La revolución feminista y el Me Too han hecho temblar los cimientos de la industria del cine, un sector tradicionalmente machista en el que los abusos de poder de directores y productores hacia sus actrices han sido constantes. Desde que salió a la palestra el caso Weinstein, las actrices y cineastas se armaron de valor para contar todas las horribles anécdotas que han sufrido en los rodajes.
Muchas de ellas tienen que ver con las escenas de sexo y desnudos injustificados. Hace poco era la actriz de Perdidos, Evangeline Lilly la que se quejó que en la serie se sintió presionada para hacer una escena más ligera de ropa que no estaba en el guion y que aceptó aunque no quería realmente hacerla. En España actrices como Beatriz Rico contaba en el programa Tramas Maestras que casi todos los desnudos que ha hecho cree que eran injustificados y sólo con la idea de sexualizar a la mujer.
“De todas las veces que me desnudé, solo una lo vi claramente justificado, en Cenizas del cielo, el resto creo que se podían haber omitido, pero no te atreves a decirlo. Sólo me atreví a decirlo una vez, en Lázaro de Tormes, porque estaba embarazada y no lo dije para que no me echaran, pero tenía que hacer una escena de sexo, y les dije que no quería estar completamente desnuda, porque lo estaba pasando fatal, así que me dijeron que me tapara con una casaca, pero que mostrara las tetas desnudas. La libertad es poder decir que eso no viene a cuento. Cuando alguien sale del cine y comenta una escena de desnudo es porque se han pasado”, contaba con sinceridad.
Pero, ¿ha cambiado en algo los contratos de las mujeres y las escenas de sexo que interpretan gracias a la revolución feminista? Se avanza en ese sentido, y las actrices empiezan a sentirse más empoderadas en el set. Además, las producciones piden cada vez menos desnudos en las películas, conscientes de que son necesarios y que el foco está sobre el tema. El abogado Jamie Feldman, que representa los intereses de actrices como Juno Temple y Gillian Jacobs, ha explicado en The Hollywood Reporter cómo se ha concienciado a la industria, pero también todo lo que queda.
Para el abogado los desequilibrios de poder siguen presentes, y las presionas para rodar esas escenas están ahí, y por eso se necesitan garantías que hay que exigir mediante contratos y medidas concretas. Es lo que llama un ‘nudity rider’, del que muestra un ejemplo tipo en la publicación. En este contrato se pide que las escenas de sexo deben ir en concordancia con lo que detalla el guion, y que no puede haber cambios sin que la actriz de su consentimiento explícito por escrito, y que deberá ser informada que cómo se rodará esa escena, en al que, dependiendo de la intérprete o la película se podrá pedir que no haya planos de desnudez.
Uno de los puntos que más polvareda ha levantado es el que dice que una actriz puede dar marcha atrás sobre su consentimiento a una escena de desnudo o sexo, aunque sea cinco minutos antes de rodarla. Algunos incluso piden que después de rodarla pueda pedir retirarla o modificarla. Según The Hollyywood Reporter varios productores dicen que es darle “todo el poder” a las actrices.
También se pide que durante el rodaje el set se limite a las personas esencialmente necesarias para el momento,para evitar la incomodidad de desnudarse delante de un grupo de más de 100 personas, lo que además aumenta las posibilidades de que alguien lo grabe con su teléfono móvil y se filtren capturas del rodaje sin consentimiento de la actriz. Esto también afecta a los ‘foto fija’, labor que se realiza durante una producción y que consiste en tomar instantáneas de todo para que haya continuidad entre las escenas. Con este contrato deben salir de la sala cuando se ensaye o ruede una escena de sexo o de desnudos.
Otra de las máximas de este nuevo tipo de contrato es perseguir la reproducción de aquellas escenas una vez la película esté online o en mercado doméstico. Se pide al estudia un compromiso de perseguir, demandar y hacer que retiren las capturas o vídeos de cualquier escena de sexo o imágenes.
En estos nuevos contratos se pide que las escenas de sexo deben ir en concordancia con lo que detalla el guion, y que no puede haber cambios sin el consentimiento de la actriz
Hasta ahora, cuando una actriz no quería hacer un desnudo, una de las prácticas que se utilizaba era la de un doble de cuerpo. Con estos contratos también se limita este método, ya que según muchos abogados, el público asume que la persona que muestra su cuerpo es la actriz principal, y eso hace que se comparta y se extienda bajo ese gancho comercial, por lo que el uso de un doble debe ser aprobado explícitamente por la actriz.
A pesar de todos estos cambios, los consultados por The Hollywood Reporter insisten en la necesidad de exigir estas clausulas, ya que como explica el fundador y CEO de Authentic Talent & Literary Management, Jon Rubinstein, los abusos de poder continúan. "Principalmente, donde te metes en problemas es cuando un productor o director se acerca a una actriz directamente en un set y pregunta por algo que no se negoció", dice Rubinstein que cuenta cómo muchos de ellos se acercan a última hora y chantajean a las actrices alegando que la escena no está quedando bien y que todo es por la película: “eso pasa todo el tiempo”, cuentan tajantes.
Por desgracia, entre las actrices también existe una brecha de poder que las permite ser más estrictas con las clausulas. Por ejemplo, Sarah Jessica Parker siempre, desde Sexo en Nueva York, se ha negado por contrato a salir desnuda. Tampoco ha tenido nunca una doble de cuerpo. No es la única. Las actrices jóvenes que están adquiriendo poder en Hollywood van en esa senda. Emilia Clarke (Daenerys en Juego de Tronos), salió desnuda en la primera temporada, pero con el éxito obtenido renegoció su contrato y tiene posibilidad de veto a cualquier escena comprometida, igual que Elizabeth Moss en El cuento de la criada. Los viejos tiempos de desnudos gratuitos están cambiando, y ellas empiezan a tener el control.