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La ley de Murphy también se aplica al cine. Siempre que la tostada se cae lo hará por el lado de la mantequilla. Vamos, que si algo puede salir mal, al final saldrá mucho peor. Algo así le ha pasado a una de las últimas películas a competición en la Sección Oficial del Festival de Málaga, El futuro ya no es lo que era, una comedia con Dani Rovira y Carmen Maura cuyo rodaje se anunció el año pasado a bombo y platillo en Oviedo y que hace meses parecía otro filme más del actor de moda.

Y es que todo lo que toca Rovira lo convierte en oro. Los apellidos vascos, Ahora o nunca, Atrapa la bandera… hasta ahora no había fallado nunca, y su unión con una de las mejores actrices de nuestro cine no parecía que fuera a ser la excepción. Error. A falta de saber el veredicto del público (que muchas veces es completamente opuesto al de la crítica), el primer pase para medios especializados de El futuro ya no es lo que era ha acabado en tragedia griega.

Delirio del Photoshop

Se cumplían así los peores presagios. Durante toda la semana comenzó el rumor de que esta era la película 'trash' de la edición. Una pequeña constante en Málaga desde hace años es que siempre cuelan una obra que roza el ridículo y cuyo pase se convierte en lo más comentado de la Sección Oficial. La primera pista vino al ver el cartel del filme. Un delirio del Photoshop en el que un irreconocible Rovira sostenía a otro Dani Rovira. Todo cogido de fotogramas, ni un sólo posado para un cartel que parecía una mala broma.

El cartel del filme, todo cogido de fotogramas: ni un sólo posado para un cartel que parecía una mala broma 

La segunda fue el anuncio de que el actor Malagueño no acudiría a presentar la película. ¿Cómo era posible que el actor de moda no fuera a su ciudad a estrenar? Rápidamente se comunicó que tenía otros compromisos, pero el Festival podría haber acomodado el día de presentación a las citas previas de una de las estrellas del cine actual. Sólo quedaba acudir al pase y esperar que la película quitara la razón a los agoreros. Por desgracia la confirmó.

Una pregunta asedió a los periodistas al salir del pase: ¿Qué hace esto en la Sección Oficial del certamen y películas como Esa sensación de Juan Cavestany en secciones paralelas? El futuro ya no es lo que era no es digna de ser seleccionada, es más, su inclusión sólo la perjudica de cara a su explotación comercial. El ruido creado a su alrededor no es bueno y ha quemado cartuchos para un título que, a priori, contaba con un reparto para, al menos, sacar las castañas del fuego.

Sobreactuación y autoayuda

Desde el primer fotograma se comprueba que la película no funciona. Dani Rovira sale delante de un horrible croma que simula una pared de ladrillos como las que pueblan los locales de monólogos y cuenta un chiste malo, lo hace sobreactuado, lejos de la naturalidad que había mostrado hasta ahora. Tras el chiste llega un 'consejo' de la película, que nos anima a vivir el presente porque el futuro siempre guardará algo imprevisible. Será la primera de las frases de manual de autoayuda del filme. Un guion que es una sucesión de lemas que harían tiritar al mismo Mr. Wonderful y que parecen los recortes del peor libro de Paulo Coelho. El “la vida es una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar” de Forrest Gump es alta filosofía al lado de las reflexiones sobre la vida, la muerte y el futuro que trufan la que podría pasar a la historia como la película que más ha utilizado la voz en off.

Pedro Barbero muestra una imagen de un futuro imaginado por Rovira en el que él mismo sale en el cartel de Ocho apellidos asturianos y Fernando Alonso se postula a presidente del Gobierno

Para complicar más la cosa, el director Pedro Barbero muestra una imagen de un futuro imaginado por Rovira en el que él mismo sale en el cartel de Ocho apellidos asturianos y Fernando Alonso se postula a presidente del Gobierno mientras pasean coches voladores. Una escena innecesaria que sólo alarga lo que está por venir, una comedia sin gracia que culmina con una reflexión muy rancia sobre lo que significa ser padre y cinco finales consecutivos.

Ni Carmen Maura salva la función. Y eso que lo intenta. Ella lucha contra cada frase impostada como si no hubiera mañana pero parece estar en otra película. Hasta las buenas ideas (la parodia sobre los tarotistas y los programas de televisión) están enterradas. Málaga continúa con su tradición de cerrar con una película mala. En esta ocasión, además, con muy mala suerte que habrá que ver si puede cambiar de cara a salvar los muebles en la taquilla.

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