Castilla y León

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Opinión

El dilema de Ciudadanos

9 diciembre, 2018 10:20

Cuadragésimo novena semana de 2018, la de los datos del paro, que vuelven a mostrar la dependencia máxima del mercado laboral salmantino del sector servicios. Sólo en verano, con el turismo, y en Navidad, con el comercio, se crea algo de empleo en una provincia charra escasa de oportunidades y cada vez más envejecida. El tiempo pasa y sigue sin esperando el tren del desarrollo industrial al hilo de la investigación aprovechando la transferencia de conocimiento de nuestras universidades y científicos punteros del hospital. Cuando nuestros políticos quieran coger ese tren, otros ya irán en AVE, o ni siquiera llegaremos a tiempo para el último vagón.

Semana también de puente de la Constitución, nuestra Carta Magna, nuestra ley de leyes, más amenazada que nunca desde su nacimiento hace cuarenta años. La Constitución no es perfecta, no es intocable, como la propia democracia, pero es la ley que acordaron la mayoría de los españoles. Primero, porque fue elaborada por todas las corrientes políticas, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, algo impensable hoy día en una política de márketing y gestos egocéntricos sin pensar en el bien común. Y segundo, porque fue refrendada por casi el 90% de los ciudadanos. Por tanto, es entendible que haya a quien no le guste el sistema actual, pero debe respetar a la mayoría y sólo desde una amplia mayoría puede, y debe, reformarse la Constitución. Todo lo demás, sobre todo si es protesta con el uso de la violencia, queda al margen de la ley, y como tal debe ser castigado. La libertad de uno termina donde comienza la del prójimo. Eso no se debe olvidar nunca.

En lo político, la semana hay sido muy intensa, desde el comienzo hasta el final. Vayamos por partes. Las elecciones en Andalucía han dejado varias reflexiones a tener en cuenta. La primera, el PSOE registra un pésimo resultado para sus aspiraciones por el hartazgo de tanto mirar hacia otro lado con la corrupción de los ERE y putiferios. La mayoría del 40% que no ha votado es de gente de izquierdas, a tenor de comparar los resultados con comicios anteriores tanto autonómicos como generales y europeos. Pero el PSOE también registra una victoria pírrica por el castigo a las políticas desde Madrid con la connivencia de Pedro Sánchez 'El ocurrencias' hacia los independentistas y separatistas catalanes, que se han empeñado en poner a Andalucía como ejemplo de lo negativo.

Castigo también a los Picapiedra de La Moncloa, Pedro y Pablo, porque la coalición de Podemos, Izquierda Unida y demás adláteres no recibe el voto de castigo el PSOE. Es más, un quince por ciento se fue a VOX, que sube como la espuma porque el PP ya no es un partido fuerte y se desangra por todos sus costados, pero sobre todo gracias a El Ocurrencias y El Coletas, empeñados en resucitar a Franco. Nadie lo iba a visitar al Valle de los Caídos y ahora hay colas. El dúo sacapuntas de la política es uno de los grandes culpables del auge electoral de la extrema derecha, que siempre había estado agazapada en el PP de José María Aznar, quien sabiamente supo aunar a todo el centro derecha, el mismo que Mariano Rajoy ha dinamitado con su inoperante tancredismo.

Que se prepare el Partido Popular en comunidades como Castilla y León (con un sistema clientelar fruto de tres décadas de gobierno), con un voto tan rural y todavía con reminiscencias de la CEDA, aunque la cuestión de la inmigración no sea tan relevante como en Andalucía. Y si el PP gobierna allí será con un pacto de perdedores, lo que lleva años criticando. ¿Qué venderán entonces en las elecciones municipales de 2019? Varias son la posibilidades para evitar unas segundas elecciones, pero improbables o muy complicadas: que el PP gobierne con apoyo de Ciudadanos y VOX, pero ese pacto sería un suicidio para el partido del Albert Rivera, que espantaría a todo el electorado de centro izquierda de cara a las elecciones autonómicas y generales; que el PSOE gobierne con el apoyo de Podemos pero sin entrar en el ejecutivo y la abstención de Ciudadanos, algo imposible porque el partido naranja quiere cambio; o que gobierne Ciudadanos con apoyo del PSOE sin Susana Díaz, a cambio de apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, un cambalache probable, el menos dañino electoralmente para Ciudadanos, pero el harakiri para el PSOE.

Es el gran dilema de Ciudadanos. ¿Permitir un nuevo gobierno en Andalucía exponiéndose a renunciar a La Moncloa? ¿Permitir unas nuevas elecciones que devuelvan la mayoría al PSOE-Podemos, porque gran parte de ese 40% de abstención cabreada sí iría a votar para minimizar el efecto VOX? Y el dilema continúa en Salamanca, donde la semana terminó con el anuncio sorpresa de Alfonso Fernández Mañueco renunciando a la Alcaldía para centrarse en su candidatura a presidente de la Junta de Castilla y León por el Partido Popular. Anuncio esperado, porque no se puede estar en misa y repicando, pero sorpresa porque ahora sí se barruntaba para enero.

Su sustituto (como ya predije) será el teniente de alcalde y concejal de Fomento y Patrimonio, Carlos García Carbayo, quien, salvo giro inesperado de última hora, será también el candidato del Partido Popular a la Alcaldía de Salamanca en 2019 (de momento, uno de los candidatos en las quinielas durante el último año ya tiene otro destino, Agustín Sánchez de Vega, para presidir el Consejo Consultivo de Castilla y León). García Carbayo será alcalde con o sin el apoyo de Ciudadanos, porque en un pleno de investidura de un ayuntamiento no hay votos en contra ni segundas votaciones, como en el Congreso de los Diputados. Se proponen candidatos, y quien más votos saque ése es el alcalde. Salvo que la oposición de PSOE, Ciudadanos y Ganemos se ponga de acuerdo, algo ahora mismo imposible, Carbayo será el único candidato y antes de Nochebuena será elegido nuevo alcalde de Salamanca.

Ahora bien, no es lo mismo ser alcalde con un respaldo minoritario (12 de 25 concejales) que contar con el favor de la mayoría del pleno del Ayuntamiento. Por eso el PP necesita a Ciudadanos, para no quedar marcado políticamente hasta mayo. Es más un gesto, porque gestionar puede hacerlo perfectamente en minoría. El PP sólo tiene la iniciativa de plantear proyectos, y el pleno, representante de la soberanía popular, es quien decide, pero si las propuestas populares son buenas para la ciudad, ¿por qué habrían de oponerse PSOE, Ciudadanos y Ganemos, salvo que prioricen intereses personales y partidistas? Así que el PP, aún en minoría, tiene la sartén por el mango en este epílogo de la legislatura.

El dilema de Ciudadanos es importante. ¿Apoya al nuevo alcalde del PP, convirtiéndose en una muleta popular sin iniciativa y por tanto sin imagen de alternativa de gobierno, de ser una opción de tú a tú en el centro derecha en 2019, recogiendo a cabreados del PSOE? ¿O no apoya al PP, pero se sitúa también en la misma bancada que PSOE y Ganemos, y por tanto a expensas de ser constante objeto de crítica de los populares por alinearse con la izquierda, espantando así un importante caladero de votos cabreados con el PP? En el centro está la moderación, sí, pero también el riesgo de recibir por ambos carrillos. Porque en una discusión, el del medio siempre se lleva todos los tortazos (y se queda sin voto útil). Ya estamos en precampaña.

Por eso, ¿qué dirigente popular, que durante este puente se tomaba un zumo de naranja, ironizaba con que se los van a merendar en las próximas elecciones, porque, y cito palabras textuales, exprimir las naranjas es fácil, y más en Salamanca? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.