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Opinión

Perdón

9 abril, 2020 13:19

Desde que, hace ya más de 20 años, presento mis “conversaciones” en la prensa escrita, llegado el Jueves Santo, o próximos a él, como día del Amor Fraterno, no sólo me gusta, sino que siento la necesidad sincera de pedir perdón por cuantas afirmaciones puedan haber causado dolor o daño a cualquier persona, por la laceración que pueda originar a propios y extraños con mis manifestaciones o el mal que pueda haber infligido.

De corazón, pido disculpas, no es mi intención causar daño, sí poner de manifiesto mis pensamientos, mi opinión respecto de las noticias y circunstancias que nos rodean, consciente de que, en alguna ocasión con dureza, como dura es la actualidad, pero nunca con la intención de zaherir a nadie.

Soy consciente de que mis opiniones, en algún momento, han causado dolor a quienes, por su ideología, su posición o su planteamiento político resulta dispar al mío, como puedo haberlo causado a los que tienen posiciones próximas a las mías con los que discrepo. Espero y deseo que comprendan que la disputa contra una forma política no es personal, no busca dañar a nadie y en menor medida, si es posible, a los que aprecio, pese a “vivir en el error” o con los que simplemente no estoy de acuerdo; pero, al defender una forma de pensar, de actuar, de vivir, se pueden generar tensiones que debo de aceptar, dentro de una expresión democrática, en favor de la democracia y de la libertad, por más que en alguna ocasión puede colidir con los planteamientos de quienes desean un Estado grande, un “papá Estado” en el que no solo no creo, sino que creo que es un perjuicio para nuestra sociedad.

Defiendo el humanismo, la necesidad de que el hombre sea el centro de la acción y el beneficiario de la misma, por encima de Estados, economías o posiciones políticas y, precisamente por eso, pido perdón de corazón, lo que no significa olvido, mojigatería o debilidad, sólo y simplemente un intentar sentir cómo sienten los demás y, cuando lo haces, te das cuenta de lo que pueden haber sufrido por tu causa; y, de eso, surge mi petición de perdón, así como mi solicitud del mismo para mí de los que me observan como un enemigo.