Así, las nuevas entidades deben presentar su plan o declaración de cultivos, que no puede exceder el volumen de agua otorgado por el organismo de cuenca para cada una de ellas. Toda esa información se entregará a Confederación antes de acabar el mes de junio para su constitución, siempre que la tramitación transcurra con total normalidad, tal y como explicó a Ical Luis Mariano Sayalero, ingeniero técnico agrícola y técnico de Ferduero.
Los cambios generados por el cambio climático y la sensibilidad generada en el sector agraria para despilfarrar cada vez menos agua ha empujado a la creación de las comunidades de regantes también en aguas subterráneas, que deberán a partir de ahora de gestionar la difícil tarea de controlar el uso del líquido elemento, principalmente en zonas dependientes de cultivos de regadío. El secretario de Ferduero, Manuel Mantecón, remarcó el apoyo de la Federación a la CHD en la constitución de comunidades de regantes subterráneas desde 2014, si bien no fue hasta cuatro años más tarde cuando nació la primera de ellas y única hasta ahora, ubicada en Cantalpino (Salamanca). Aunque casi todos los pozos de la mitad sur de la Meseta se nutren del gran acuífero de Los Arenales, éste ahora se ha disgregado en cuatro áreas en Segovia, Medina del Campo, Tordesillas, Tierra del Vino y Salamanca.
“Se trata de sustituir las tomas individuales por otras compartidas”, explica Mantecón, quien avanza que serán comunidades de usuarios de aguas subterráneas (CUAS) en lugar de sondeos individuales, con el objetivo de “explotar el acuífero de forma más racional, pero sobre la base de las concesiones que ya existen”. El siguiente paso será crear una junta central de usuarios, como las que ya existen en otras comunidades de regantes. Como ejemplo citó Barrios de Luna, en León, compuesta por 52 comunidades de regantes que toman del río Órbigo y del embalse, pero que se coordinan mediante esta herramienta.
En la misma línea se posiciona Sayalero, técnico de la comunidad de Cubeta de Santiuste (Segovia) y fundador de Fuensol 2006, dedicada precisamente a gestión de comunidades. Recuerda que aunque en otros territorios del país este formato en aguas subterráneas funciona desde hace tiempo, en Castilla y León es “reciente”.
“La situación es complicada. El cambio climático deja menos lluvias y los cultivos demandan agua para desarrollarse. Requiere una ordenación”, algo que reconoció y aplaudió por parte de las administraciones, principalmente la CHD a “pesar de la limitación de medios”, un “esfuerzo” que ha desarrollado en el último lustro cuando “durante 25 o 30 años nadie se había molestado” y existía la “obligación de cumplir la ley”.
Recuperación de los acuíferos
Sobre la salud de los acuíferos señaló que en determinadas zonas la demanda “es persistente” y se agota antes, pero según la información que otorgan los piezómetros, que miden la altura de los mismos, el escenario “parece que se mantiene, e incluso se recupera ligeramente en algunas zonas”. Ahora, las comunidades de regantes podrán reordenar las extracciones para que no se sobrepase lo que está concedido. “Esta ordenación era necesaria”, incidió Sayalero.
En todo caso, sobre la posibilidad de avanzar en modernización de estos regadíos, pidió que “todo es mejorable”, pero con “pausa”. “Nadie se planteaba hace ocho o diez años que se podrían instalar placas solares para el riego. Todo lo que sea modernizar es interesante, pero también hay que trabajar con la sensibilización y convencer a los propietarios”, expone.
En este sentido, recalca a Ical que la “tradición” de comunidades de regantes ubicadas en León, Palencia o en los márgenes del Duero es “amplia, larga, con solera y ya consolidada, de la época del desarrollismo”. En ellas, añade, “todo el mundo tiene ese poso y educación” de la necesidad de avanzar para mantener abiertas las explotaciones. “Ahora, las subterráneas necesitarán un periodo de aprendizaje. A partir de ahí habrá que ir hacia esa modernización, siempre, y así lo exigirá el futuro. No se trata tanto de los sistemas agrarios de riego, que son los más modernos, pero sí las extracciones y energías comunes y balsas de regulación que habrá que ir poniendo en marcha”, desliza.
El primer ejemplo
Las más de 30 comunidades de regantes podrán mirarse al espejo de la ya creada en Cantalpino, la primera de estas características en la Comunidad, que vio la luz en 2018, a pesar de que Jesús González, su presidente, ya ejercía como tal desde 2014 para poder iniciar los trabajos. Explica a Ical que cada mes de febrero entregan su plan de cultivo a la CHD y el organismo de cuenca aprueba una dotación de volumen de agua, que suele ser de una media de cuatro millones de metros cúbicos anuales.
González celebra que en su zona “hay bastante agua” en el acuífero y que en próximas fechas todavía quedará más sin utilizar, pues en breve se pondrán en funcionamiento más de 6.000 hectáreas en cinco pueblos que ya se están modernizando, surtidas a través de canalización modernizada. “Va a quedar más agua sin usar en subterráneo, porque esos pozos de estos regantes se precintan y ya tienen prohibido extraer”, advierte.
A día de hoy, en Cantalpino cada usuario cuenta con su pozo o sondeo y puede extraer la cantidad de agua que le pertenece por concesión. En total, son 800 concesiones de agua y 2.500 hectáreas en total, si bien los propietarios pueden rotar entre parcelas. “Si tengo 10 hectáreas concedidas, este año puedo regar aquí y el año que viene en otra diferente, pero nunca pasarme”, concluye.