‘El Crimen de Cuenca’, la única película que fue secuestrada y censurada en la democracia española
Se cumplen 40 años del estreno en salas de la película de Pilar Miró, que pasó dos años secuestrada durante la Transición.
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El 1 de diciembre de 1977 terminaba la censura cinematográfica en España. Acababan décadas oscuras, de control, de mutilación de libertad de expresión. Obras cercenadas, prohibidas y escondidas. Productores huyendo con las copias de sus obras para evitar su desaparición, como ocurrió con Viridiana, que tras ganar la Palma de Oro estuvo a punto de perderse bajo las llamas de la censura franquista.
Aquella fecha fue marcada en el calendario de todos los cinéfilos. Empezaron a llegar todos aquellos títulos que durante años les habían prohibido: El último tango en París, El acorazado Potemkin, Viridiana -que por fin regresaba a casa-… Cine que olía a libertad y que parecía que marcaba el inicio de una nueva época que se confirmaría con la ratificación de la constitución española de 1978, que establecía la libertad de expresión y divulgación en su artículo 20.
Nadie pensaba que en nuestra modélica Transición se viviría también la censura de una película española, que estuvo durante casi dos años secuestrada. Se trata de El crimen de Cuenca, el filme que Pilar Miró rodó en 1979 y del que ahora se cumplen 40 años de su estreno, el 17 de agosto de 1981, tras estar guardada en un cajón durante un año y medio.
La llegada de la democracia había hecho que Pilar Miró se lanzara a rodar una película escrita junto a Lola Salvador y producida por Alfredo Matas sobre el llamado Caso Grimaldos, ocurrido a comienzos del siglo XX en Cuenca. Allí, dos pastores confesaron la muerte de otro pastor desaparecido, José María Grimaldos, conocido como El Cepa. Ambos son condenados a la cárcel por el crimen. Años después El Cepa aparece vivo, lo que destapa las torturas y barrabasadas a las que habían sometido a dos inocentes para que se autoinculparan.
Aunque el caso estaba probado y era conocido por todos, el filme no sentó bien en la recién estrenada democracia. El motivo oficial por el que se aprobó el secuestro fueron las escenas en las que se mostraba a la Guardia Civil realizando las torturas, pero muchos creen que fue su mensaje y la imagen que daba de la institución lo que iniciaron los trámites para que El crimen de Cuenca nunca viera la luz. La polémica por el secuestro de El crimen de Cuenca tuvo su eco en toda Europa, ya que dos semanas después el filme competía por el Oso de Oro en el Festival de Berlín, y la censura española fue el tema del que se habló durante aquella edición. “Hemos pasado del gobierno de Franco al gobierno de Kafka”, llegó a decir Pilar Miró ante la rocambolesca decisión.
Tuvo que pasar más de un año para que la audiencia nacional anulara el secuestro de la película en marzo de 1981. Unos meses más tarde, el 17 de agosto del mismo año, por fin se estrenaría en salas comerciales. Hasta entonces nadie había podido ver la película, que tiene el dudoso mérito de ser la primera (y única) vez que la democracia censuró y secuestró una obra cinematográfica. El morbo por ver lo que se escondía en la película que habían prohibido durante tanto tiempo hizo que El crimen de Cuenca se convirtiera en un éxito rotundo y sorprendente.
No sólo fue el filme español más taquillero del año, sino que fue el título que más dinero recaudó entre todos los estrenados aquel 1981, por delante de filmes como Superman II, Aterriza como puedas o incluso Indiana Jones, en busca del arca perdida. Más de 2.600.000 espectadores pagaron por ver la película, lo que supuso una recaudación de más de 367 millones de pesetas. Por ponerlo en contexto, son las mismas cifras de entradas vendidas que logró Torrente 4, y más que las que consiguieron otros éxitos como Todo sobre mi madre o Padre no hay más que uno.
Pero El crimen de Cuenca logró algo más importante. Se convirtió en un símbolo en defensa de la libertad de expresión y contra la censura. Una censura que llegó cuando menos se esperaba y que muestra que cualquier paso atrás puede ser el principio del final. Una obra fundamental de nuestro cine de una de esas pioneras que sirvieron de referente cuando casi no había mujeres detrás de las cámaras.
Unos acontecimientos que son historia de nuestro cine y de nuestro país, y que recoge de forma notable el documental Regresa el Cepa, de Víctor Matellano y que se puede ver en la plataforma española Flixolé. Una película que regresa a los lugares donde se rodó El crimen de Cuenca de la mano de Guillermo Montesinos, el actor que dio vida a José María Grimaldos ‘El Cepa’, y que rescata todo lo sucedido en torno a aquella obra que estuvo a punto de quedarse en un cajón con la etiqueta de ser la primera y única película prohibida en aquella incipiente democracia española.