El protagonista de House of Cards, Frank Underwood.

El protagonista de House of Cards, Frank Underwood.

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La oferta de Frank Underwood a Pedro Sánchez

En "House of Cards" el protagonista consigue, con sacrificio ideológico e inesperadas alianzas, abrir las puertas del Despacho Oval desde la vicepresidencia...

Sonia Pérez
Publicada
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“Hay dos tipos de vicepresidentes: los que se dejan pisotear y los que pisotean. ¿Cuál creen que pretendo ser yo?”. No lo ha dicho Pablo Iglesias, aunque dadas las circunstancias, parece que es lo único que le ha faltado. Una vez más, el líder de Podemos se presenta públicamente a la Izquierda como único motor del cambio posible para España, y a sí mismo como el abanderado que guíe esta nueva transición política. El hecho de que proponga hacerlo al abrigo de la vicepresidencia de un presunto Gobierno liderado por Pedro Sánchez es lo de menos.

La frase con la que arranca este artículo, tan amenazante como adecuada a la situación, es de Frank Underwood. Para quienes ya le conocen, no hay mucho más que añadir. Su nombre -y su doble golpe de anillo- son su sello de identidad. Para los que no saben de quién hablamos, Frank Underwood es el protagonista de House of Cards, la producción la compañía americana Netflix que trata sobre los tejemanejes de los políticos de la Casa Blanca vistos desde dentro.

En la serie, Underwood es un brillante congresista sureño que goza de una autoridad considerable y de un gran respeto entre sus compañeros, pero quiere más. Necesita más. Desea seguir escalando posiciones hacia el poder, y no le importan las consecuencias. Por eso, hace pactos con sus contrincantes y los deshace para volver a irse con sus partidarios en lo que dura un paseo de un extremo a otro de El Capitolio.

Frank cambia de aliados una media de tres veces por capítulo y reniega de sus ideales o se aferra a ellos con la misma fiereza que un león a su presa

A Underwood no le tiembla el pulso a la hora de quitarse de en medio –literalmente- a los compañeros que ya han dejado de serle útiles o a los periodistas que intentan sacar sus jugarretas a la luz. Come el terreno a sus adversarios políticos con la misma facilidad y deleite con que se zampa las costillas que le prepara su buen amigo Freddy en el BBQ Joint. Frank cambia de aliados una media de tres veces por capítulo y reniega de sus ideales o se aferra a ellos con la misma fiereza que un león a su presa tantas veces como sea necesario para ir consiguiendo lo que quiere. 

Iglesias aún no ha llegado a estos extremos, pero ya ha suavizado el revolucionario discurso que tantos seguidores le granjeó a Podemos cuando se fundó el partido, con el simple fin de poder acercar sus posiciones a las de otras fuerzas y así ganar peso político. A Frank Underwood le gustaría esto.

En una jugada maestra (eliminar del mapa político al Gobernador de Pennsylvania y conseguir que el actual Vicepresidente renuncie a su cargo para ocupar ese puesto que quedaba libre) que dura una temporada entera, Frank logra pasar de simple congresista a ser la única alternativa posible a la vicepresidencia. A continuación, bajo el recién adquirido aura de salvador del Gobierno, se convierte en el mejor amigo y confidente personal de Garrett Walker, el Presidente, mientras urde una traición a sus espaldas que forzará la dimisión de Walker y despejará su camino hacia el objeto de su deseo: la Presidencia.

En España, si la Izquierda logra llegar a un pacto, a Pablo Iglesias. En House of Cards, el propio Underwood llegará a ocupar más tarde el centro de la foto

El poder. La llave maestra que abre la puerta al cambio. La misma que, en el fondo, parece buscar Pablo. “El poder se parece mucho a la inmobiliaria”, nos dice Frank. “Es todo sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientas más cerca estés de la fuente, mayor será el valor de tu propiedad. Cuando la gente vea estas fotos siglos más tarde, ¿a quién verán sonriendo al borde del cuadro?”. En España, si la Izquierda logra llegar a un pacto, a Pablo Iglesias. En House of Cards, el propio Underwood llegará a ocupar más tarde el centro de la foto.

Frank es un maestro titiritero y el resto del mundo son sus marionetas. Tiene una asombrosa capacidad para conseguir siempre lo que quiere manipulando a quien sea necesario, y no tiene problema en remangarse la camisa y encargarse él mismo del trabajo sucio. Y, aunque de momento el líder de Podemos no llega tan lejos como Underwood, parece que ha entendido a la perfección el particular Juego de Tronos que diseña Frank para irse haciendo hueco hasta la cima.

Cazar o ser cazado  

"Solo hay una regla: cazar o ser cazado". O lo que es lo mismo, para conseguir triunfar en la política antes de que tus contrincantes, todo vale. Si para tener más fuerza en el Congreso es necesario presentarse conjuntamente con otras ‘mareas’, en lugar de contar sólo con los diputados de su propia fuerza política, se hace.

Si para acercar posiciones hay que recular y decir que la autodeterminación catalana no es condición sine qua non para negociar, se recula. Si para poder formar Gobierno es necesario pactar con quienes hace unos meses no eran más que “casta”, o con aquellos con los que por diferencias ideológicas no se quiso presentar conjuntamente a las elecciones, se pacta. Y si para dar un golpe de efecto hay que anunciar los cambios buscando el apoyo público de una institución de la que en teoría se reniega, se da, y punto.

“La proximidad al poder engaña a algunos a pensar que lo ostentan”, que diría el propio Frank...

Según Frank Underwood, un político hace lo que tiene que hacer para llegar al poder, y la clave de su éxito está en que parezca que lo hace por su país. Así, a ojos del público, sus partidarios e incluso sus adversarios, termina siendo la solución menos mala a una situación imperfecta. Poco a poco, consigue escalar puestos. Porque es inteligente, persuasivo y  buen orador. Porque sus ideas tienen numerosos adeptos. Porque sabe dar los pasos adecuados en la dirección correcta a la velocidad exacta. En definitiva, porque es un buen político. Como Pablo. 

En la ficción, Underwood consigue con sacrificio ideológico e inesperadas alianzas que se le abran las puertas del Despacho Oval. En la realidad, Iglesias ha empezado a readaptar convicciones y reforzar posiciones, y gracias a ello podría optar ya a la vicepresidencia. Que el resultado final sea el mismo para ambos sólo el tiempo lo dirá.

En cualquier caso, si hay algo que hemos aprendido de House of Cards y de su gran protagonista, es que no hay nada más peligroso que una mano amiga tendida por las razones equivocadas. “La proximidad al poder engaña a algunos a pensar que lo ostentan”, que diría el propio Frank...

Cuidado, Pedro Sánchez. Sabe bien de lo que habla.