie esperaría de alguien tan folclórico como ella, con un traje que me llevó hasta la actuación de Marta Sango en el Benidorm Fest. Jurijee apareció envuelta en rosas y sangrando, realmente bella, sencilla y efectiva. Ariel Rec quiso hacer una alegoría de la parálisis del sueño que no terminé de comprender, pero como bestia era interesante. Samatha Ballentines nos enseñó una mujer que se ha operado de cirugía estética a sí misma y se había arrancado la cara.
Onyx se convirtió en un insecto galáctico, al estilo de los bichos de Starship Troopers, que era una delicia, pero que habría sido un impedimento para hacer un playback a vida o muerte llegado el momento; me pregunté que si en Estados Unidos mama Ru y compañía habrían aplaudido la propuesta o si habrían acusado a Onyx de llevar un disfraz y no un drag. Venedita Von Däsh nos dio una momia que vomitaba sangre que estaba genial, tan genial como la pasarela postapocalíptica de Sharon Needles en la temporada 4 de Estados Unidos; quizá no fue su referencia, pero el resultado era primo hermano. Y luego salió Marina.
Muchas veces se habla en el programa de cómo en la pasarela hay que contar una historia. Ella, basándose en la canción ‘El amante de fuego’, nos entregó a un hombre que murió quemado y a su mujer, que fue quien le prendió fuego. Marina me está enamorando mucho, porque lo mismo te regala referencias de Ocaña que de Mecano. Ojalá siga así en cada entrega.
Drag Sethlas apareció como un lobo que, según su relato, se había comido a una princesa, que estaría en su interior. El jurado se quedó esperando una revelación, y a mí me pareció bien que no la diese, porque así nos demuestra que no solo es una drag que se desmonta en el escenario.
El vudú fue la inspiración de Sharonne, y aunque ya hemos visto otros trajes inspirados en estos muñecos en el programa, el de la barcelonesa fue brillante y de los mejores; qué maravilla de calva final, con tres pelos de lana colgados de ella. Estrella, quien dijo beber de Divine en la película Cosa de hembras, aparecía con espejos clavados en la cabeza y la pasarela la cerró Diamante con una versión drag del hombre del saco que fue una pasada. Se puede ser drag y supermonstruo a la vez, porque el terror no está reñido con las curvas.
En Drag Race ya se han hecho varias pasarelas inspiradas en el terror, y esta es, de lejos, la más potente que se ha visto en la herstory del programa. Es que menudo capitulazo, oiga. Han traído bestias con mucho sentido, con una historia, sin caer en el disfraz de Halloween customizado (un beso para el dinosaurio de Ivy Oidly). Tenemos un gran nivel, y esperemos que no baje la cosa.
Los jueces eligieron a Drag Sehtlas, Sharonne y Diamante Marybrown como lo mejor de la semana (yo quizá no habría incluido ahí a Diamante por su talent show, aunque sí por su pasarela; para gustos, los colores) y Sharonne fue elegida la ganadora.
En la parte baja estuvo Onyx (que no creo que se lo mereciese, la verdad), Samantha Ballentines y Ariel Rec. Estas dos últimas se batieron en duelo con ‘Yo quiero bailar’ de Sonia y Selena, y Samantha ganó, demontándose de nuevo en el escenario. Hizo un show muy parecido al de la semana pasada, y me temo que ese cartucho está gastado y si vuelve a estar en la cuerda floja o cambia o se la comen con patatas. Ariel Rec, quien confesó llevar un día terrible marcado por la ansiedad, fue la nueva expulsada; al final Drag Sethlas ha conseguido llegar más lejos que su madre Vulcano en la competición, y Ariel se ha quedado a una buena distancia de su hermana Killer Queen, finalista de la primera edición.
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