Lo que el cine español debería aprender de las televisiones privadas

Lo que el cine español debería aprender de las televisiones privadas

Televisión

Lo que el cine español debería aprender de las televisiones privadas

26 abril, 2015 18:47

"Las televisiones tienen una posición de abuso de dominio que me gustaría que se solucionara hablando, pero si no es así habrá que ir al tribunal de defensa de la competencia o a la CNMV o a Bruselas", decía el presidente de los productores españoles de cine, Ramón Colom, el pasado lunes en el Festival de Málaga.

¡Menudo ataque! Y todo ello sin despeinarse. El que Telecinco Cinema y Atresmedia Cine le hayan salvado los muebles al cine español en 2014 no es suficiente. Los productores quieren más. Mucho más que el 5% que obliga a las televisiones a invertir en cine.

Es cierto que existe un desequilibrio, que unas cintas no se promocionan igual que otras

Es cierto que existe un desequilibrio, que unas cintas no se promocionan igual que otras, y que es evidente que el funcionamiento de algunas películas en taquilla sería mucho mayor si estuvieran bien promocionadas en televisión. No hace falta ser un genio para saberlo.

Pero, por otra parte, inquieta escuchar al jefe de los productores dedicar más tiempo a atacar a las televisiones que a agradecer sus esfuerzos. ¿Era en su concepción Ocho apellidos vascos una película comercial? ¿Qué productora esta detrás de La isla mínima? ¿Quién apoyó No habrá paz para los malvados? ¿Y Celda 211?

Inquieta esa soberbia de una parte del cine, esa desvergonzada prepotencia

Inquieta esa soberbia de una parte del cine, esa desvergonzada prepotencia, esas ganas de imponer, de decirle a las televisiones cómo tienen que hacer las cosas, de lo que tienen o no tienen que producir. Harta. Y mucho. ¿Cómo alguien puede decirle, por ejemplo, a Paolo Vasile cómo producir cine cuando su padre Turi Vasile se arrunió produciendo? ¿Cómo se puede decir que las televisiones no tratan al cine con respeto cuando precisamente es al revés?

Si de verdad queremos un cine español potente, lo primero que debería hacer la industria es dejar de mirarse el ombligo, dejar atrás ese pensamiento de superioridad que lleva a muchos a pensar que la televisión es la hermana pequeña del cine, dejar de infravalorar o menospreciar todo lo que tenga que ver con la pequeña pantalla.

Los televisivos salvan el Festival de Málaga

Es hora de que el cine tome nota de la televisión. De que la trate de tú a tú. De tratar de entender por qué apuesta por unas cintas y no por otras, de sus formas de producir, de sus ideas para promocionar, de saber que para que Borja Cobeaga hiciera Negociador primero tuvo que hacer Ocho apellidos vascos. Es hora de que algunos de esos productores pasen una semana trabajando en una televisión, que salgan de su burbuja.

Es hora de que algunos de esos productores pasen una semana trabajando en una televisión

El 18º Festival de Málaga que acaba de concluir ha sido flojo, muy flojo. De los peores que se recuerdan de los últimos cinco años. Pero, curiosamente, las grandes triunfadoras tienen a dos directores que se han criado a las faldas de la televisión: Daniel Guzmán y Leticia Dolera.

Además, A cambio de nada tiene detrás a una productora de televisión, La Competencia, que no dudó en arriesgar su patrimonio para levantar una película que demostró ser sobresaliente no sólo sobre el papel sino en la gran pantalla. El año pasado, además, otras dos productoras de televisión, Bambú Producciones y Four Luck Banana, debutaron en el cine con El club de los incomprendidos y Pancho, la película, obteniendo grandes resultados en taquilla. 

Está claro que los recortes del Gobierno han dejado al desnudo la falta de medios en algunas de las películas presentadas. Pero no se puede pasar por alto el hecho de que el nivel de muchas de las cintas era bajo. Muy bajo. Cintas nefastas por falta de ganas, de interés, de mimo, de cuidado, de calidad, de talento, por guiones poco pulidos, por historias estúpidas, por directores nefastos.

Películas con un nivel tan bajo que uno no deja de preguntarse cómo es posible que haya productores que arriesguen su dinero en ellas. ¿Cómo algunos pueden exigir a las televisiones que las promocionen? Ni grandes promociones levantan productos tan mediocres.

El talento, ese tabú

Hace unas semanas, durante un encuentro de productores ejecutivos de televisión en el FesTVal de Murcia, cuando un joven criticaba que era muy difícil mover una serie, el creador de El Ministerio del Tiempo, Javier Olivares, contestaba de forma rotunda. “A veces lo que pasa es que nos cuesta reconocer que no todo el mundo tiene talento”.

A veces falta talento, mimo, ideas. Pero da miedo a reconocerlo.

Y eso es lo que a veces pasa en nuestro cine. A veces falta talento, mimo, ideas. Pero da miedo a reconocerlo. Mejor atacar a las televisiones privadas que a los amigos. Mejor ser desagracidos con Mediaset y Atresmedia que poner en cuestión el criterio de producción de TVE y las televisiones autonómicas. 

¿Tenían Stockholm o 10.000 km. más presupuesto que Asesinos inocentes? ¿Y El mundo es nuestro que Como sobrevivir a una despedida? No. Lo que tenían detrás era talento, mimo, perseverancia. Lástima que éstas no consiguieran la promoción necesaria.

En televisión, poco a poco se está consiguiendo desterrar a series como Bienvenidos al Lolita, Aquí Paz y después Gloria o Stamos Okupa2. El cine debe pasar por ese mismo paso. No todo vale. No cualquiera puede ser guionista, director o actor. Es hora de apartar las manzanas podridas de la cesta. Dejar de tratar al espectador como si fuera imbécil. Será entonces cuando televisiones y productores de cine remen juntos hacia el mismo lugar.