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Cada generación de adolescentes tuvo su serie que se convirtió en un fenómeno. En España los jóvenes vivimos obsesionados con Compañeros, Al salir de clase o Física o Química. También con ficciones extranjeras como Sensación de vivir, Dawson crece, The O.C o Gossip Girl. Y aunque en los últimos años han llegado otras que han intentado ocupar su lugar, como Riverdale, ninguna lo había logrado. Al menos hasta ahora.

Ha sido Netflix y una productora española, Zeta Cinema, las que parece que han dado en el clavo para crear un nuevo fenómeno adolescente. Se llama Élite, y tiene de todo para arrasar entre los más jóvenes. A una plantilla de chicos y chicas guapas (no hay ninguno que no parezca modelo) se une una trama en la que se mezclan todos los elementos de un buen 'explotation' generacional: sexo, desnudos, tramas rocambolescas y hasta un asesinato como centro de una primera temporada que promete con ser sólo el principio.

La trama se sitúa en Las encinas, un colegio de élite lleno de hijos de ricachones que tiene que aceptar a tres jóvenes de clase obrera por el desplome de un instituto público. Una especia de arriba y abajo que se verá marcado por un asesinato que hace que todos sean sospechosos y que los secretos (muy truculentos) de todas las familias salgan a la luz.

Fotograma de la serie.

Esta lucha de clases es algo que interesó desde el principio a sus creadores, Carlos Montero y Darío Madrona, que confesaban a EL ESPAÑOL que les interesaba porque creían que una de las cosas que había cambiado en los jóvenes de ahora es que “son más políticos”. “No en el sentido de vincularse a un partido, sino de conciencia de clase a raíz de la crisis y de darse cuenta de que van a vivir peor de sus padres. Creo que hay una conciencia de saber que los ricos se lo llevan todo y los pobres no tienen nada, y eso nos pareció interesante. Es una decisión consciente porque pensamos que los jóvenes son conscientes de ello”, apuntaban.

Si en su momento Compañeros y Al salir de clase fueron la cantera del cine español, de donde salieron nombres como Pilar López de Ayala, Raúl Arévalo o Leticia Dolera; Élite promete hacer lo mismo con el audiovisual de los próximos años. En su reparto ya hay tres intérpretes que reventaron las audiencias con La casa de papel (Jaime Lorente, Miguel Herrán y María Pedraza), y mete en el saco a otros tantos que tienen papeletas para lograr convertirse en nuevas estrellas. Ahí están Aron Piper (que ya fue protagonista de 15 años y un día) y Miguel Bernardeu, que también acaba de estrenar Ola de crímenes.

Los directores de Élite, Ramón Salazar (La enfermedad del domingo) y Dani de la Orden (El mejor verano de mi vida), explican que esto no es casual. Primero porque en el guion se dieron cuenta que todos los personajes tenían un arco dramático, y ninguno correspondía a un arquetipo, ni siquiera al del mítico alivio cómico. Por ello pidieron poder elegir con mimo al reparto y trabajar mucho con ellos en vez de basarse en otros referentes. “Nunca nos sentamos a decir referentes, sino que dijimos que queríamos incidir mucho en conseguir un grupo de actores solventes, así que pedimos un mes y medio de ensayos con ellos para crear las capas de los personajes”, comentaba Salazar.

Los adolescentes de ahora tienen más conciencia de clase a raíz de la crisis. Creo que hay una conciencia de saber que los ricos se lo llevan todo y los pobres no tienen nada

Para sus creadores, Élite recupera esa senda de series adolescentes que se ha perdido porque “la tele ha cambiado mucho y los adolescentes ahora están en internet”. “Se hacen su propia programación. Van a youtube a ver al youtuber que les gusta y luego van a la plataforma que sea a ver la serie que les apetece, y las series en las cadenas generalistas ya no se hacen porque tenían miedo de que no hubiera público suficiente”, señalan los guionistas.

Élite espera derribar esos prejuicios que sigue habiendo cuando la gente oye la palabra ‘adolescente’. De hecho sus creadores dicen que cuando leyeron las primeras críticas, aunque positivas, siempre leían la misma frase: ‘pensaba que me enfrentaba a una serie adolescente, pero luego se me pasó’. Una muestra de que la gente sigue teniendo una mala concepción hacia los productos dirigidos a cierto tipo de público.

En eso la serie, y Netflix, han sido inteligentes. Han dado al espectador lo que quiere ver, y lo han envuelto en una producción de lujo y con una puesta en escena que nada tiene que envidiar a la de las grandes producciones de la cadena. No han tratado a los adolescentes como idiotas, sino que les han ofrecido en bandeja de plata un nuevo fenómeno que añadir a su lista, y ocho nuevas estrellas para forrar las carpetas de los chicos y chicas de una nueva generación.

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