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Opinión

Educando se entiende la gente

28 noviembre, 2017 11:10

¿A qué estamos jugando? Todos han afirmado y reconocido que el problema del independentismo catalán tiene su raíz en el uso de la educación como fórmula de adoctrinamiento y fomento de un sentimiento nacionalista muy fuerte que sustenta todo el proceso antiespañol, destructor de sistema, en el que se les inculca –una doctrina filo fascista-, desde la más tierna infancia, que ellos son diferentes a los españoles, que su cultura, su idiosincrasia es diferente, que el Estado Español lo oprime y reprime y sólo un Estado Catalán les permitirá vivir en libertad y en un Estado idílico irreal.

El gobierno y el PSOE están pactando, primero con el PNV para la Comunidad Autónoma euskalduna y, luego, entre ellos, para Cataluña y la reforma constitucional que están cocinando a espaldas de los ciudadanos (y luego dicen que no nos tratan como “perros sin alma”) la cesión a las Comunidades Autónomas históricas, que luego será para todas, de la lengua, la educación y la cultura, así como un “cupo” para todos.

Nunca entendí cómo el PSOE planteaba un Estado Federal cuando, técnicamente, es una barbaridad –pero ya se está aceptando barco como animal acuático- y, en la práctica, España ya lo es y sus autonomías tienen más competencias que muchos Estados Federales del mundo, motivo por el que siempre pregunté qué nuevas trasferencias se pretendían conceder a esos hipotéticos Estados que no tuviesen ya. Nadie contestaba o te decían que se trataba de buscar el encaje de Cataluña en España y que no se daría más que dinero y dos bobaditas más, que total es cuestión de negociar; pero, esto ni son dos bobaditas, ni cuestiones baladís.

He defendido el desmantelamiento de las autonomías por considerarlas un foco de corrupción, de ineficiencia, de generación de diferencias entre los ciudadanos de España y por la creación de un sistema que, en lugar de acercar la Administración al ciudadano –como se pretendía ab initio-, lo que hace es cuadruplicar sus costos; pero, si, como parece, tenemos que admitir “barco como animal acuático”, que al menos busquemos que cumplan su inicial objetivo, de forma que reestructuremos de forma eficaz la Administración en general, cedamos las competencias oportunas con carácter absoluto, impidiendo duplicidades, forcemos que aquellas competencias de unos órganos no sean asumidas por otros y establezcamos una administración descentralizada pero eficaz. En este punto, es evidente que determinadas competencias no deben ser descentralizadas, de forma que educación, sanidad, justicia se mantengan en la Administración General del Estado, como pilares básicos y vertebradores de la Nación Española, de la que no sólo podemos, sino que debemos, sentirnos orgullosos por nuestro pasado, nuestro presente y, esperemos, de nuestro futuro en común.

Otras competencias serán delegadas sólo en su capacidad administrativa o de gestión, como Seguridad Social, Hacienda y Cultura y, finalmente, otras competencias serán total y absolutamente delegadas en todos sus aspectos con una Ley Orgánica que suponga unos mínimos para todos los Españoles y la posibilidad de mejora es lo que será transferido.

El adentrarnos en el laberinto al que parece que desean llevarnos los pactos PP-PSOE y la inacción de la clase política en general, sólo nos lleva a posponer, con agravación, el problema que hemos vivido en Cataluña, aceptar el engaño y la farsa que están montando y asumir que hemos sido, somos y seremos para siempre, “perritos sin alma” que no merecen el más mínimo respeto.