Por qué no nos lo merecemos, ¿o sí?
En estos días, la tensión, la indignación y el malestar, conforman una situación de crispación que afecta a muchas de las acciones de nuestra vida. La tomadura de pelo a la que nos han sometido todos los grupos políticos ha sido absolutamente innecesaria, únicamente les beneficia a ellos y es, no sólo un gasto, sino un desprecio que no nos merecíamos, o sí.
Ahora, todos los que juntamos letras, los que opinamos, los que hacemos pública nuestra forma de pensar, estamos poniendo de manifiesto el malestar ciudadano, con lo que, de algún modo, estamos colaborando a la crispación que beneficia única y exclusivamente a la castuza política que, manteniendo ese estado de tensión, obtienen nuestro voto sin meditación, sin sosiego, con angustia, pensando únicamente en los niveles de convulsión o estremecimiento y miedo que nos impide ver con claridad.
Los “perritos sin alma” estamos cansados de que gasten nuestro dinero en su fiesta, que cobren indemnizaciones injustas, que únicamente se dediquen al postureo, que alguno, incluso, lo critique para su minuto de plexiglás; pero, ni uno solo hace nada para impedirlo. ¿Cuántos han renunciado o cedido su sueldo a los ciudadanos? ¿cuántos han decidido donar su salario, sus beneficios, sus teléfonos, sus tabletas, sus viajes, sus seguros… etc. por no haber cumplido con su obligación?
No quiero, no deseo, echar más leña al fuego y sacar rédito de la indignación que nos embarga a todos, sino muy al contrario, creo que es el momento de exigir que nuestros políticos sirvan, nos sirvan y no se sirvan, cambien el modo de actuar, se comprometan y obliguen a hacer las cosas de otro modo, de eliminar los sistemas de enfrentamiento, de dicotómicas posiciones de la vida que es mucho más policromática y rica que lo que ellos pretenden hacernos ver. Que exijamos rigor, seriedad, solvencia y eliminación de las pugnas, para trabajar juntos por una nación de todos, para todos, que sea grande, fuerte, libre, sin divisiones absurdas y perjudiciales en pro de los ciudadanos.
Acabemos con las teorías y posiciones que buscan el enfrentamiento entre hombres y mujeres, rojos y azules, progres y conservadores, grandes y pequeños y gastemos el dinero en evitar la violencia, la ejerza quien la ejerza, rompamos las barreras entre todos, con la fuerza de todos y con posiciones que eliminen el frentismo, acabemos con la violencia que lucha contra la violencia, eduquemos en libertad, respeto, acatamiento de la ley y en futuro, no en rencor, comprendiendo que todo derecho lleva aparejada una obligación.
Que todos dejemos fuera de juego a los que han ejercido la violencia, a los asesinos y terroristas, a los que quieren acabar con la democracia y respetemos, por más que molestas, todas las otras posiciones y pensamientos políticos.
Seamos absolutamente intransigentes con el que no respeta la ley que nos hemos dado todos, pues el que no nos respeta no merece respeto; por ello, exijamos a nuestros políticos y dirigentes, del color o posición que sea, muestren respeto por sus conciudadanos -votemos lo que votemos- eliminen posiciones belicosas o frentistas que sólo usan para ocultar su cobardía, su mentira y, sobre todo, la falta de respeto.
No quiero hacer un artículo que critique a unos u otros por sus posiciones, que critique a Sánchez por su postureo, a Rivera por su inconsistencia, a Iglesias por su miopía y a Abascal por su incoherencia, que proponga el voto en blanco que sirve al ganador o el voto gamberro o nulo que sólo pone de relieve tu cabreo, sino un artículo que exija el respeto al ciudadano, de reivindicación al político y de recordar la responsabilidad del votante a la hora de exigir que le traten como se merece.
Ya está bien de mentiras, de crispación, de rencor, de utilizar la desgracia de los demás para obtener ventaja y exijamos lo que nos merecemos; pues, de otro modo, cuando nos den lo que ellos quieran será lo que nos mereceremos y ¿eso es lo que queremos, o no? Ahora es nuestra hora, luego no digas que son malos, que nos engañan que no nos respetan, exige, habla, actúa, oblígales a que te respeten.