El director de Ecova, Juan Carlos de Margarida

El director de Ecova, Juan Carlos de Margarida

Economía

La inflación y el desabastecimiento serán una "bomba de relojería" para el sector agroalimentario de CYL

Ecova señala la importancia del sector a la hora de revertir la despoblación y el abandono del mundo rural: por cada agricultor menor de 40 años hay cinco mayores de 65 en la Comunidad

26 mayo, 2022 11:37

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El Servicio de Estudios Económicos (Ecova) del Colegio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora, ha presentado este jueves el Observatorio Agroalimentario de 2021, en el que se ha destacado la importancia de este sector dentro del tejido productivo de España, en general, y de Castilla y León, en particular.

El director de Ecova, Juan Carlos de Margarida, ha asegurado que la contribución al PIB regional, su valor añadido y el mantenimiento del empleo son un reflejo de la buena sintonía. Sin embargo, la situación real que vive el sector de la región muestra que "tiene poco peso" en la economía de Castilla y León, a pesar de la "enorme extensión que ocupa".

Margarida ha indicado que "es un sector muy familiar, lo que reduce el tamaño de las explotaciones, así como su poder negociador", por lo que ha alertado de que "existe un problema para vertebrar el territorio y fijar población, unido a la falta de relevo poblacional" ya que por cada joven agricultor menor de 40 años en la región hay cinco mayores de 65 años, cuatro en España y tres en la Unión Europea.

Asimismo, ha mencionado que a consecuencia de la crisis de 2008 y de la guerra de Ucrania, entre otros factores, ha habido una disminución de 1.051 empresas relacionadas con el sector alimentario, y una reducción de 25 empresas en la industria, mientras que el comercio tanto mayorista como minorista ha bajado en 161.

Sin embargo, añade que las diez primeras empresas localizadas en la región facturan alrededor de 3.814 millones de euros y emplean a 12.140 personas en Castilla y León. Entre estas empresas, se encuentran Pascual, Cerealto y Campofrío, que abarcan más del 60 por ciento de la producción.

En este sentido, el Observatorio ha destacado la "necesidad de unas relaciones estables entre el sector productor, el industrial transformador y toda la cadena de valor de la industria agroalimentaria", que permitan un aumento del poder negociador en la cadena alimentaria sumado a una mayor dimensión y concentración empresarial dada la "excesiva existencia de microempresas".

El director de Ecova ha señalado que es necesario "un plan de contingencia de la Unión Europea que asegure la producción y la viabilidad económica de agricultores y ganaderos", además de habilitar desde Europa, "alternativas de nuevos mercados para la entrada de cereales de otros países, lo que tendrá unos costes añadidos, pero garantizará el suministro para nuestros productores y el sector industrial, así como a las familias".

Ecova ha recalcado que la UE "debe actuar con celeridad para asegurar la producción y eliminar el desabastecimiento alimentario en Europa" a lo que hay que añadir una "desproporcionada carestía de vida, a causa de una inflación desbocada", que hacen de "antesala" para que se prepare una "bomba de relojería que provoque una inestabilidad social y económica de enormes consecuencias".

La pandemia de la Covid-19 y la guerra en Ucrania ponen al descubierto los "riesgos del abandono de productos básicos, confiando su producción a países capaces de suministrarlos a bajo precio" y cuando se "trastoca" deriva en escasez.

Conclusiones

En conclusión, Margarida ha cuestionado sobre "qué sector agroalimentario queremos" para hacer frente a los desafíos que se plantean tanto este año como en 2023.

Las variables analizadas por el Observatorio han advertido de los desafíos más acuciantes a los que prestar atención: "el mayor impacto de la guerra sobre materias primas, la rotura de las cadenas de suministros continuadas, el desabastecimiento, los cambios sin retorno en hábitos de los consumidores que se fijan en precios y promociones, la contracción de la demanda, la disminución de la confianza del consumidor o el incremento desordenado de la inflación, lo que puede dar paso a una estanflación, entre otros".

"Para lograr todo ello y conseguir que los impactos sean mínimos, el sentido común debe ser la base de la gestión, tanto pública como privada", donde la predisposición de los distintos actores que intervienen en el diálogo social "logren estabilizar el presente del ciudadano, garantizando un futuro de calidad de vida digna y estable", ha concluido el director de Ecova.