El cultivo del maíz logra reducir un 30% la emisión de gases de efecto invernadero
Un grupo de trabajo en el que participa Itacyl y que se ensaya en León, Zamora y Salamanca promoverá una certificación ambiental
31 julio, 2022 11:55Noticias relacionadas
Un proyecto de mejora climática inteligente, en el que participa el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), podría reducir hasta un 30 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al cultivo del maíz. Por el momento se ensaya en parcelas de Cabreros del Río (León), Coreses (Zamora) y Babilafuente (Salamanca). Para los agricultores que en un futuro apuesten por este modelo, que llevará un control exhaustivo, de forma digital, de la utilización de cada input utilizado en el consumo, e incluso el transporte, los impulsores del proyecto promoverán una certificación ambiental para diferenciar esta práctica.
Antonio López-Perales Mora, director del proyecto y responsable de Vertex Bioenergy, empresa promotora, recuerda que la iniciativa se encuentra en su ecuador, que en total serán dos años. Se presentó en noviembre de 2020 y ya celebró una primera campaña de siembra en marzo y abril de 2021m cosechada en otoño. “Buscamos aquella técnica y forma de cultivo que optimice y minimice la emisión de gases de efecto invernadero asociado al cultivo. Nos interesa que el ciclo de vida vinculado al maíz sea el mínimo posible”, expuso en declaraciones a Ical.
Se maneja la forma del cultivo, la utilización de abono y su mejor reparto por la parcela, todo ello con un método digital que “permite la optimización” gracias a que se miden las cantidades de abono, características del suelo.
A su juicio, el proyecto “evoluciona bien”, más si se tiene en cuenta que el maíz también se destina a la producción de etanol como biocombustible, donde se miden todas las emisiones, desde el cultivo al transporte.
Por su parte, Manuel Pérez, profesor titular de la Universidad de Sevilla y director de la Cátedra Corteva en Agricultura Digital y Sostenibilidad, explica que el proyecto “intenta impulsar la sostenibilidad y rentabilidad del maíz a nivel nacional”, siempre relacionado con el coste de inputs para su comparación con otros maíces del extranjero “poco competitivos”.
A esto se suma el uso de las nuevas tecnologías, como sensores para conocer las características del suelo y la evolución de la planta, “que empiezan a implementarse poco a poco y que permiten reducir y determinar con exactitud las emisiones de CO2 que se producen”. “Esto es importante porque antes no había datos reales medidos en campo. Ahora conocemos la información pero además reducimos la emisión mediante estas tecnologías”, señaló.
Ayuda al agricultor
El proyecto persigue “ayudar al agricultor” en la parte de competitividad, “reducir inputs o redistribuirlo mejor en la parcela”. También conocer con precisión la huella de carbono y certificar la sostenibilidad ambiental. “La idea es que cuando el agricultor utilice esta técnica digital pueda certificar ante el mercado que este maíz contamina menos”, subraya Pérez. Para ello se propondrá un protocolo para que las empras que producen bioetanol “estén en las primeras de la lista para comprar”.
El trabajo de la Universidad de Sevilla se ciñe más a la técnica. Además de las tres localizaciones de Castilla y León el proyecto se desarrolla en parcelas también de Cáceres, Córdoba, Navarra y Huesca. “En todas estas parcelas se ha sembrado maíz, se ha hecho monitorización avanzada del suelo y sensor de conductividad electromagnética para, a través de ello, conocer la variabilidad del terreno. Nosotros proponemos siembra variable de semillas de maíz. En base a su potencial productivo establecemos dosis de siembra variable”, relata.
Recuerda que habitualmente se siembran dosis uniformes, “sin tener en cuenta el suelo”. Así, si el suelo es “pobre”, la máquina será monitorizada para que las semillas estén más separadas; y si es productivo, “más juntas”. “Se hace a través de máquinas de siembra variable tras introducir unos parámetros proporcionados por la Universidad de Sevilla. También en el abonado se hace lo mismo”, señala. Para ello, por último, subraya que se usan satélites y estaciones meteorológicas, con `parcelas “muy monitorizadas para poder busca una certificación”.
La iniciativa desarrollada por el grupo MaízSostenible, que se denomina ‘Proyecto innovador para la mejora climáticamente inteligente del cultivo del maíz’, cuenta con un presupuesto de 538.155 euros y con la cofinanciación en un 80 por ciento del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) de la Unión Europea y en un 20 por ciento por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020.
La iniciativa incluye en sus acciones un plan de divulgación de gran alcance para promover la primera certificación nacional de la producción sostenible de este cultivo, con el fin de aumentar su productividad, facilitar su adaptación y mejorar su resiliencia ante el previsible impacto del cambio climático, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por otra parte, se espera que la aplicación de nuevas tecnologías, la agricultura de precisión y la digitalización en la producción primaria del maíz “conlleven mejoras productivas, económicas y ambientales que repercutan directamente en todo el sector”. Además, a nivel social, se considera que la transformación digital de los cultivos será un factor de “atracción potencial de talento joven y femenino a las zonas rurales”.