#nosvanadarperobien, sobre todo al "lince" de Periscope
Que no, tuiteros del mundo. Que todo este lío no es solo cosa de Gloria Lomana. No hagamos eso del bosque y los árboles que no dejan ver. Permítanme que insista. Doña Gloria ha ejecutado perfectamente el trabajo encargado. Punto. Ni más, ni menos. Gobierno manda y las televisiones privadas obedecen. Nada nuevo bajo el sol, no me sean naïfs. Vayamos más allá de la sufrida Lomana. Por ejemplo, el "lince" que convenció a sus jefazos de que la última moda en televisión era mostrarle al mundo los informativos desde dentro con Periscope.
¿Quién es ese visionario? ¿Ese gurú de la comunicación? ¿Ese crack de Atresmedia?
¿Qué pasó por esa preclara mente cuando decidió convertir sus noticiarios en un sucedaneo de Gran Hermano? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué buscaba mostrar al mundo? ¿Lo que sucede mientras dos presentadores de informativos aguardan a que termine el vídeo de 20 segundos? ¿Qué pensaba esta persona que ocurría durante esos momentos de desconexión? ¿Peleas bajo la mesa? ¿Declaraciones de amor? ¿Campeonatos de chistes de Lepe? ¿Algo digno de enseñar y compartir al universo entero? No hay respuestas. Lo que hay es una conclusión que 16 años de telerrealidad llevan demostrando inexorablemente: cuando una lupa escruta nuestra intimidad, a todos se nos ven las vergüenzas.
Nos van a dar pero bien. Seis palabras y una almohadilla han bastado para redifinir el concepto "pillada". Profesionales del directo, reporteros del mundo, presentadores de informativos, preparaos. Ya no basta con temer a los micrófonos abiertos o los pilotos rojos traicioneros. El enemigo también está en casa y acecha desde la camarita de una tablet. Live Cam, que se dice. En directo, para todo Twitter. Una retransmisión en streaming capaz de amargarle la existencia al profesional más pintado. Sandra Golpe ha sido la primera en descubrir que esto del Periscope en tu mesa del trabajo es, además de postureo, una putada.
Pues, querida Sandra, olvídate de Twitter. De las burlas. De los hashtag, los memes y los vines. Sigue adelante con tu eficaz, directo y simpático estilo. Pero, eso sí, pídele cuentas al lince que propuso lo de Periscope mientras tú trabajas. Que colocó todo un foco de atención en la parte más privada y personal de tu trabajo. Recomiéndale que se meta el Periscope por donde le quepa, es decir, la mesa de su oficina, sus reuniones y sus llamadas telefónicas. A ver qué resultado arroja la experiencia de quedar expuesto ante el mundo.
Tú ya lo has comprobado. No es muy inteligente abrir la puerta de tu casa para que observen tus miserias. Eso debería quedar tapadito y oculto. Como ha pasado siempre en la historia de la televisión.
A veces nos pasamos de modernos.